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ESTELAAsí era "Igna", el héroe gallego de Londres

Ignacio Echeverría falleció tras ser acuchillado en la espalda por los terroristas, aunque la familia todavía no ha tenido acceso al informe oficial de la autopsia

Ignacio Echeverría con uno de sus sobrinos. // Facebook de su hermano Joaquín Echeverría

"Busco a mi hermano. Ayudarme si le habéis visto. Estaba ayer en London Bridge durante el atentado. Desde la madrugada del domingo, había llamado insistentemente a Ignacio, pero el telefóno no respondía. Su hermana Ana, que también reside en Londres, junto a su marido, se habían pasado la noche buscándolo en todos los hospitales con la ayuda de sus amigos, pero no les dejaron entrar ni cuando acudieron junto al embajador español en el Reino Unido, Carlos Bastarreche. Así que a las 15.31 horas del pasado lunes, Isabel Echeverría Miralles optó por hacer uso de las redes sociales e insertar este llamamiento en su páginas de Facebook, unas líneas que incluían la foto del desaparecido mientras en Las Rozas (Madrid) unos padres angustiados tampoco sabían nada, ni siquiera, a esa altura, que su hijo se encontraba en la zona del último atentado del terrorismo islámico en el Puente de Londres. En España, los informativos de la radio y la televisión, y las ediciones digitales de los periódicos, se hacían eco de la siniestra noticia que cortaba como un cuchillo helado los calientes festejos de la duodécima Copa de Europa del Madrid.

EL TRÁGICO FINAL DE UNA TARDE DE SKATE. El sábado por la noche, Ignacio regresaba de hacer skate con sus amigos Guillermo y Javier en los aledaños del Tate Modern donde, como era su costumbre, grabaron algunas secuencias de sus maniobras de patinaje para subirlas a sus facebook. Era el pasatiempo favorito de estos tres jóvenes españoles que habían enraizado su amistad en Londres, donde Ignacio residía desde hacía poco más de un año. Al acercarse, en unas bicicletas alquiladas, a la zona de Witchapel camino de sus casas, la primera escena que observaron fue la de un hombre que estaba golpeando a un policía hasta dejarlo completamente inmovilizado. Frenaron en seco y, poco después, vieron como el agresor agarraba a una mujer con la intención de acuchillarla. Sin siquiera avisar a sus acompañantes, Ignacio soltó de bruces la bici, cogió su monopatín y acudió a defender a la joven golpeando con él al atacante, pero no se percató de que a sus espaldas dos hombres se abalanzaban sobre él acuchillándole en la espalda. Superado el primer instante de estupefacción, los amigos de Ignacio intentaron intervenir pero,al ver que los agresores estaban armados, decidieron huir corriendo para salvar sus vidas. Lo último que recuerdan es la imagen del cuerpo de Ignacio Echeverría tendido en el asfalto y los chillidos de las bocinas y las sirenas sanitarias y policiales.

ATENTADO TERRORISTA. Lo que ni Ignacio ni sus amigos sabían era que, minutos antes, aquellos tres individuos habían arrollado con su furgoneta a cuantos peatones pudieron en el Puente de Londres, y que esos mismos hombres estaban apuñalando indiscriminadamente a más víctimas junto al Borough Market. En los bares y restaurantes de la zona, se habían cobijado ya numerosos viandantes, juntándose a los clientes que ya estaban en su interior. Sus propietarios habían dejado entrar a cuantos habían acudido a a refugiarse pero, al llegar la policía, se les ordenó que cerrasen las puertas y no dejasen entrar (ni salir) a una persona más. La apariencia de los hechos ya tenía una señas de identidad que, al cabo, fueron las correctas: el terrorismo islámico estaba nuevamente asestando un golpe mortal en Londres, y lo hacía en la recta final de la campaña electoral.

ANGUSTIA Y DOLOR EN LA FAMILIA ECHEVERRÍA. Mientras el balance oficial de víctimas mortales iba paulatinamente ascendiendo de cinco, a seis, a siete...(hasta el octavo que se dio a conocer el pasado miércoles), los padres de Ignacio ya habían sido informados por sus dos hijas, Isabel y Ana, y por su hijo, Joaquín, de que efectivamente el joven abogado no solo se encontraba en la zona del atentado sino que también existían grandes posibilidades de se tratase de una de las víctimas:herido o muerto, el hecho es que estaba allí, de eso ya no cabía ninguna duda.

Ignacio en la foto que su hermana Isabel subió a las redes alertando de su desaparición

EMPIEZA LA PESADILLA. Al día siguiente, los padres de Ignacio, y sus hijos Joaquín y Enrique, emprenden vuelo a Londres para unirse allí a Ana. El Gobierno británico no acababa de aclararles si Ignacio era uno de los fallecidos sin identificar, a pesar de que se le habían proporcionado huellas dactilares, fotografías y muestras de ADN. Esta injustificable tardanza en la identificación de los cadáveres empezó a provocar todo tipo de especulaciones, entre ellas la de la posibilidad de que, en medio de la confusión, el gallego hubiese sido abatido por "fuego amigo" de la policía. También se llegó a insinuar que el hermetismo de las autoridades y de la policía inglesa tuviese mucho que ver con la propia campaña electoral. En cualquier caso, llamaba mucho la atención que se tardase tanto en identificar a unas personas que habían sido víctimas o bien de un atropello o, en la segunda fase del atentado, de unas cuchilladas, en ningún caso de una bomba que hubiese podido hacerles literalmente pedazos.

El propio ministro español de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, no disimulaba su perplejidad, al punto de haber manifestado que se había dirigido a Foreign Office para pedirle la "máxima celeridad" en los trámites, a lo que desde Scotland Yard se le contestó que con un comunicado en el que se exponía que "Identificar a un número elevado de víctimas es un gran incidente es un proceso complejo y exigente (...) el rigor es crucial, y pone el máximo cuidado para asegurarnos de que se hace lo antes posible y siguiendo los mejores criterios, con la consideración debida a las familias".Todo sonaba a mera excusa porque, al menos en la identificación de los muertos, el proceso resultaba, en este caso, de una extrema facilidad, y todo apuntaba desde el primer instante a que, desgraciadamente, Ignacio Echeverría formaba parte de los fallecidos. La actitud del Gobierno británico desesperó a la familia Echeverría hasta el extremo. Si, en la madrugada del sábado, Ana había pasado por todo cuanto hospital londinense atendía a los heridos, durante los tres días siguientes, todos los hermanos repasaron los centros hospitalarios en busca de Ignacio. Solo recibieron la ayuda de un abogado que les proporcionó HSBC, el banco donde trabajaba Ignacio.

LA FATAL CONFIRMACIÓN. Recibidos en un juzgado forense de la capital británica, los hermanos Enrique y Ana Echeverría recibían, el jueves por la mañana, la confirmación de que Ignacio era una de las ocho víctimas mortales de un atentado que ya tenía una reivindicación formal por parte de Daesh. Por la tarde, también se les autorizó a ver el cuerpo, todavía pendiente de los correspondientes informes de la autopsia. La reacción de los hermanos, ante los medios de comunicación, fue de lo más ejemplar, resumida en una frase, "Algo muy triste se está convirtiendo en grandioso", pronunciada por Ana.

Entretanto, desde su casa, Guillermo González que en ningún momento había perdido la esperanza de encontrar con vida a su amigo, mantenía a toda costa en su facebook este texto escrito el martes:

"Querido Ignacio Echeverría. Tenemos un sueño: que puedas ver todo lo que las redes, periódicos, televisiones, españoles y extranjeros dicen sobre tí. "El héroe de Las Rozas" "El héroe del monopatín" "The skateboard hero" "El gran financiero" "El experto en blanqueo". Todo el mundo te admira, te quiere, te has convertido en el ejemplo a seguir de todos, una luz en toda esta oscuridad, un orgullo para el mundo entero. Lo cumpliremos, ya verás. Lo verás y nos reiremos cogiendo olas en Gerra. Tú con tu tabla de surf y yo con mi "correolas".

Un amigo de "diez"

Era un chico que,"se hacía de querer muy pronto" y, para demostrarlo, ahí tenemos el hecho de que, en tan solo unos meses, había conseguido integrarse en un círculo de amigos muy similar al que, durante años, mantuvo en Las Rozas. Y es que a los amigos de Ignacio les gustaba tenerle como amigo. Claro que también en la familia tenía éxito. En sus primeras declaraciones tras su desaparición, su hermano Joaquín ya aseguraba que era "el tío favorito de sus sobrinos", algo corroborado en las fotos del álbum familiar que el viernes hacía públicas para que hiciesen uso de ellas todos los medios de comunicación, sin excepcines y sin exclusivas.

Estos días se ha repetido hasta la saciedad que sus dos principales aficiones eran el surf y el skate, al punto de que en Londres, más que por su nombre, le identifican como "El héroe del monopatín", una descripción que, curiosamente, recuerda vagamente a quienes en As Pontes todavía conservan la fugaz memoria del "niño del patinete". No eran los únicos deportes que practicaba. También le gustaba salir a la montaña, practicar el "trekking" y, en general, estaba fascinado por todos los deportes de riesgo.

Divertirse haciendo ejercicio físico era una de las caracterísiticas de la extrovertida personalidad de Ignacio, ciertamente, pero tras esa diversión había un hombre que, desde pequeño, destacaba porque, dice Joaquín, "era muy metódico y constante en el estudio, y le gustaban muchísimo los idiomas. De hecho, cuando no estaba con sus amigos y éstos llamaban a casa, le sorprendíamos entregado al estudio de cualquiera de los tres idiomas que, además del español, acabó dominando a la perfección: inglés, francés y alemán".

Un compñaero de su primer trabajo en el Banco Popular resaltaba que Ignacio "era una persona muy trabajadora y de una integridad moral tremenda. Era además un gran conversador, muy culto y al que le gustaba estar al día de todo".

Un vistazo a las páginas de las redes sociales que sus hermanos mantienen abiertas descubre, también, otras cualidades de este gallego. Desde unas convicciones religiosas profundamente arraigadas, y aplicadas en su comportamiento personal, a sus conocimientos en materias como la financiación internacional del terrorismo, con los que sorprendía cuando entre sus amigos tocó, y sucedió en más de una ocasión, hablar de un tema que no solo formaba parte de su profesión, sino que, en Inglaterra, y desgraciadamente, se ha convertido en la principal preocupación de la ciudadanía en las últimas semanas.

No sorprende, por tanto, que entre los mensajes que su hermanas Ana e Isabel todavía mantienen abiertos al público figuren palabras como éstas: "Le conocí poco, pero me bastó para saber que era una grandísima persona, capaz de hacer cosas al alcance de muy pocos. Todo lo que hizo es de alguien que tiene un corazón que no le cabe en el pecho" (Víctor García Bercial). Una opinión que corrobora uno de sus mejores amigos, Rafael Duarte, a quien si algo no le cogió de sorpresa fue que "siendo como era una persona de fuertes valores, no me extraña que teniendo un patín en la mano se hubiera lanzado a defender a alguien".

Infelizmente, los deseos de reecuentro de verano que su amigo Guillermo todavía mantiene en su facebook no se cumplirán, aunque como dijeron los hermanos, al menos, en medio de la tragedia, algo grande (y bello) ha emergido.

Del "niño del patinete"al abogado especializado en comercio bancario

  • En el ayuntamiento coruñés de As Pontes de García Rodríguez, se le rindió ayer un homenaje a Ignacio Echeverría Miralles, aunque, en verdad, muy pocos le recuerdan y, a los que lo hacen, es que se les despertó la memoria a base de acordarse de su afición: "Sí, era un niño que siempre andaba con un patinete, hijo de unos madrileños". Había nacido el 25 de mayo de 1978 en el hospital de Ferrol.La familia Echeverría-Miralles del Imperial se había asentado en As Pontes a mediados de los años 70, cuando el padre, el ingeniero asturiano Joaquín Echeverría, había sido destinado a trabajar en la factoría térmica de Endesa. En el colegio financiado por la propia empresa en la localidad, fue donde Ignacio cursó su primer curso de la antigua EGB, un centro en el que la mayor parte de sus compañeros vivían en su misma situación: eran hijos de trabajadores "de paso". A los ocho años, en 1986, toda la familia se traslada a Las Rozas (Madrid), donde desde entonces establecen su residencia. No consta que la familia volviese a Galicia, puesto que, para sus períodos vacacionales, solían elegir la villa de Comillas (en Cantabria) o bien alguna de las ciudades asturianas en las que todavía residen los parientes de Joaquín padre: Oviedo, Gijón y Avilés.Su segundo curso de Educación General Básica lo realizó ya en Las Rozas, al igual que el Bachillerato. Para sus estudios universitarios, eligió la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense. Tras licenciarse, completó sus estudios con un Máster en la Universidad de la Sorbona de París. Con unas notas de lo más destacadas, su primer empleo lo desempeñó en el Banco Popular, aunque poco después volvería a Francia para trabajar en la entidad gala Natixis y en el ABN AMRO Bank, completando sus primeras experiencias laborales en varios despachos de abogados y, ya especializado,como técnico de comercio exterior tanto España como en Alemania y Bélgica. Antes de que, en febrero de 2016, hubiese decidido irse a Londres para incorporarse a la plantilla de HSBC, Ignacio había trabajado durante tres años para Aresbank, una entidad especializada en el comercio con países árabes. En esa etapa, entre las responsabilidades del abogado español estaba la de la lucha contra el blanqueo, así como el cumplimiento de las sanciones internacionales a países como Irán, Siria y Libia.HSBC lo contrató precisamente como "analista de prevención de blanqueo", en un departamento en el que se elaboran modelos de prevención del crimen financiero, entre ellos los de vinculación a las organizaciones terroristas del fundamentalismo islámico.A Londres, donde ya residía su hermana, se había mudado para proseguir una meteórica carrera que se vio truncada la noche del pasado sábado cuando, acaso por primera vez en su vida, y sin saberlo, se topó delante de sus narices con las caras de los enemigos que tanto combatía desde su despacho.

Sergio Fariña, el otro héroe gallego del ataque de Londres. // FdV

Sergio Fariña, el pontevedrés que puso a salvo a 28 personas

  • Ignacio Echevarría no fue el único gallego que tuvo un comportamiento heroico durante el último ataque yihadista en Londres. El pontevedrés Sergio Fariña salvó la vida a 28 personas que huían de los terroristas y a las que dio refugio en el restaurante que regenta en el Borough Market. Además, tuvo la serenidad y el coraje de echar el cierre del local tras forcejear con uno de los terroristas que intentaba entrar armado con un cuchillo. Mientras, tanto los clientes como los trabajadores refugiados en el interior llamaron a la Policía, porque no sabían cuántos era los terroristas ni si volverían al local.Sergio Fariña, que regenta en Londres el restaurante "Arthur Hooper Bar", lleva 16 años residiendo en Londres y recientemente se ha casado con una mujer turca. En las imágenes captadas por las cámaras de seguridad se observa cómo el pontevedrés permite la entrada a una persona que huía del ataque yihadista y cierra la puerta en el momento justo en que pretendía entrar un terrorista armado y con un chaleco suicida falso. Justo después, la policía acorraló y abatió a los tres atacantes a las puertas del pub Wheatsheaf, situado justo al lado en Stoney Street.Una de las personas que salvó la vida gracias a la valentía demostrada por Sergio Fariña, relató al diario británico "The Sun" cómo vivió aquellos momentos. Lottie Young, de 29 años, que se encontraba en el Arthur Hooper Bar restaurante con su hermana, tuvo palabras de elogio para el pontevedrés, que aguantó estoicamente en la puerta ante la presencia del atacante, así como para un camarero que fue capaz de abrir la puerta y dar una patada a un cubo que impedía que siguiera bajando el cierre metálico.Durante los momentos de mayor tensión, las personas que se encontraban en el local se refugiaron en los lavabos y en la cocina, mientras sonaban los disparos de la policía. Como declaró el propio Sergio Fariña días después del ataque terrorista, a los clientes los refugió "en un sótano bajo la cocina, porque pensábamos que llevaba dinamita y que el terrorista nos podía hacer volar a todos. Se quedaron allí una hora hasta que comprobamos que estábamos rodeados por la Policía, y que si pasaba algo no sería delante de nosotros".Cuando, tras ser abatidos los terroristas, se calmó la situación, los clientes y demás refugiados acabaron cenando gratis y abriendo botellas de vino en la cocina, señaló Lottie Young. Eso sí, cuando se despidieron, el pontevedrés Sergio Fariña, "manager" del restaurante, les dijo sin perder la compostura: "Dejadnos una buena reseña en el TripAdvisor, ¿OK?".

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