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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

La venganza se sirve en plato frío

Dice el refrán que "la venganza se sirve en plato frío", y es lo que exactamente ha hecho el exasesor de seguridad nacional de Donald Trump, John Bolton, publicando un libro que desnuda al presidente republicano. Mucho más "halcón" que Trump, pero infinitamente más inteligente, Bolton fue despedido tras numerosos desencuentros por la política a seguir frente a Venezuela, Irán o Afganistán. En su libro, "The room where it happened" (La sala donde sucedió), cuya publicación en EE UU trata de impedir el presidente, Bolton muestra la afición de Trump a los autócratas y dictadores, su olímpico desprecio de la Constitución y su profunda ignorancia.

Bolton revela que Trump pidió a su homólogo chino que le ayudase a ganar las elecciones impulsando la compra a EE UU de soja y trigo, lo que beneficiaría a los agricultores norteamericanos, sector donde el presidente tiene un importante granero de votos. Trump no solo le comentó a Xi Jinping lo buena que era la idea de eliminar los límites al número de mandatos presidenciales, sino que elogió la construcción por China de campos de concentración donde el régimen comunista mantiene recluidos hasta un millón de uigures musulmanes. Revela también en su libro que Trump creía que Finlandia formaba parte de Rusia y que le parecía "estupenda" la idea de invadir Venezuela ya que, según él, el país su- damericano es "realmente parte de EE UU".

Han coincidido las revelaciones de Bolton con mi lectura del libro escrito por Ivan Krastev y Stephen Holmes "La luz que se apaga". Es un ensayo que me gustaría recomendar vivamente a quienes se interesen por lo que sucede en los países excomunistas y en la Rusia de Putin con el auge del populismo y de lo que se ha dado en llamar las democracias "iliberlales", pero que, en mi opinión, ofrece también un excelente diagnóstico de la visión de Trump del papel de su país en el mundo.

En el mundo entre hobbesiano y darwinista en el que solo cree Trump, Estados Unidos no debe preocuparse del bienestar de los demás -sean o no aliados- sino que su único objetivo debe ser siempre conseguir las máximas ventajas en cualquier negociación en que se embarque desde su posición de fuerza. Trump no distingue, argumentan los autores, entre países que respetan o violan los derechos humanos. En su particular visión, EE UU no debe ser "ese faro de libertad y justicia que ilumina al mundo", algo que ha formado siempre parte de la ideología de sus gobernantes, ya fuesen republicanos o demócratas.

Para Trump, que ha tirado prácticamente por tierra los acuerdos firmados por sus predecesores - el de París sobre el cambio climático, el nuclear con Irán o los de limitación de armamentos- EE UU es un país tan carente de principios, tan amoral como cualquier otro, y no debe pretender ser ejemplo para nadie. Con su abandono de la doctrina del "excepcionalismo" norteamericano, Trump demuestra ser menos hipócrita que muchos que le precedieron en la Casa Blanca. Pero esa guerra de todos contra todos que preconiza convierte al mundo en mucho más peligroso.

(1) "La luz que se apaga: cómo Occidente ganó la guerra fría pero perdió la paz". Ed. Debate

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