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Pocas residencias entreabren su puerta a reencuentros

La preparación de los protocolos para hacerlo con seguridad y la autorización por parte de la Xunta retrasan el acceso de familiares

Una de los primeros reencuentros con residentes: el de Clavel con su tía Estrella, ayer, en Ballesol. // A. Villar

El Gobierno central permite la entrada de visitas a residencias sociosanitarias en la fase 2. Sin embargo, articularlo es más complicado que decirlo. Ayer, fueron muy pocos los centros de mayores del área sanitaria de Vigo que pudieron citar a familiares para celebrar estos ansiados reencuentros. Tampoco hay excesiva prisa. Tanto los geriátricos como las familias están dispuestos a esperar para hacerlo en las mejores condiciones de seguridad.

El número de residencias que ayer contaban con autorización para recibir visitas no es público. La Xunta no facilita este dato sobre centros privados, alegando que puede variar diariamente en función de su situación epidemiológica. Sí lo hace con las públicas. En la ciudad de Vigo, el Complexo Residencial de Atención a Persoas Dependentes (CRAPD) ubicado en el VigoMeixoeiro, pero aún no cumple con el criterio de estar limpio de coronavirus en los últimos 15 días.

Según los contactos efectuados con más de una decena de centros, este diario ha constatado que son escasos los que pudieron concertar reencuentros para ayer.

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Para poder autorizarlos, el Sergas les requirió el pasado miércoles información sobre 34 puntos del plan de reactivación del ámbito sociosanitario. Muchos requerían adjuntar protocolos adaptados a cada instalación y no todos tuvieron capacidad para remitirlos en el plazo de 24 horas marcado. Los que sí lo lograron, ayer por la mañana aún aguardaban la autorización de la Xunta. Otros prefieren esperar hasta el 1 de junio para poder organizar las visitas, ya que hay que hacer una encuesta a todo el que accede al centro.

Uno que sí la recibió, a última hora de la mañana, fue Ballesol. Clavel Blanco fue una de las primeras que pudo visitar a su tía, Estrella Pérez, de 95 años. Lo primero que se dijeron es lo guapas que se veían y las "dos buenas melenas" que tienen. Se emocionaron mucho y tuvieron que contenerse para no hacer lo que más les apetecía: recortar esos dos metros que las separaba y darse un beso.

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