Es la resignación lo que caracteriza al vigués que ayer transitó la Gran Vía, ya fuera propulsado por sus propias extremidades, su vehículo particular, o el transporte público. Más que enfado o irritación por los disturbios que pudiera causar la primera jornada de cortes de tráfico, quienes ayer frecuentaron una de las arterias aortas de la ciudad adoptaron un rictus de cierta conformidad: para embellecer, hay que padecer, pensaron la mayoría, sin dar demasiado pábulo a que el embudo circulatorio -provisional- vaya a condicionar sobremanera sus rutas habituales, sus necesidades de trabajo, o sus expectativas de venta, caso de los comerciales de la zona.
La calle se quedó a muchas millas de parecerse a un pasaje de S in noticias de Gurb, el libro de Eduardo Mendoza que contaba las peripecias de un robot en las obras de Barcelona '92. Pasadas las diez de la mañana, aún no se ha cortado el tráfico y los primeros calores del día se filtran por las calles perpendiculares a Gran Vía, donde Alfredo Estévez, taxista, departe relajadamente con otros dos compañeros de gremio, con el ruido de fondo de los silbatos de los agentes de policía local. ¿Trastorno? "Le va a llegar bien", comenta, "como decía mi abuela, hai que ter pacencia, sin i". Es lo que hay, no puedes parar una ciudad, reconstruirla y volverla a relanzar en una noche". Los taxistas son los primeros que han almacenado en la memoria los recorridos alternativos ("vas por Vázquez Varela, sales allá arriba por Filipinas, ni tan mal") y Estévez da la bienvenida a este nuevo paso que, previa instalación de una pasarela con rampas mecánicas y una inversión de 5,1 millones de euros para las obras entre María Berdiales y Venezuela, busca hacer de Vigo un poco más horizontal, que por vertical, dicen, ya se le conoce.
Alfredo Estévez - Taxista
"El trastorno le va a llegar, pero paciencia. La ciudad no se relanza en una noche"
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A pocos metros de la parada del taxi, José Antonio Estévez y Julio Álvarez ocupan uno de los bancos sombríos protegidos por las faldas de El Corte Inglés. Son jubilados y interpretan bajo su propia lupa el futuro de la reforma. "Yo vivo aquí -dice Julio señalando una edificio del córner con Venezuela- y va a causar mucho trastorno, pero si es para bien... A mí me interesa que suba la rampa". Conscientes de su propio protagonismo en el clásico retrato del retirado viendo obras, Jose Antonio confía en que con el paso de los días y las semanas la gente "vaya buscando alternativas". Él respalda la remodelación "al 100%" aunque le gustaría que el vallado y los cortes sirvieran también para llevar la rampa mecánica hasta Plaza América, una propuesta enunciada en el pasado por Caballero. "A mí me encanta ir hasta allí pero no voy porque después tengo que subir toda la Gran Vía. Ojalá que la pongan".
José Antonio Estévez - Jubilado
"Apoyo las obras al 100% pero ojalá que pongan la rampa hasta Praza América"
Desde el escaparate de su tienda de colchones Syo, al otro lado de la calle, Daniel Cores pregunta por qué tantos agentes de policía están plantados en las esquinas. Dice que "a corto plazo" las ventas se resentirán pero que a la larga quién sabe. "Ahora en verano tampoco va a haber nadie, pero si se alarga hasta Navidad será complicado". Daniel espera con todo que la reforma de las medianeras y la adecuación de más espacios para peatones sea un gancho para ganar en afluencia, y en potencial clientela. "Todo se verá".
Daniel Cores - Comerciante
"En verano no va a haber nadie, pero si se alarga hasta Navidad será complicado"
"A mí no me molestan para nada. Es más, sé que esto va a quedar bonito y seguramente atraiga a muchos clientes para aquí", observa Lucía Rodrigues, detrás del mostrador de Travel una tienda de maletas de Gran Vía. Gracias a las rampas, subraya, podría dispersarse la concentración de compradores que se quedan en Urzáiz y no afrontan las pendientes de la avenida.
Lucía Rodrigues - Comerciante
"No me molestan para nada; es más, quedará bonito y atraerá clientes"
Entre el gremio de conductores, los hay como Alexandra Díaz, receptivas a las obras: "Tienen que mejorar Vigo. "Hay gente que lleva carrito y me parece cómodo, y aunque se sufra un poco por el tráfico no se pueden hacer mejoras sin fastidiar un poco, hay que salir un poco antes de casa y ya está". "Si es para mejorar... Aunque a nosotros no nos perjudica mucho, vivimos en Traviesas y el coche, lo justo", refrenda Teresa Barros.
Alexandra Díaz - Conductora
"Aunque se sufra por el tráfico no se pueden hacer mejoras sin fastidiar un poco"
Minutos antes una pareja empuja un carrito cuesta arriba sin dejar de proferir un "uf, estamos asfixiados". Lo dicen prácticamente al lado de Antonio Vázquez, otro jubilado, que mira muy de cerca los carteles contra la tala de árboles. Non son un adorno, rezan algunos. Y Antonio, en efecto, lo cree. "Esto me parece una aberración. Los árboles que los dejen estar donde están, que tienen tantos años como Caballero, y con Caballero estoy contento, eh", chancea.
Antonio Vázquez - Jubilado
"Los árboles que los dejen estar donde están; es una aberración"
Más reivindicativos se muestran los ciclistas. Ser uno en Vigo "se lleva fatal", denuncia Diego Marín, porque ante la inflación de terrazas, hay cada vez menos sitio para dar pedal, "tanto si vas por la calle como si vas por la acera, vas mal. No solo aquí, en todo Vigo hace falta un carril bici urgente". Él, sin embargo, no está dispuesto a esperar: próximamente anuncia que se pasará al patinete eléctrico. La moto es el medio elegido por Pablo Artero, una Vespa reluciente, que recomienda para sortear la falta de aparcamientos: "Si esto contribuye a que podamos andar Vigo, ya que solo se sube o se baja, creo que esto animará a que la gente coja menos el coche".
Diego Marín - Ciclista
"No solo aquí, en toda la ciudad hacen falta carriles bicis de forma urgente"
Pablo Artero - Motorista
"Si esto contribuye a que se ande en Vigo, animará a la gente a coger menos el coche"
