Nuevo órdago del Elíseo a los fabricantes de automóviles franceses. Las ayudas a los grupos PSA de los cuales el estado galo es accionista y no se descarta que aumente su participación si la crisis del Covid-19 se agrava, no saldrán gratis: París quiere repatriar parte de la producción que a lo largo de las últimas décadas se ha ido a países como España, Turquía o los de Europa del Este. La advertencia, similar a las lanzadas en otros contextos económicos complejos, la protagoniza el ministro francés de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire: "Estamos dispuestos a ayudaros, estamos dispuestos a mejorar, por ejemplo, las primas de conversión [ayudas para la compra de un coche nuevo y ecológico], estamos dispuestos a mirar qué puede mejorar vuestra competitividad en la producción en Francia, la contrapartida debe ser qué relocalización tenéis prevista", manifestó.
Las declaraciones no han pasado desapercibidas en Vigoque acaba de retomar la producción de vehículos tras casi dos meses de parón, y donde la mayoría de los sindicatos expresan su preocupación por la amenaza velada del ministro galo. "Que los estados puedan entrar en el capital de las empresas no será gratuito, están cambiando las estrategias", anotan desde UGT, que recuerda que tanto PSA como Renault también reciben inyecciones millonarias de las administraciones españolas. CC OO coincide: "Nos preocupa ese posible cambio de estrategia, esperemos que el buen hacer de Vigo a la hora de tomar este tipo de decisiones". La CUT, en la línea, esgrime que "a globalidade e a competividade fai inviable esa pretensión". "As liñas de producción e as plataformas de ensamblado de cada fabrica son distintas. É unha maneira de presionar tamén para que os diferentes países e gobernos subvencionen o sector", argumenta el sindicato.
Lo que reclama Le Maire ya se planteó en anteriores crisis, en 2009 y 2012, y no hubo repatriaciones de producción, solo compromisos para mantener el volumen de vehículos ensamblados en el país y en la parte que le toca a PSA, ese acuerdo, que en varias ocasiones se hizo extensible a los sindicatos galos en las negociaciones de planes de competitividad, se mantuvo incluso en los peores años de la multinacional, cuando llegó a perder más de 2.000 millones de euros al año.
El máximo responsable de la marca Peugeot, Jean-Philippe Imparato, salió al paso de las declaraciones de Le Maire, recordando que PSA no es partidario de tomar medidas que puedan afectar a los mercados. En 2009, el gobierno de Nicolas Sarkozy había concedido préstamos a los fabricantes franceses con el objetivo de no cerrar plantas en suelo galo, pero eso no evitó clausuras como las de Aulnay-sous-Bois solo cuatro años después, cuando el Elíseo rescató PSA entrando en su capital al igual que el grupo chino Dongfeng Motors, justo antes de la llegada de Carlos Tavares a la presidencia de la multinacional gala.
En su argumentario en una entrevista a la radio BFM Business, Le Maire recordó que Francia producía en 2004 más de 3,66 millones de coches y la previsión para 2020 era de 1,71 millones (antes del Covid). Lo que el ministro no dijo es que tanto PSA como Renault solo han deslocalizado aquellos modelos que pese a tener altos volúmenes de producción no eran rentables en las plantas galas por costes, sobre todo pequeños utilitarios y vehículos comerciales, mientras que la alta gama sigue siendo made in France. Tampoco mencionó que los beneficios de las fábricas en países como España o Turquía retornan en buena parte a París o que ambos OEM reciben ayudas públicas en todos los países para I+D, transformación de instalaciones y empleo; eso sin contar los incentivos al achatarramiento de coches para incentivar las ventas.
