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La llegada de Rafinha, un examen de madurez para Brais Méndez

El mosense ve dificultada su titularidad en el momento en que deben reiniciarse las negociaciones de su renovación

Brais Méndez presiona a David Costas en un rondo en A Madroa. Alba Villar

La llegada de Rafinha, ya que destinado a convertirse de manera inmediata en jugador de referencia, genera un efecto de arrastre que apunta directamente a Brais Méndez. Esa ubicación como interior izquierdo parece la natural en el esquema de 4-4-2 que Fran Escribá, de momento, no quiere variar. La polivalencia de Rafinha le permite ocupar otras posiciones y también Brais podría actuar por territorios centrales y en otros dibujos. La convivencia es posible. Pero a corto plazo, a Brais se le ha complicado retener el puesto titular justo antes de que se reinicien las negociaciones para su renovación.

El rápido aterrizaje de Brais Méndez en el primer equipo es posiblemente el mejor legado de Juan Carlos Unzué. En una temporada monótona, más rutinaria si cabe por la comparación con las grandes emociones vividas con Berizzo, cabe destacar en el técnico navarro precisamente esa apuesta por la cantera que era uno de los escasos reproches hacia el argentino. Brais, de 20 años entonces, debutó ya y como titular en la quinta jornada, en un empate en Balaídos ante el Getafe. No volvería a jugar hasta la duodécima jornada y luego lo haría de manera intermitente hasta febrero. Pero a partir de entonces tendría una presencia constante y acabaría siendo titular en los siete últimos partidos. Esa campaña acumuló 19 choques ligueros, con un gol y una asistencia. “A Unzué le debo todo”, ha reconocido el centrocampista.

La marcha de su valedor hizo pensar en una reducción de su cuota de minutos. No sucedió así. Mohamed solo dudó en los primeros choques. Luego le entregó el puesto, igual que Cardoso y Escribá. Un partido por sanción y tres de baja por lesión muscular son sus únicas ausencias desde octubre; en todas las actuaciones fue titular salvo en Leganés. 31 partidos, en total, con seis goles y siete asistencias.

Grandes números, pero no tan buenas sensaciones. Luis Enrique lo convocó en noviembre. Una decisión sorprendente por lo prematuro, que se explica por el conocimiento que el seleccionador y sobre todo su cuerpo técnico, el mismo que con Unzué, tenían del mosense, a quien seguramente querían ir introduciendo en el círculo de trabajo de la selección más que disponer de él ya de forma regular. Marcó el gol de la victoria sobre Bosnia en su debut. Pero su rendimiento, como el del colectivo, fue decayendo durante la temporada. Pagó la orfandad en que lo dejó Iago Aspas, su mejor socio, cuando se lesionó. Un sector de Balaídos lo abucheó en ocasiones. Brais nunca se escondió. Siguió pidiéndola, y equivocándose, en los partidos más espesos. Es un jugador elegante, que no transmite fiereza o energía en su gestualidad. Casi por deducción aritmética, sus detractores suponen que la internacionalidad se le indigestó, aunque desde el vestuario niegan cualquier impertinencia. Brais es el mismo chico que pidió ayudar a sus compañeros del filial cuando ya hacía vida con los profesionales; el mismo que sigue acudiendo a Barreiro. Él siempre ha mantenido un discurso educado, humilde y cordial hacia la afición. En una entrevista con Faro valoraba: “Balaídos siempre me ha tratado bien, a excepción de un par de partidos, pero no los culpo. Al final, cada uno es libre de opinar lo que quiera y de mostrarlo. Entonces, me quedo con el cariño de mucha gente, que me ha apoyado tanto en redes sociales como al salir a la calle. Creo que una parte piensa una cosa y otra tiene un pensamiento distinto, me lo hace saber y se lo agradezco”.

Escribá le ha respetado la jerarquía en este inicio de campeonato. Ha sido titular en los tres partidos. Todavía existían alternativas claras. El club apuesta por él. Brais concluye contrato en 2021, todavía con sueldo de estrella del filial, en vez de lo correspondiente a un valor consolidado del primer equipo. Las negociaciones se han quedado en la fase preliminar. Están paradas desde hace meses, con un cierto mohín entre las partes que no llega a malestar. La relación entre la directiva y los agentes del jugador, los excélticos Juan Sánchez y Tarraga, es excelente. Y Brais, al que se relacionó con el Bayern de Múnich durante el verano, no admite dudas respecto a su futuro: “Yo ya he dicho lo que pensaba y ojalá se resuelva pronto y podamos estar muchos años aquí, que es mi casa, la siento así y me encantaría continuar”.

La prioridad del Celta es afrontar esta ampliación de contrato enseguida. Es la primera tarea, una vez concluido el mercado, a expensas también de que se rescinda la relación con Beauvue, porque se ha alcanzado el límite con el tope salarial. Pero la llegada de Rafinha, una oportunidad con la que en Príncipe no contaban, introduce un elemento interesante en el escenario. Rafinha ha sido fichado como estrella. A la vez, que rinda a su nivel, sin problemas físicos, hará más difícil cualquier pequeña opción que exista de retenerlo a partir de junio. Brais, si Escribá considera que compiten por el mismo puesto, vería reducido su cuota de minutos, pero es más valor de futuro. Su reto ahora consiste en reaccionar con firmeza a la competencia que Rafinha supone.

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