Guerra en Oriente Próximo
Un ex primer ministro israelí acusa a Netanyahu de cometer "crímenes de guerra" en Gaza
Un encuesta reciente de la Universidad de Pensilvania sostiene que el 82% de los israelíes son partidarios de expulsar a toda la población de la Franja

Familiares de las víctimas acuden a la morgue del Hospital al Shifa, después del bombardeo israelí de una escuela, donde se refugiaban personas desplazas, en la norteña ciudad de Gaza. / AHMAD AWAD / EFE

Las escenas apocalípticas que salen cada día de Gaza no solo han superado los niveles de tolerancia de los principales aliados del Estado judío, cada vez con más problemas para defender su pasividad ante lo que está ocurriendo. También en Israel algunas personalidades públicas están dando señales evidentes de indigestión ante el rumbo de la campaña militar, descrita como un "genocidio" por las principales organizaciones humanitarias. "Lo que estamos haciendo en Gaza es una guerra de devastación: una matanza indiscriminada, ilimitada, cruel y criminal de civiles", ha escrito el ex primer ministro Ehud Olmert en una tribuna en el diario 'Haaretz'. Olmert sostiene que nada de eso es producto del descontrol de algunas unidades militares, sino el fruto de una política deliberada. "Es el resultado de la política del Gobierno, dictada de forma consciente, malvada, malintencionada e irresponsablemente. Es cierto, Israel está cometiendo crímenes de guerra".
El dirigente conservador, que hizo carrera en el Likud de Binyamín Netanyahu antes de unirse a Ariel Sharon en Kadima después de que desmantelara las colonias judías en Gaza para dirigir el país entre 2006 y 2009, es el último político israelí en levantar la voz ante las atrocidades cotidianas en la Franja. Como Olmert, muchos de ellos están ya retirados de la primera línea, aunque sus posturas conservan cierto peso entre una opinión pública israelí poco acostumbrada a ver en los principales medios --con alguna excepción-- la realidad de lo que ocurre en la Franja. "Ha habido demasiados casos de crueles asesinatos de civiles, de destrucción de la propiedad y de los hogares. Hay demasiados saqueos y robos en las casas, de los que presumen en muchos casos los soldados", escribe tras condenar también la situación de hambruna impuesta por el bloqueo de fronteras.
Olmert no suscribe la tesis del "genocidio" o la "limpieza étnica", pero subraya que es hora de acabar con la guerra "antes de que desaparezcamos de la familia de las naciones y nos sienten ante la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra". Sus palabras llegan solo unos días después de que el líder de Los Demócratas, la formación surgida de la unión del antiguo Partido Laborista y el pacifista Meretz, advirtiera que Israel "va camino de convertirse en un Estado paria, como lo fue Sudáfrica en su día" si no recupera la cordura. "Un Estado cuerdo no hace la guerra contra civiles, no mata a bebés por hobby y no se fija como objetivo despoblar el territorio", dijo el izquierdista Yair Golan, quien fue también ministro y número dos del Estado Mayor del Ejército. Netanyahu describió sus palabras como un "libelo de sangre" antisemita y, desde entonces, son muchos lo que han llamado "traidor" a Golan.
Mayoría en contra de la guerra
Y es que si bien la mayoría de israelíes está ahora en contra de la guerra, cerca de un 60% según las últimas encuestas, esa oposición se deriva más de su preocupación por los rehenes que siguen en Gaza que por el castigo infligido a los palestinos. Otro sondeo reciente, elaborado por la Universidad de Pensilvania con una muestra en torno al millar de encuestados y publicado por 'Haaretz', señalaba que el 82% israelíes está a favor de expulsar a toda población de la Franja. No solo eso, el 47% dijo ser partidario de matar a todos sus habitantes, como hizo Josué en el relato bíblico tras conquistar Jericó (el símil que aparecía en la pregunta), mientras el 52% apoyaría un plan para deportar a todos los árabes de Israel, casi dos millones de personas con nacionalidad israelí.
De ahí que voces como las de Olmert, Golan o Moshe Yaalon sigan siendo hoy gritos en el desierto. Este último, exjefe del Estado Mayor y ministro de Defensa de Netanyahu hasta 2016, acusó a su antiguo jefe de filas de liderar una campaña de "limpieza étnica" en Gaza. "Estoy obligado a advertir de lo que allí sucede porque se nos está ocultando", le dijo entonces a la televisión pública israelí. "Nos están llevando por un camino de conquista, anexión y limpieza étnica. Y se están cometiendo crímenes de guerra", dijo Yaalon.
Nuevo jefe del Shin Bet
De momento, sin embargo, nada parece que vaya a cambiar. La presión internacional no se ha traducido todavía en ninguna medida significativa para forzar a Israel a detener los ataques. Solo hay palabras y amenazas. Y mientras Netanyahu sigue aprovechando cada oportunidad que se le presenta para rodearse de acólitos de la línea dura. Su último fichaje es el mayor general David Zini, al que ha puesto al frente del Shin Bet, el poderoso servicio de seguridad interna, a pesar de que la fiscal general del Estado ha tachado de "ilegal" su nombramiento.
Zini es un colono, como los ministros Bezalel Smotrich o Itamar Ben Gvir, residente en un asentamiento pegado a la frontera siria, en el Golán ocupado. Y pertenece también al llamado sionismo religioso, la ideología predominante entre la rama más extremista de los colonos, una mezcla de ultranacionalismo y fundamentalismo religioso. No en vano, hace solo unos meses el propio Netanyahu descartó su candidatura tras decirle a sus allegados que Zini es "demasiado mesiánico".
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