Viaje oficial del presidente de EEUU
Los negocios multimillonarios de la familia Trump en el golfo Pérsico
La Trump Organization ha firmado suculentos contratos inmobiliarios con empresas y fondos soberanos de la región, al tiempo que recibía grandes inversiones para sus proyectos de criptomonedas y capital riesgo

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman / -/Saudi Press Agency/dpa

Donald Trump ha vuelto a escoger las ricas monarquías del golfo Pérsico, regímenes autoritarios de corte ultraconservador y con un creciente protagonismo en la geopolítica mundial, como destino de su primer viaje oficial al extranjero tras asistir al funeral del papa Francisco en Roma. Un itinerario similar al que abrió su primer mandato. El líder estadounidense aspira a cerrar durante su visita a Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Qatar acuerdos económicos por valor de un billón de dólares en defensa, energía, semiconductores o inteligencia artificial. Pero será también un viaje de carácter casi familiar. Tanto sus hijos como su yerno Jared Kushner llevan años haciendo caja con los petroestados árabes, una relación comercial que se ha intensificado desde que Trump volvió a la Casa Blanca pese a los evidentes conflictos de interés que genera y las acusaciones fundadas de que parte de ese dinero beneficia directamente al presidente.
Nada de eso parece importar al republicano, como demuestra el vigor con el que ha defendido la oferta que le ha hecho Qatar para regalarle un Boeing 747-8 de última generación que reemplace de forma temporal al Air Force One, el avión presidencial. "Un palacio volador" valorado en 400 millones de dólares. "Nos lo dan como regalo. Sería estúpido no aceptarlo", dijo el lunes el presidente saliendo al paso de las críticas que ha generado la propuesta en EEUU. El gesto pone de manifiesto los estrechos vínculos que las monarquías del Golfo han establecido con el magnate a través de los negocios de su familia. Todos ellos consumados desde su entrada en política y desarrollados junto a poderosos socios locales, a menudo vinculados directa o indirectamente con la familia real de turno o alguno de los fondos soberanos de la región.
Los últimos acuerdos se anunciaron a finales de abril, después de que Eric Trump, el tercer hijo del magnate y vicepresidente de la Trump Organization, visitara la región por tercera vez en los últimos 10 meses. Uno de ellos contempla la construcción de un hotel-rascacielos de 80 plantas en Dubái, que se desarrollará junto a la constructora Dar Global, una subsidiaria de la promotora saudí Dar al Arkan, vinculada a la familia real, según 'The New York Times'. En esa misma ciudad de Emiratos Árabes Unidos, la empresa del neoyorkino tiene ya un campo de golf, inaugurado solo un mes después de jurara el cargo por primera vez como presidente en 2017, y otro acuerdo para licenciar su marca en un rascacielos residencial, con apartamentos que han empezado a comercializarse por 20 millones de dólares.
También a finales del pasado mes de abril, la Trump Organization anunció otro contrato con Dar Global y Qatari Diar, una empresa del fondo soberano qatarí, para utilizar su marca en un campo de golf y un complejo de villas de lujo que se construirán en Doha. A todo ello habría que añadirle los tres proyectos que la compañía cerró el verano pasado en Arabia Saudí, incluido un rascacielos residencial en Jeddah, la segunda ciudad del país, o el campo de golf con hotel y villas de lujo que se construye en el vecino sultanato de Omán.
Conflictos de interés y dudas legales
Ese cúmulo de negocios en la región despierta muchas suspicacias en EEUU. No solo por las dudas legales y éticas que plantea, sino por la oportunidad que concede a ciertos gobiernos para utilizar esas transacciones como moneda de cambio para obtener favores políticos de Washington. "Cuando los estadounidenses eligen a un presidente, esperan que trabaje para ellos y no para su beneficio personal", dijo recientemente Robert Weissman, copresidente de Citizens United, una organización que vela por la transparencia en los asuntos públicos.
Como en tantas otras cosas, Trump ha roto también en este ámbito con la tradición. Otros presidentes se desprendieron de sus negocios antes de asumir el cargo o los pusieron bajo un fideicomiso ciego para que fueran administrados al margen de su control o conocimiento por un gestor independiente. Trump también puso sus activos en un fideicomiso, pero el suyo está administrado por sus hijos, con los que tiene contacto permanente y viajan por el mundo protegidos por el Servicio Secreto.
No solo eso. Durante el primer mandato del republicano, la Trump Organization respetó en gran medida su compromiso de no firmar nuevos acuerdos comerciales en el extranjero para no incurrir en potenciales conflictos de interés. Un compromiso que no está cumpliendo esta vez. Mientras Eric Trump cerraba acuerdos en el golfo Pérsico a finales de abril, su hermano Don Jr. se pateaba Serbia, Bulgaria y Hungría en busca de oportunidades de negocio. "Es ridículo que alguien se atreva a sugerir que el presidente Trump está haciendo algo en beneficio propio", dijo recientemente la portavoz de la Casa Blanca. "Esta Casa Blanca se exige a sí misma los mayores estándares éticos".
Las criptomonedas de los Trump
Pero el pastel no acaba ahí porque el dinero del Golfo también ha invertido a manos llenas en los negocios de criptomonedas y capital riesgo de la familia Trump. El mes pasado se anunció que uno de los fondos de inversión del gobierno de Abu Dhabi (MGX), uno de los emiratos que forman Emiratos Árabes Unidos, adquirirá 2.000 millones de dólares de una 'stablecoin' emitida por World Liberty Financial, la compañía de criptomonedas de la familia Trump, para invertirlos en una de las plataformas del sector. Una operación que dejará un suculento retorno a la familia del neoyorkino. Pero no solo porque entre los fundadores de la compañía está también Steve Witkoff, el negociador especial de la Casa Blanca para Oriente Próximo y Ucrania.
Gran parte de esta relación privilegiada de los Trump con el Golfo se forjó durante el primer mandato del republicano, cuando fraguó varios acuerdos de normalización entre Israel y los países árabes. Por entonces, el hombre encargado de negociarlos fue Kushner, marido de Ivanka Trump y yerno del presidente. Poco después de que el republicano abandonara la presidencia, cuando parecía que su carrera estaba acabada tras incitar el asalto contra el Capitolio, Kushner fundó el fondo de capital riesgo Affinity Partners.
Y no tardaron en lloverle la inversiones de sus amigos árabes. El fondo soberano de Arabia Saudí, controlado por el príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, invirtió 2.000 millones de dólares en Affinity a pesar de que su Consejo de Administración recomendó que no lo hiciera, según publicó en su día 'The New York Times'. Luego llegaron otros 200 millones de Emiratos y Qatar respectivamente.
Suscríbete para seguir leyendo
- Irene Díez, ginecóloga: “La incontinencia urinaria no se soluciona con compresas, hay que acudir al médico”
- Sin fuegos artificiales ni alumbrado en las fiestas de Coia
- Hallan los cuerpos de Txell Fusté y Esteve Carbonell, desaparecidos en los Pirineos hace seis meses
- Lista de espera para desbrozar fincas: «Hoy tuve que decir no a tres clientes»
- «Convivo con el dolor extremo por neuralgia del trigémino»
- Ni dolor de espalda ni hernia discal: los signos de alarma para sospechar de un tumor vertebral
- El instituto Rosais II logra la nota más alta de Galicia en la Selectividad
- El melanoma no siempre comienza con un lunar en la piel: síntomas y cómo detectarlo a tiempo