Protestas

Serbia, en ebullición

Miles de serbios alimentan protestas multitudinarias que se han convertido en un desafío directo al Gobierno de Vučić

Protesta ciudadana contra la violencia en Belgrado (Serbia).

Protesta ciudadana contra la violencia en Belgrado (Serbia). / EFE

Irene Savio

De forma inesperada, Serbia ha entrado estos días en una espiral de protestas multitudinarias que ya desborda la exigencia de acabar con la violencia en la sociedad, la 'raison d’être' que primero llevó el descontento a la calle. Tras los tiroteos masivos que dejaron 18 muertos este mes, el enfrentamiento directo es ahora contra el Gobierno del nacionalista Aleksandar Vučić de consecuencias imprevisibles.

Los manifestantes, respaldados también por varios partidos de la oposición serbia, hasta ahora ya han llevado a cabo tres protestas callejeras seguidas. La siguiente está prevista para este fin de semana, cuando nuevamente desfilarán por Belgrado y otras ciudades serbias. Exigen, entre otras peticiones, que renuncien varios altos cargos del Gobierno (entre ellos, el ministro de Interior y el jefe de los servicios secretos) y que no se renueven las licencias de transmisión de dos canales privados de televisión (de seis que existen a nivel nacional) que promueven contenido violento. Consideran que estas emisiones contribuyeron a crear el clima que llevó a las matanzas.

La gran cantidad de personas que se han manifestado hasta ahora, muchos con sus familias, ha sorprendido al Gobierno, que ha respondido agresivamente a la protesta. Vučić les ha acusado de querer politizar una tragedia y crear "caos e inestabilidad" en Serbia. Otros han llegado incluso a sugerir, sin argumentaciones sólidas, que detrás de las protestas estaría la CIA estadounidense. Insinuaciones que han enfurecido aún más a los manifestantes, que alegan que el Gobierno está agitando una vez más la carta del victimismo y del enemigo externo, junto con tácticas de desinformación de los 90, para desacreditarlos.

Hartazgo ciudadano

La analista Aleksandra Tomanic, directora ejecutiva de European Fund for Balkans, recuerda que la situación "está en ebullición" desde hace tiempo. "Vučić ha literalmente tomado el control de toda la economía, la sociedad, la política, todas las esferas de la vida del país. Y ahora la gente está harta, la inflación se ha disparado, hay más pobreza…", afirma. "Una cosa es el discurso exterior y otro muy distinto el discurso interno de Vučić. A nivel interno, su narrativa es perturbadora, los medios cercanos a él alimentan el miedo, la ansiedad, la polarización y la violencia", opina. Y añade que también por esto "Serbia no ha tenido elecciones libres y justas en 10 años".

De ser una suerte de autócrata, entre otras cosas, Vucić ha sido acusado insistentemente por sus detractores desde que ganó las elecciones presidenciales en 2017. Entonces, la protesta se mantuvo durante varios días, entre acusaciones de fraude electoral contra el líder serbio. Lo mismo sucedió en 2018, después de que el representante de la oposición Borko Stefanovic fuera atacado en la ciudad sureña de Krusevac. Y de nuevo en 2021 y 2022l: la gente salió a la calle para protestar contra la explotación del litio

La diferencia, en opinión de Savo Manojlović, es que ahora "somos muchos más, hay caras nuevas y más jóvenes". Según este activista, de la plataforma Kreni Promeni (Ve y Cambia), una de las principales organizadoras de las convocatorias, la actual protesta recuerda las grandes marchas de los 90 contra el fallecido hombre fuerte de Serbia Slobodan Milosević (del cual Vucić fue colaborador), posteriormente acusado de crímenes de guerra. "La gente quiere hoy normalidad, democracia. Por eso, quieren romper un sistema de corrupción, disfuncionalidad y partidocracia", dice Manojlović.

Sin solidaridad de la UE

Otro episodio también refleja la tensión en el país: la polémica sobre los murales, realizados por hooligans y dedicados al presidente ruso, Vladímir Putin, y al general Ratko Mladic, condenado por genocidio en 2017. El primero fue dañado incluso antes que las matanzas, mientras que el segundo, que está a poca distancia del otro en Belgrado, quedó tapado en los últimos días. Y nadie hasta ahora los ha limpiado, como ocurrió en otras ocasiones.

De ahí que tampoco el anuncio de Vučić de que querer "desarmar" al país (de las tantas armas que quedaron en mano de la ciudadanía después de las guerras) aplacara los ánimos. Más aún que las autoridades también anunciaron una marcha paralela en los próximos días a favor de Vucić.

La incógnita es si las protestas de los críticos durarán o, como ocurrió en los anteriores casos, los manifestantes terminarán por cansarse y abandonar sus actos públicos. Dos factores no juegan a su favor: que la oposición esté muy dividida y que aún no hayan recibido muestras de solidaridad de actores de importancia como, por ejemplo, la Unión Europea (UE). "Lo que también explica por qué la afección hacia la UE está cayendo en Serbia", observa Tomanic.

Suscríbete para seguir leyendo