Transición en Alemania

Los Verdes alemanes celebran como "irreversible" el inminente apagón nuclear

Las últimas centrales nucleares en funcionamiento dejarán de funcionar el próximo sábado con tres meses y medio de retraso

Planta nuclear en Neckarwestheim, Alemania.

Planta nuclear en Neckarwestheim, Alemania.

Marina Ferrer

Los Verdes alemanes dan por garantizado el suministro energético tras el apagón nuclear, que se consumará el próximo sábado con tres meses y medio de retraso sobre lo previsto, pero que será irreversible, según el ministro de Economía y Protección del Clima, Robert Habeck. "La construcción de nuevas centrales han devenido fracasos económicos. Sea en Francia, en el Reino Unido o en Finlandia", aseguró el ministro, en declaraciones al grupo mediático Funke.

Habeck, de los Verdes y con rango de vicecanciller en el Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz, le correspondió encajar el aplazamiento hasta el próximo 15 de abril de la desconexión de las últimas tres plantas. Fue difícil, para el representante de un partido identificado desde tiempos fundacionales con el lema 'Atomkraft? Nein, Danke!' -”¿Energía nuclear? No, gracias!”-. Han sido varios los cambios de calendario vividos desde que en 2002, bajo la coalición del socialdemócrata Gerhard Schröder con los verdes, se pactó con la industria energética el adiós a la energía nuclear. Entonces se decidió que la última planta se desconectaría el 2022.

Pero en 2009, la coalición entre la conservadora Angela Merkel y los liberales aprobó plazos más largos; la propia Merkel se desdijo de ese plan para volver a 2022 como fecha para el adiós, bajo el impacto de la catástrofe de Fukushima. La entonces canciller, doctora de Ciencias Físicas, reconoció de pronto que la energía nuclear no es segura, ni siquiera en un país como Japón y con los parámetros más estrictos de seguridad. Los Verdes venían sosteniéndolo desde hacía décadas.

"Riesgos incontrolables"

"Los riesgos de la energía atómica son incontrolables", aseguró hace unas semanas Steffi Lemke, ministra de Medioambiente y representante de los Verdes, como Habeck. Alemania dejará atrás esta fuente de energía formalmente el próximo sábado, tras un último movimiento en la agenda prevista derivado de la crisis energética precipitada por la invasión de Ucrania. En otoño pasado, Scholz hizo uso de sus competencias especiales para decidir sin consensuarlo con sus socios que la desconexión no sería el 31 de diciembre de 2022, sino el 15 de abril siguiente. Fue una solución de compromiso. Los Verdes rechazaban la prórroga mientras que el tercer socio, los liberales, planteaban alargar la vida de las centrales al menos hasta 2024.

La desconexión final representará un triunfo para el ecologismo alemán, aunque Lemke ha advertido de la siguiente asignatura pendiente: de acuerdo con la ley alemana para el tratamiento de los residuos, la basura radioactiva dejada por las 35 plantas atómicas que ha tenido el país debe conservarse bajo tierra y con las máximas garantías de seguridad por un millón de años. Son unos 300.000 metros cúbicos, entre las que duermen en depósitos provisionales y las que siguen en las centrales ya apagadas. El gobierno y el Parlamento están emplazados a decidir hasta 2030 dónde se construye el cementerio definitivo. El debate se promete tan complejo como lo han sido todos los que han envuelto el apagón nuclear alemán.

Por lo pronto, Habeck asegura que la seguridad energética está asegurada. Alemania ha roto a ritmo acelerado con la dependencia energética de Rusia. Tiene los depósitos de gas a los niveles precisos para esta época del año y conseguido asimismo en tiempo récord las terminales de GNL de las que no disponía hasta 2022 para la transición a la energía verde. El objetivo, recuerda Habeck, es que para 2030 un 80 % del consumo proceda de las renovables. El reverso de la medalla es que, a medio plazo, la factura energética seguirá siendo cara, admite el ministro.

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