Huelga general

Los sindicatos franceses impulsan la tercera huelga general contra la reforma de las pensiones

Las organizaciones de trabajadores buscan mantener la presión sobre Emmanuel Macron para que retire el aumento de 62 a 64 años de la edad mínima de jubilación | El seguimiento de las protestas resulta inferior al de las semanas precedentes, según los primeros datos

Una manifestación contra la subida de la edad de jubilación propuesta por Macron.

Una manifestación contra la subida de la edad de jubilación propuesta por Macron. / EFE

Enric Bonet

¿Un ligero respiro para Emmanuel Macron? Este martes tiene lugar la tercera huelga general en Francia en menos de 20 días contra la reforma de las pensiones, que aumenta la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 42 o 43 cotizados para recibir una pensión completa). Tras las movilizaciones multitudinarias del 19 y el 31 de enero —con 1,27 millones de manifestantes, según la policía, los datos de manifestantes de la semana pasada fueron los más elevados desde finales de la década de 1980—, los sindicatos franceses buscan mantener la presión sobre el Ejecutivo centrista para que retire la impopular medida, que empezó a ser debatida el lunes en la Asamblea Nacional.

No obstante, el seguimiento a esta jornada de protestas en el país vecino está siendo inferior respecto a las semanas precedentes, según los primeros datos sobre huelguistas y manifestantes. Sin duda, un reflejo de la dificultad de renunciar a un día de sueldo en estos tiempos de inflación. Pero los sindicatos confían en que este ligero retroceso de la presión social sea temporal. Ya preparan otra jornada para el sábado con el objetivo de que se sumen de manera masiva empleados del sector privado.

Menor seguimiento que las huelgas precedentes

Como ya sucedió en las dos anteriores movilizaciones, el tráfico ferroviario se ha visto "muy afectado", con más de un 50% de trenes de alta velocidad cancelados y un 70% de los regionales. En París, solo circulan con normalidad las dos líneas de metro robotizadas (de un total de 16). Un 20% de los vuelos han sido anulados en el aeropuerto parisino de Orly. 

El sindicato FSU-SNUipp, principal organización de la educación primaria, indicó que un 50% de los maestros harán huelga. Según el Ministerio de Educación, el seguimiento de la huelga es del 14,6% de los maestros de primaria y del 13,75% de secundaria, un 10% menos respecto a los datos de la semana pasada.

Los trabajadores de las refinerías de Total, que ya habían impulsado una exitosa protesta en otoño que dejó sin combustible un tercio de las gasolineras, se ausentarán de su puesto de trabajo el martes y el miércoles. En el caso de la eléctrica EDF, impulsan un paro desde el lunes hasta el miércoles. La producción de la electricidad disminuyó el equivalente de cuatro reactores nucleares, sin que esto provoque cortes de luz, indicó el grupo estatal.

“Puntos en común con los chalecos amarillos”

Como ya sucedió con las huelgas del 19 y el 31, las miradas están puestas sobre todo en las manifestaciones. Los sindicatos organizan 200 protestas en el conjunto del territorio francés, siendo especialmente significativo el elevado seguimiento en localidades pequeñas y medias, con una mayor presencia de obreros y clases medias bajas que en grandes metrópolis como París, Lyon o Burdeos.

“Esto resulta significativo de una Francia popular que se siente amenazada por la reforma de las pensiones. Hay evidentes puntos en común entre la indignación suscitada por esta medida y la que se vio durante la revuelta de los chalecos amarillos”, explica a El Periódico de Catalunya el politólogo Christophe Bouillaud, profesor en Sciences Po Grenoble. A diferencia de otras movilizaciones sectoriales recientes, los franceses no hacen huelga por procuración. La presencia en las protestas de trabajadores de sectores diversos del privado representa una de las novedades de estas movilizaciones.

Pese a la fuerte presión social, Macron se niega a retirar la reforma, a la que se oponen el 69% de los franceses, según el último sondeo del instituto Ifop. El impopular texto, que también exige haber cotizado 43 años para recibir una pensión completa a partir de 2027, llegó el lunes al pleno del Parlamento, donde había un ambiente más que bullicioso.

"Debemos escoger entre la reforma o la quiebra", dijo el ministro del Presupuesto, Gabriel Attal, desde el estrado de la Asamblea Nacional. Según el Gobierno, si no aprueban el texto, el sistema de jubilaciones acumulará un déficit de unos 13.000 millones de euros en 2030, lo que representa un 3% del gasto total en pensiones. Un argumento que apenas ha calado en la opinión pública. Tras haber fracasado en la batalla por el relato, Macron confía, con cierto cinismo, que la dificultad de hacer huelga y las vacaciones escolares de febrero sean sus mejores aliados en este pulso social.