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GUERRA DE UCRANIA

¿Quién es el general ruso Gerasimov?

El pasado jueves 12 de enero, los medios de comunicación daban la noticia de que el presidente Putin había relevado al comandante en jefe de las tropas que combaten en Ucrania, el general Serguéi Surovikin, por el general Valeri Gerasimov. ¿Quién es este militar?

Valeri Gerasimov junto a Putin en unas maniobras. ALEXEY NIKOLSKY

Valeri Gerasimov no es un militar cualquiera. Es uno de los grandes teóricos de la guerra militar moderna, muy conocido entre los estudiosos de la estrategia militar actual por ser uno de los padres de lo que se conoce como 'Guerra Híbrida’, o también por ‘Conflictos en la Zona Gris’. Consiste en el empleo de medidas no militares para alcanzar la victoria en un conflicto.

Valeri Gerasimov, que ha sido el jefe de estado mayor general de Rusia, se ha hecho muy famoso entre los estrategas militares por un artículo que publicó, en 2013, en la revista militar rusa Voyenno Promyshlennyy Kurier, titulado ‘El valor de la ciencia en la anticipación’.

Obus autopropulsado de Ucrania dispara contra posiciones rusas. REUTERS

En dicho artículo, Gerasimov reflexiona sobre los conflictos que han tenido lugar desde la disolución del Pacto de Varsovia hasta nuestros días y alerta la creciente importancia de las herramientas no militares en la gestión de un conflicto armado.

El artículo comenzaba afirmando que «las reglas de la guerra han cambiado. El valor de los medios no militares para lograr los fines políticos y estratégicos no solo se ha incrementado, sino que en algunos casos excede la efectividad de las armas».

Resaltaba el hecho de que en el siglo XXI las guerras ya no se declaran. Las líneas divisorias entre los estados de paz, de crisis y de guerra generalizada, se han difuminado, se confunden, o simplemente ya no existen; pero las consecuencias pueden llegar a ser tan catastróficas como una guerra real.

¿QUIÉN es EL GENERAL RUSO Gerasimov?

Según Gerasimov, los nuevos modos de guerra contemplan la participación de grupos y medios no-militares llevando a cabo acciones, incluso antes de la manifestación clara del conflicto. Dichas acciones tendrían por objeto conseguir efectos sociales, económicos, humanitarios y políticos enfocados a crear un clima favorable, una preparación previa, para la consecución de los objetivos políticos y estratégicos deseados.

Consistiría en ejercer simultáneamente presiones diplomáticas, operaciones de desinformación a través de los medios de comunicación y redes sociales, ciberataques, infiltración de agentes de inteligencia, propaganda política, disturbios, agitación social, bloqueo comercial, sanciones económicas, explotación de vulnerabilidades, uso de fuerzas paramilitares y privadas como es el caso de Black Water o Wagner, atentados terroristas, despliegues estratégicos de fuerzas militares, e incluso movimientos masivos de personas, etc., para crear una situación de inestabilidad dentro de un potencial adversario.

Una vez creado este ambiente de inestabilidad, la situación puede evolucionar desde una situación normal de paz a una «guerra híbrida», o incluso hacia una guerra abierta de tipo convencional, donde se emplearía el uso masivo de armas de largo alcance y alta precisión para destruir objetivos dentro del territorio del enemigo.

Tras analizar los conflictos más recientes, Gerasimov afirmaba que en ellos ya se habían empleado medidas políticas, económicas, informativas, humanitarias y no militares, así como ya se había hecho uso del potencial que tiene incentivar la protesta popular. Todo ello apoyado a través de medios militares y no-militares de carácter clandestino realizando actividades de desinformación y operaciones en el ámbito cognitivo. Incluso, en ciertos momentos, se había llegado al empleo abierto de unidades militares, bajo apariencia de fuerzas de mantenimiento de la paz y de gestión de crisis, con el objetivo de contribuir al logro de la situación final deseada en el conflicto.

El general defendía también la idea de que internet había revolucionado el mundo de la comunicación, y había abierto infinitas posibilidades para degradar tanto la capacidad militar como para erosionar el liderazgo político y la opinión pública del adversario.

Gerasimov afirmaba en su artículo que en los conflictos del siglo XXI podían identificarse seis etapas:

Una primera etapa de medidas encubiertas o de operaciones en el ámbito cognitivo. El conflicto se inicia tiempo antes del arranque de las hostilidades mediante una ambiciosa campaña desinformativa que emplea todos los instrumentos de poder para influir sobre los gobernantes y la opinión pública del adversario, a la vez que identifica y recluta a medios y personal clave que pueda servir a los intereses del atacante.

Sigue una segunda etapa o etapa de escalada, en la que el atacante intentará aislar diplomáticamente y sancionar económicamente al país objetivo, a la vez que intensificará su propaganda para erosionar a su Gobierno y alentar el descontento entre la población.

A continuación, existe una tercera etapa, que se caracteriza por el incremento de la presión militar y no-militar para ampliar el descontento entre «la oposición», estimular su organización política, debilitar al Gobierno del Estado objetivo y conseguir un estallido de la violencia que permita justificar la intervención exterior.

Si el conflicto sigue escalando, se pasa a la cuarta etapa, que es la de intervención militar o de claro conflicto armado. El atacante interviene militarmente argumentando razones humanitarias, a la vez que incrementa los movimientos diplomáticos, sanciones económicas y actividades propagandísticas para justificar la invasión.

Una vez conseguidos sus objetivos estratégicos, el atacante pasa a una quinta etapa, que llama de resolución del conflicto, en la que utiliza todos los instrumentos poder a su alcance para restablecer la paz y la estabilidad en el país objetivo, pero en línea con los intereses propios del agresor.

La sexta etapa, es la de restablecimiento de la paz y seguridad en la zona. En ella el agresor busca salvaguardar sus logros legitimando a los grupos locales afines y estableciendo lazos diplomáticos, comerciales, culturales y económicos con el país ocupado, a la vez que mantiene una campaña propagandística, económica y diplomática en el ámbito exterior para que la comunidad internacional acepte la nueva situación creada.

Gerasimov concluye que «no importa qué fuerzas tenga el adversario ni cual sea su nivel de desarrollo, ni tampoco los medios que pueda emplear, porque siempre se podrán hallar formas y métodos para superarlo. El oponente siempre tendrá vulnerabilidades».

En esto consisten las ideas de Gerasimov: en entender la guerra como un fenómeno continuo, sin que exista un inicio ni un final claramente identificables, y en el que las medidas no-militares son tan importantes, o más que las operaciones militares. Tras los acontecimientos de Crimea y Ucrania, muchos analistas consideran el artículo como profético.

Una amplia zona gris

Es muy probable que, en el futuro, los conflictos armados arranquen antes de que el oponente tome consciencia de que las hostilidades ya se han iniciado. La tradicional frontera entre una situación de paz y otra de guerra será sustituida por una amplia «zona gris».

Las operaciones militares combinarán el uso de medios cinéticos, como armas de fuego; y no cinéticos: como movimientos de personas, ataques informáticos, operaciones en el ámbito cognitivo… y estos últimos podrán provocar incluso mayores daños que los del propio armamento.

La distinción entre los elementos militar y civil de un conflicto desaparecerá; y es posible que los instrumentos no-militares adquieran un papel preponderante para el logro de los objetivos estratégicos. Las batallas, en el futuro, tendrían lugar tanto en el mundo físico como en el mundo virtual. Aunque, al final, al final siempre será necesario que una fuerza militar de soldados de a pie vaya y ocupe el territorio.

* Jose María Prats es Capitán de navío, diplomado de Estado Mayor, profesor del Ceseden y coautor del libro 'Estrategia, una forma de pensar'.

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