La primera ministra saliente de Reino Unido, Liz Truss, se ha despedido de Downing Street con un simbólico discurso final en el que, además de agradecer el "enorme honor" de su "breve" paso por la jefatura de Gobierno, ha defendido las medidas "urgentes" y "decididas" que han terminado por costarle el puesto.

Truss ha asegurado que ha trabajado en favor de las familias y las empresas, por ejemplo para reducir la factura energética. "Estamos recuperando nuestra independencia energética para que nunca más seamos rehenes de potencias extranjeras perversas", ha añadido la líder tory, partidaria de aprovechar las "libertades" ganadas con el Brexit para "hacer las cosas de otra manera".

Truss ha sido la primera ministra de la disciplina fiscal y también de los alegatos en favor de aumentar el crecimiento. "No nos podemos permitir ser un país de crecimiento bajo", ha esgrimido frente a la sede de la oficina donde no ha pasado ni siquiera 50 días.

Asimismo, ha defendido la necesidad de bajar impuestos "para que los ciudadanos puedan tener el dinero que ganan", pese a que precisamente el 'mini presupuesto' que presentó el Gobierno en septiembre, que incluía una ambiciosa reforma fiscal, supuso el principio del fin de su mandato.

A su sucesor, Rishi Sunak, Truss le ha deseado "todos los éxitos" por el bien del país. La dirigente saliente seguirá en la vida política, como diputada, y confía en poder dedicar ahora más tiempo a la circunscripción que representa en la Cámara de los Comunes.

"Seguimos capeando la tormenta, pero creo en Reino Unido, en el pueblo británico, y sé que los mejores días están por venir", ha remachado antes de dirigirse al Palacio de Bukingham para formalizar ante el rey Carlos III el traspaso de poderes.