Gustavo Petro ha movido una pieza de múltiples efectos en el tablero latinoamericano al solicitarle a su colega venezolano Nicolás Maduro que se desempeñe como garante de las complejas negociaciones que deben realizar en La Habana el Estado colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla de origen guevarista que opera desde mediados de los años sesenta. El convite, como era de esperarse, ha provocado un fuerte impacto en los dos países involucrados.

 "¡Una Vez Más! Venezuela acepta el carácter de garante con el ELN. Pondremos nuestra mejor voluntad en nombre de Dios padre todopoderoso. Llevo la voz de todo el pueblo, de los seis millones colombianos que viven en Venezuela…Empeñaremos todo nuestro esfuerzo, todo nuestro trabajo", enfatizó el mandatario, pocos días después de haber recibido con los brazos abiertos al embajador colombiano en Caracas, Armando Benedetti. Maduro dijo obrar en sintonía con las acciones de su antecesor, "como lo hizo el comandante (Hugo) Chávez para garantizar los acuerdos de paz" entre el entonces presidente Álvaro Uribe y las FARC, y que no llegaron a buen puerto.

En su carta a Maduro, Petro le pide además "su autorización y cooperación en el proceso de paz que estamos reiniciando”. Recordó al respecto que con la "activa participación" de Venezuela, y otros cinco países en calidad de garantes, se firmó en Caracas en 2016 el acuerdo marco para iniciar los diálogos de paz con el ELN, que finalmente no pudo llegar a buen puerto.

De acuerdo con Radio Caracol de Bogotá, después de que Maduro diera el "sí", varios integrantes del ELN que se encontraban en La Habana viajaron a Caracas.

Giro histórico

El 20 de agosto, Petro había firmado un decreto que suspende temporalmente las órdenes de captura y extradición contra los líderes del ELN que permanecían en Cuba. La isla, al igual que sucedió en 2014 cuando se intentó una nueva negociación con las FARC, cumplirá otra vez su papel de anfitrión y garante de las conversaciones. Al mismo tiempo, debe definirse la función de España, como fue informado durante el reciente encuentro entre Pedro Sánchez y Petro.

Desde su llegada a la presidencia, Petro se ha propuesto materializar su propuesta de una "paz total” en Colombia. Un acuerdo con el ELN es esencial para el cumplimiento de una ambiciosa hoja de ruta que también debería incluir a otros grupos armados de ultraderecha e incluso al Clan del Golfo, la principal facción narcotraficante. El caso de la insurgencia guevarista le atañe especialmente a Venezuela por su presencia en zonas limítrofes. La guerrilla suele a su vez entrar y salir del vecino país con conocimiento de las autoridades militares venezolanas.

El gesto de Petro hacia Maduro ha provocado previsibles reacciones encontradas. Parte de las fuerzas opositoras de Venezuela y Colombia no ven con buenos ojos el reconocimiento que ha hecho el Palacio Nariño del mandatario venezolano como un actor internacional legítimo. Consideran que Maduro gana en esta partida mucho más que su colega colombiano. "Es una paradoja que sea mediador quien no es capaz de sentarse con la oposición", señaló la activista de los derechos humanos, Ligia Bolívar

Para el politólogo Ronal Rodríguez, la búsqueda de un acuerdo de paz con el ELN pasa inexorablemente por Venezuela, no solo como país garante sino como parte de negociación. "De nada sirve desarticular y llegar a la paz con el ELN colombiano si el componente venezolano no es puesto sobre la mesa", le dijo al portal La Silla Vacía.

La investigadora Angélica Rodríguez estimó que la convocatoria que realizó Petro no es sorpresiva. Por un lado, se intenta retomar parte del sendero negociador interrumpido en 2016. Pero, además, sostiene que el Gobierno colombiano constató que sin la participación de Maduro sería difícil avanzar en las conversaciones. "No es un secreto que el ELN es una guerrilla binacional", la definió el analista Charles Larratt-Smith.