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Guerra en Ucrania

"Parece que el mundo se ha olvidado de la guerra", lamentan los refugiados ucranianos

"En la II Guerra Mundial no se pasó tanto miedo", dicen quienes han regresado ya a Ucrania

Un hombre sostiene a su bebé en un hospital que fue convertido en refugio anti aéreo, en Kiev. EFE

Se cumplen seis meses del conflicto que azota a Ucrania a causa de la invasión rusa y lejos de ver algo de luz al final del túnel, algunos de los refugiados que aterrizaron en España huyendo de la guerra han vuelto a casa encontrando un escenario nada alentador. "La mayoría de los que han regresado es porque siguen teniendo familia en Ucrania; algunas mujeres tienen a sus maridos, otras a sus hijos y, por eso, decidieron volver. Igualmente, buena parte de los que fueron ya han vuelto", explica Krystyna Pechena, analista de datos ucraniana asentada en Oviedo.

Por el momento, las zonas más castigadas por la contienda son, sobre todo, la zona sur y el Donbás, mientras los bombardeos persisten en Járkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania, debido a su proximidad con la frontera rusa. "En esa zona los ataques no van a parar, por eso es necesario que llegue más ayuda y protección", expresa Pechena.

Las noticias que vienen del frente mantienen al pueblo ucraniano expectante cada día, con el anhelo de saber si "se ha recuperado algún territorio ocupado para poder salvar a las personas que permanecen allí y que no hacen más que suplicar ayuda". El drama es mayor cuando las familias acaban divididas entre territorios bajo dominio ruso y aquellas que, por ahora, han esquivado a las fuerzas invasoras. "También hay gente desparecida. Conozco personalmente el caso de un chico del que sospechaban que colaboraba con Ucrania y ahora está desaparecido. Además, todo lo que nos llega del frente es horrible. Están pasando por encima de todo. Lo peor es que hablamos el mismo idioma, y que nos estén haciendo esto es aún más sorprendente, cuando encima gran parte de los ataques son contra civiles", denuncia Pechena.

Para paliar esta situación, Krystyna, junto con otros ciudadanos ucranianos residentes en Asturias, decidieron crear una asociación sin ánimo de lucro –Ayuda Humanitaria para Ucrania desde Asturias– para enviar víveres y material de primera necesidad al país. "Nos conocimos en una manifestación que se celebró en Oviedo dos días después de que estallara el conflicto. La iniciativa surgió en principio con una página de Facebook y, a los pocos días ,ya enviamos el primer camión. Por el momento, hemos llevado más de 400 toneladas de ayuda humanitaria, principalmente comida y material sanitario, destinada a las regiones más afectadas de Ucrania. Estamos muy agradecidos porque todo Asturias se volcó con nosotros", relata Pechena con orgullo. Sin embargo, el medio año que ya dura el conflicto ha hecho que en cierto modo "todo esté cayendo en el olvido. El apoyo ha disminuido muchísimo. Al principio nos traían un montón de cosas y ahora va mermando cada vez más, la guerra sigue y la situación económica del país es desastrosa. Los hospitales están desbordados, los recursos escasean y no hay material sanitario, incluso hay médicos operando sin anestesia", advierte Pechena.

Krystyna Pechena, ante un camión de ayuda humanitaria.

"Muchos países se están olvidando de Ucrania. Entiendo que tanta noticia de lo mismo al final cansa, pero merece la pena ayudar", cuenta Mariya Pechena, madre de Krystyna. Ella y su marido Yulian Pechenyi, residen en Avilés desde hace 25 años y volvieron a Ucrania hace un mes y medio. "Nos han impactado muchas cosas. A 300 metros de nuestra casa hay un par de edificios destrozados, el mercado derruido, el ruido de las sirenas es constante, hay tanques y máquinas de guerra en pleno centro de Kiev. Es horrible". Sin embargo, son los misiles lo que más atemoriza a la gente. "No te puedes imaginar lo que supone escuchar ese sonido cada mañana al despertar. Mi madre vivió la Segunda Guerra Mundial y me dice que no pasó tanto miedo entonces como ahora. Las armas han cambiado mucho, son más potentes y sorprende ver el tamaño de los tanques a los que se enfrenta nuestro ejército", relata Mariya Pechena.

Otra de las cosas que le llamaron la atención a ella y a su marido fue lo "acostumbrada" que parece estar la gente a la situación. "No reaccionan a las sirenas porque entiendo que no se puede vivir en constante tensión. Al final es parte del día a día", relatan. No obstante, a lo que no se acostumbran es a las muertes que está dejando la guerra tras de sí. "Tenemos un amigo herido muy grave, el sobrino de una amiga murió combatiendo en Jersón. A eso no te acostumbras, aunque pase a diario", narra con la voz entrecortada.

A pesar de lo que se vive en Ucrania, hay lugar para el optimismo. "Gente cercana a nosotros está segura de que vamos a ganar la guerra, aunque pagando un precio muy alto. Tienen claro que no van a marcharse porque creen en la victoria", asegura Mariya, quien espera volver a Asturias con su marido en septiembre.

Daria Pavlovska, junto a su familia, en Gijón.

"En nuestra ciudad, que está en la región de Sumy, no disparan, pero en la frontera con Rusia, a unos 20 kilómetros, cada día llegan ‘regalos’ de los rusos", cuenta Valentyna Kamchatna, madre de uno de los voluntarios de la organización fundada por Krystyna Pechena, que volvió hace tres meses y medio a Ucrania acompañada de su nuera Lilia y sus dos nietas, Valeria y Sofia Kamchatna, tras haber estado refugiados en Asturias. Valentyna Kamchatna, al igual que el resto de desplazados que han vuelto a Ucrania, coincide en que "la ayuda humanitaria no llega igual que al principio y hay mucha gente que sigue necesitando medicinas y comida". La escasez de recursos complica el día a día de los ucranianos, que hacen todo lo que pueden para seguir. "Al principio no había ni medicamentos ni comida. Pero luego, poco a poco la situación empezó a estabilizarse. Ayudó mucho el apoyo humanitario, pero cada vez hace falta más", reclama Lilia Kamchatna.

No solo víveres y medicinas son los recursos que echan en falta. El envío de armas es "esencial para aguantar. Sin esas armas, están muriendo muchísimos soldados que intentan impedir el avance ruso. Además, no se puede ayudar a familias ni a territorios ocupados sin armas", cuenta Lilia Kamchatna. Sobre la posibilidad de volver a Asturias, Valentyna afirma que "estamos deseando volver porque tenemos familia allí y a mucha buena gente esperándonos".

Y de los que ya han regresado a los que aun están por volver. "Sabemos que lo que nos encontraremos va a ser horrible. Todas las noticias que nos llegan son malas, hay bombardeos casi a diario y lo peor es que aún tenemos familia allí", cuenta Daria Pavlovska, quien desde hace 7 meses vive con su familia en Gijón. En Ucrania permanecen tres de sus hermanos y su abuelo por lo que "es difícil seguir sin saber qué pasará al final". Ya están planeando el viaje a su país desde Asturias para poder reencontrarse.

A pesar de que también Daria y su familia notan que la ayuda humanitaria se está desinflando, considera que "la gente se acostumbra y por eso supongo que dejan de tener el conflicto tan presente, pero no ha acabado". Puesto que el conflicto sigue, su familia le cuenta que, entre otras cosas, lo que más necesitan son "medicinas principalmente". Por el momento, ni ella ni los suyos pierden la esperanza de que todo acabe con "una victoria para Ucrania". Desde que empezó la guerra, España ha acogido a más de 138.000 refugiados, de los cuales 1.358 han sido acogidos en Asturias.

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