Pensaron que el banco resolvería en horas el percance informático cuando encontraron sus cuentas bloqueadas pero han pasado tres meses y siguen sin ver sus yuanes, algunos han sido agredidos y a otros se les modificó su código de salud para frustrar las protestas. Un corralito ha devuelto a China los escándalos financieros que parecían enterrados, extendido dudas sobre la red bancaria rural y nutrido una crisis económica que aquí son políticas por el paternalismo del Gobierno.

El escándalo afecta a casi medio millón de ahorradores con cuentas en cuatro bancos de la provincia de Henan por un valor que la prensa local calcula en 40 mil millones de yuanes o 6 mil millones de euros. El silencio de las autoridades locales agigantó el nerviosismo y brotaron protestas que fueron atenuadas como se pudo. Muchos de los afectados amanecieron con el código de salud de su teléfono en rojo, que prohíbe los desplazamientos, sin que hubiera noticias de brotes de covid en la zona.

La mayor protesta en años

La tensión rompió el domingo frente a la sede del regulador bancario de Zhengzhou, la capital provincial, en la mayor protesta que se recuerda en años. Un millar de afectados exigieron su dinero, denunciaron la corrupción local y pidieron la mediación de Li Keqiang, primer ministro y defensor de los desfavorecidos. Los videos virales muestran a cientos de tipos con camisetas blancas que primero rodea a los manifestantes y después los desaloja sin tacto mientras la policía contempla las zurras a distancia.

Las protestas integraban el paisaje años atrás. Los chinos tomaban las calles por cuestiones cotidianas y ajenas al andamiaje del sistema: una fábrica contaminante en el vecindario, un escándalo alimentario, un despido masivo… Las nuevas y más estrictas regulaciones junto las órdenes a los gobiernos locales de evitar el descontento social han preservado la sacrosanta estabilidad. Las escenas del domingo devolvieron el aroma de aquellos fragorosos tiempos y también en la fórmula de apagarlos hubo un deja vu: con matones y argucias como los códigos de salud, frenando las protestas sin atender la causa que las generaron.

Pequeña reparación

Un día después de aquella pelea callejera anunciaron las autoridades provinciales que este viernes empezarían a devolver los fondos menores de 50.000 yuanes (7.366 euros). El resto, ya se verá. Han mitigado la crisis pero no la han apagado y los afectados, organizados en las redes, exigen tres condiciones: que se reintegren los fondos al completo, que se investigue de dónde salieron aquellos matones y que se castigue a los funcionarios que manipularon sus códigos de salud. Cinco han sido cesados ya.

Queda por aclarar cómo se quedaron cuatro bancos sin blanca. La prensa habla de grupos criminales que se hicieron con su gestión una década atrás con operaciones fraudulentas, de fondos públicos atraídos a través de turbias plataformas online, de inversores huidos… Persisten las dudas, sin embargo, de que responda menos a delincuentes que a una crisis estructural.

“Los bancos pequeños hace tiempo que tienen morosidad elevada y poco capital. Además han sufrido tres shocks recientes: la quiebra de varias constructoras, el impacto de los confinamientos sobre las pequeñas y medianas empresas a las que prestan el dinero y el empeoramiento de las finanzas de los gobiernos locales porque estos han experimentado un fuerte aumento de los gastos relacionados con los tests masivos y el covid en general mientras que sus ingresos se han reducido mucho. En resumen, los gobiernos locales no pueden ayudar a los bancos pequeños como antes”, explica Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia Pacífico de Natixis.

El desplome de Evergrande

A la banca rural recurren los agricultores y pequeños negocios de las provincias menos desarrolladas. Son más sensibles a las crisis y el desplome del gigante Evergrande aconsejó una campaña contra la burbuja inmobiliaria que ha secado muchos de sus recursos. Los bancos pequeños suponen la mitad del sistema y su colapso pondría en graves problemas a Pekín. “Podría solucionarlo porque se trata de renminbi (la moneda nacional) y siempre podría emitir más pero se depreciaría con el dólar y generaría inflación a corto plazo”, añade García-Herrero.

El episodio de Henan contiene los ingredientes de la nutrida literatura apocalíptica sobre China: protestas callejeras que sugieren otro Tiananmén y el colapso del gigante económico con pies de barro. Los expertos, sin embargo, recomiendan mesura. El riesgo más inmediato es la pérdida de la confianza en la infalibilidad del gobierno. No se trata de las inversiones arriesgadas que generaron viejos escándalos, sino de los ahorros guardados en bancos.