“A partir de ahora, el gas es un bien escaso en Alemania. Con estas palabras ha justificado el ministro federal de Economía y Protección Climática, el verde Robert Habeck, la declaración del segundo nivel de alarma del plan de emergencia nacional ante un posible fin al suministro de gas ruso, del que Alemania sigue siendo muy dependiente. El plan de emergencia cuenta con un total de tres niveles, el primero de los cuales ya fue declarado el pasado 30 marzo, algo más de un mes después del inicio de la invasión rusa de Ucrania.

Habeck, que ha hecho el anuncio este jueves en una rueda de prensa imprevista, asegura que el suministro de gas está de momento garantizado, pero también reconoce que, con el actual nivel de suministro procedente de Rusia, el próximo invierno podría generar complicaciones y tal vez incluso racionamiento en el suministro energético y la intervención estatal en los precios. 

“Si los suministros de gas ruso se mantienen en el nivel mínimo actual del 40%, será prácticamente imposible alcanzar hasta diciembre un almacenamiento del 90% sin medidas adicionales”, ha dicho el ministro y vicecanciller verde. El nivel actual de almacenamiento de gas en Alemania es del 58%, según las autoridades. La víspera de su comparecencia Habeck calificó la reducción del suministro ruso como un “ataque económico” de Putin contra Alemania.

Apelación al ahorro

Robert Habeck ha vuelto a insistir en el mensaje que lleva lanzando desde el pasado marzo: la necesidad de ahorrar energía en todos los ámbitos de la sociedad – hogares, administraciones públicas e industria, siendo esta última la principal consumidora de gas de Alemania –. El político ecoliberal ha recomendado, por ejemplo, someter a mantenimiento todos los sistemas de calefacción de edificios públicos y privados, lo que, según él, podría suponer hasta un 15% de ahorro en el consumo de gas.

Las autoridades alemanas consideran que, con el actual nivel de suministro, el mercado todavía está en condiciones de garantizar la distribución de gas a todos los sectores del país. Sin embargo, los precios de la energía y de otros productos – cuya fabricación depende del gas – seguirán subiendo, reconoce Habeck, quien prometió apoyar a las familias más pobres. El vicecanciller ha dejado una frase que genera incertidumbre: “La situación es grave y el invierno llegará”.

 

¿Colapso industrial?

Antes del inicio de la invasión rusa, Alemania cubría con importaciones fósiles de Rusia (gas, petróleo, cabrón, etcétera) más de la mitad de su consumo energético. Esa dependencia se remonta a la fase final de la Guerra Fría, cuando la República Federal apostó por el comercio con la entonces Unión Soviética como una forma de distensión militar entre los dos bloques. Con la caída del Muro de Berlín, los diferentes Gobiernos alemanes – liderados tanto por socialdemócratas como por conservadores – ahondaron esa dependencia sobre la premisa de los precios bajos. Las consecuencias de esa “negligencia” se pagan ahora, como ha reconocido el propio Robert Habeck en su rueda de prensa de este jueves.

Mientras organizaciones ecologistas como Greenpeace ven en la actual coyuntura una oportunidad histórica para dar un empujón a un modelo económico e industrial basado exclusivamente en fuentes de energía renovables, voces de la industria y sectores políticos conservadores piden reactivar centrales energéticas de carbón y nucleares para evitar el temido colapso industrial, con su consecuente impacto en las cadenas de suministro, en el abastecimiento de productos básicos, la inflación y el aumento del desempleo. 

En declaraciones a la agencia Reuters, el economista de la Universidad Heinrich-Heine de Düsseldorf, Jens Südekum, resume con una frase las potenciales consecuencias de una mayor reducción del suministro de gas por parte de Rusia en los próximos meses: “Una dura recesión podría ser la consecuencia”.