Una supuesta trama de tráfico de obras de arte que salpica a galeristas, casas de subastas y algunos de los museos más prestigiosos del mundo. La detención y posterior imputación esta semana del expresidente del Louvre ha supuesto un terremoto en el mundo del arte en Francia. Jean-Luc Martinez, 58 años, que presidió entre 2013 y 2021 el famoso centro parisino, está acusado de un delito de blanqueo y complicidad con estafa en banda organizada, según este 'affaire' revelado por el semanario de investigación 'Le Canard enchaîné' y el diario 'Le Monde'.

Una amplia investigación de la justicia francesa, estadounidense y de otros países se encuentra detrás de la imputación de Martinez, así como de conocidos expertos y comerciantes de arte. En el corazón de esta trama hay centenares de obras saqueadas de países en guerra o muy inestables a nivel político, como Yemen, Libia o Egipto. Luego entraron en los circuitos de comercio artístico. Y no solo terminaron en las vitrinas de conocidas casas de subastas, sino también de algunos de los museos más reputados, como el Metropolitano de Nueva York o el Louvre de Abu Dabi.

Una de las piezas estrella expuesta actualmente en la filial en Emiratos Árabes forma parte de esta larga lista de objetos supuestamente robados. Se trata de una estela de granito rosa del faraón Tutankamón, adquirida por el Louvre de Abu Dabi por 15,2 millones de euros. Un objeto valiosísimo al haberse conservado intacto, a diferencia de la mayoría de los que pertenecieron a los reyes de Egipto. Según la versión oficial, lo había vendido por primera vez en 1933 el comerciante egipcio Habib Tawardos al coleccionista Johannes Behrens. La investigación halló, sin embargo, siete documentos falsos respecto a sus orígenes. Y estos resultan idénticos a los de otros objetos.

El sarcófago de Nedjemankh, origen de la investigación

Relacionado con su venta al Louvre de Emiratos, aparece una figura presuntamente central en esta trama: el arqueólogo francés Christophe Kunicki. Este experto en arte antiguo, vinculado a la casa de subastas parisina Pierre Bergé, se dedica al reconocimiento de la autenticidad y el origen de las obras. Pese haber dispuesto durante años de un gran prestigio profesional, la justicia lo investiga desde 2019 por el escándalo provocado por una obra de arte egipcia del museo Metropolitano.

Entonces, se descubrió que el imponente sarcófago dorado del sacerdote egipcio Nedjemankh había sido robado en 2011 en Egipto, en plena convulsión política por las Primaveras Árabes. Unos años más tarde, el centro neoyorquino lo había adquirido desconociendo sus orígenes. Disponía de una ficha de procedencia falsa elaborada por el mismo Kunicki. El sarcófago de Nedjemankh volvió a El Cairo en 2019, pero ahí no se terminó la investigación. 

Como ese sarcófago y la estela de Tutankamón, los agentes sospechan que Kunicki y sus principales socios, como el comerciante de arte libanés Roben Dib y el armenio Serop Simonian, hicieron llegar a las vitrinas centenares de piezas robadas. Una decena de ellas fueron vendidas al Metropolitano y al Louvre de Abu Dabi.

Según la investigación, encontraron “irregularidades” en la venta de la mayoría de esas obras, como documentos falsos, la ausencia de informaciones cruciales sobre su origen o incluso facturas falsas para “darles una procedencia compatible con la legislación”, según reconoció Richard Semper, marido de Kunicki, durante uno de los interrogatorios que recoge el diario 'Libération'. Así los agentes descubrieron vínculos con redes de saqueo de piezas en Yemen, Egipto y Libia.

Supuestas presiones del expresidente del Louvre

¿Cómo estas piezas pudieron ser vendidas a galerías y museos sin levantar sospechas? Es otro de los aspectos que forma parte de la investigación. En concreto, se están examinando los certificados de exportación dados por el Ministerio de Cultura francés. Kunicki y la casa de subastas Pierre Bergé obtuvieron estos documentos fundamentales para la venta de las obras, a pesar de que sus solicitudes estaban llenas de irregularidades. Pero esto no alertó a las autoridades culturales.

De hecho, según la investigación, el expresidente del Louvre estaba al corriente de las irregularidades en la procedencia de al menos una de las piezas: la estela rosa de Tutankamón. El egiptólogo Marc Gabolde le había advertido de ello en 2019. Pero no solo le hizo caso omiso, sino que Gabolde, según denunció a los investigadores, recibió presiones para que no publicara su estudio en que alertaba sobre el origen. La investigación apunta que el organismo del Louvre encargado de verificar la procedencia “no cumplió con las reglas deontológicas". Unas sospechosas carencias que originaron la imputación de Martinez. Y que han hecho temblar el mundo del arte en Francia.