Se reían de él en la escuela porque tartamudeaba y seseaba. Además, su vida familiar estaba marcada por la tensión con su madre fruto, en parte, de las penurias económicas por las que atravesaba la familia. Es el pasado de Salvador Ramos, el joven de 18 años que ha asesinado a 19 estudiantes y dos profesores en una escuela primaria en la localidad de Uvalde en Texas (EEUU). Una infancia marcada por el 'bullying' que, de forma progresiva devino en una adolescencia solitaria y cada vez más violenta. Actuó solo y antes de acudir a la escuela para cometer la matanza, disparó a su abuela, gravemente herida. Pese a ir protegido por un chaleco antibalas, el joven fue abatido por la policía en el rifirrafe del fatal tiroteo.

Compró el arma para perpetrar la masacre este mismo año, a mediados de mayo, poco después de que alcanzar la mayoría de edad le permitiera hacerlo legalmente en un país como EEUU. Uno de sus amigos, Santos Valdez Jr., ha explicado públicamente que había sido amigo de Ramos hasta que "su comportamiento empezó a deteriorarse". Faltaba durante semanas seguidas a sus clases de secundaria y un día apareció con la cara llena de cortes que se había hecho -según el testimonio- "por diversión". Sus comportamientos violentos llegaron a convertirle en una compañía incómoda. Se entretenía algunas noches disparando pistolas de balines desde un coche de forma aleatoria y arrojando huevos.

Ha sido uno de sus autocalificados de mejores amigos, Stephen García, el que ha puesto sobre la mesa la dificultad que supuso para Ramos el acoso escolar, tanto presencial como a través de las redes sociales. "Le acosaban mucho", ha declarado al diario estadounidense The Washington Post para añadir: "Era dulce y simpático, solo le faltaba salir del caparazón".

La declaración de su prima, Mia, también ayuda a entender el peso que para él supuso el 'bullying'. "Cuando se reían de él por su forma de hablar, primero se desentendía y luego le decía a su abuela que no quería ir a la escuela. La pésima relación con su madre, consumidora de droga según han declarado varios vecinos, tampoco se lo puso fácil. El vecindario asistía con frecuencia a visitas policiales por la violencia que ejercía contra su progenitora. De hecho, se había ido a vivir con su abuela, a la que ha herido mortalmente, solo hace unos meses.

El joven subía a sus redes sociales imágenes de sus armas, incluida su cuenta de Instagram, @salv8dor_, cerrada minutos después de conocerse su identidad. Las primeras pesquisas han permitido encontrar conversaciones virtuales de Santos con la usuaria @epnupues, a la que etiquetó en las publicaciones en las que mostraba sus rifles, y a la que, antes del tiroteo, le dijo que le volvería a escribir una hora después, a pesar de que la chica, con la que apenas tenía relación, había mostrado su rechazo a que el joven la etiquetara en las fotos de sus armas.

"Estoy a punto de..."

La usuaria @epnupues -cuyo nombre real se desconoce- compartió las imágenes de una conversación que mantuvo con Salvador Ramos. La primera vez que hablaron fue el 12 de mayo.

Ramos la etiquetó en una historia en Instagram en la que mostraba las dos armas AR-15 con las que presuntamente llevó a cabo el tiroteo en la Escuela Robb Elementary. “¿Vas a repostear las fotos de armas que subí?”, le preguntó. "¿Qué tienen que ver tus armas conmigo?", contestó ella. Él arguyó que "debería estar ogullosa". "Estoy a punto de...", añadió él, a lo que la joven apuntilló: "¿A punto de qué?. Te lo contaré, zanjó el joven.

Salvador Ramos, de 18 años, era estadounidense y estudiaba en el instituto de la localidad

Al día siguiente, día del crimen masivo, continuaron los mensajes: "Te voy a escribir en una hora, pero tienes que responder. Es un secretito y te lo voy a contar. Ahora voy a salir a tomar aire”, redactó.