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Elecciones parlamentarias

Un Líbano empobrecido vota sin esperanza

El país mediterráneo celebra sus primeros comicios desde el estallido de la crisis económica, las protestas masivas de otoño del 2019 y la explosión en el puerto de Beirut en agosto del 2020

El puerto de Beirut un año después de la explosión. EFE

El Líbano es como "un marido abusador". Así ve Carmen Geha a su país. "Te pega 100 veces y, luego, te dice que ha cambiado", reconoce esta recién expatriada libanesa desde Barcelona. El país mediterráneo, de unos 7 millones de habitantes, celebra elecciones este domingo y todos los carteles electorales se revisten con sinónimos de la palabra cambio. "Han habido tantos y tantos golpes, ya no quiero creer", denuncia la académica. La sociedad libanesa creyó en sí misma en 2019 durante unas protestas anti sectarias sin precedentes. Ahora, votan por primera vez después del inicio de la debacle económica, de su revolución y de la letal explosión en el puerto de Beirut en 2020, que acabó de sumir al país en la desesperación.

"Veremos por primera vez un espacio político no monopolizado por los mismos partidos y caudillos que hicieron la guerra civil durante 17 años", señala esta profesora de la Universidad Americana de Beirut, en referencia al conflicto vivido entre 1975 y 1990. Entre las 103 listas que agrupan a 1.049 candidatos, hay nuevas agrupaciones políticas surgidas del murmullo que se transformó en grito en las plazas libanesas hace dos años y medio. Pero las decenas de candidatos independientes saben que el sistema político está en su contra. Los 128 escaños disponibles se dividen de manera igualitaria entre cristianos y musulmanes. Tres décadas, por lo tanto, con los mismos rostros.

Un país empobrecido

Durante años, generaciones enteras de libaneses han sentido que la política no era su lugar. "Hay una falta de educación política y civil en el Líbano porque durante mucho tiempo se ha visto la política como un juego sucio", explica Jonathan Lahdo de Sawti. En árabe, Sawti significa mi voz. Esta plataforma informativa ofrece detalles sobre las nuevas candidaturas no sectarias y el propio sistema electoral. En las últimas elecciones del 2018, solo una candidata independiente obtuvo escaño. "Nadie cree que vayan a ganar la mayoría, pero solo cinco o diez personas que representen los intereses masivos de la gente ya es una mejora significativa", reconoce Lahdo a este diario desde Nueva York.

Tres cuartas partes de la ciudadanía libanesa están bajo el umbral de la pobreza, según la ONU. La agresiva crisis económica en la que el país lleva tres años sumido ha devaluado la moneda local en un 90% y ha privado a su ciudadanía de medicamentos, combustible o electricidad. "Este es el Líbano más empobrecido desde la hambruna de 1919", rememora Geha. "Con una población empobrecida a propósito, crecen las redes de clientelismo entre la gente desesperada y los partidos tradicionales", añade. A uno de cada tres ciudadanos se le ha ofrecido sobornos a cambio de su voto, ha registrado Transparencia Internacional.

Impunidad por la explosión

A la grave situación económica, se le suma un clima de impunidad recrudecido en agosto del 2020. La explosión en el puerto de Beirut dejó más de 215 muertos y miles de heridos. Hoy se trata de cubrir la devastación con carteles electorales. La clase política, conocedora de la presencia de materiales peligrosos durante años, lleva desde la tragedia bloqueando la investigación para condenar a los culpables. Hasta dos exministros buscados para ser interrogados por negligencia criminal en relación a este traumático caso se presentan a las elecciones. 

"Hay una gran brecha entre la población y la clase política porque su legitimidad no proviene de la mayoría; viene de la financiación extranjera y las armas", dice Geha a El Periódico de Catalunya. La retirada del líder suní Saad Hariri y de su partido, el Movimiento Futuro, ha dejado un vacío político que puede ser aprovechado por Hizbulá. Una amplia victoria del grupo paramilitar, tachado de terrorista por Estados Unidos y Europa, implicaría un todavía mayor aislamiento internacional del Líbano. El país lleva años enfrascado en negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para conseguir un plan de rescate que no llegará si no se aplican reformas.

Hartazgo político

Se espera una baja participación electoral en los comicios, según un estudio realizado por Oxfam. Pero, en cambio, se prevé un apoyo relativamente alto para los candidatos independientes con el 48% de los entrevistados en algunas partes del país votando por ellos. Después, les sigue Hizbulá. Pero el hartazgo político está muy extendido. "No votaré", anuncia Rachid Istambouli. Este joven doctor apenas hace un año que emigró a Reino Unido en busca de un futuro que no halla en su país. "Acabo de salir de un lugar muy oscuro donde están sucediendo cosas muy malas y no quiero seguir conectado con eso", confiesa el médico a este diario.

"No me importa la política libanesa porque no creo en ella; nunca he sentido que podía cambiar algo en este país", explica Istambouli. "Lo hice por un pequeño momento durante la llamada revolución; me decepcionó mucho y desde entonces, no he sentido que haya posibilidad de cambio en el país o, al menos, no ahora", reconoce resignado. En los últimos dos años, más de 250.000 personas han abandonado el país de casi 7 millones. Ante la debacle económica y la indiferencia de las autoridades, las plazas y las avenidas se vaciaron de gritos que exigían la “caída del régimen”.

Voto de la diáspora

En un país como el Líbano, cuya diáspora se estima en al menos tres veces la población residente, su participación política es clave. En 2018 fue la primera vez que pudieron votar. Esta vez, lo han hecho una semana antes que sus conciudadanos locales y los resultados han sido prometedores. La participación ha superado el 60%. Unos 130.000 libaneses han votado desde el extranjero, triplicando los alrededor de 40.000 votos en los comicios anteriores. "Esta es una gran diferencia en estas elecciones que es indicativa del apetito de la gente por estar más comprometida políticamente", celebra Lahdo.

Desde dentro y fuera del Líbano, hay personas con ilusión por el cambio pero son conscientes que no despertarán con él este 16 de mayo. "El futuro del Líbano no se va a decidir con estas elecciones", insiste este libanés nacido en Australia. Aunque auguran la entrada de una nueva cultura política en el hemiciclo, coinciden en la importancia de mantenerse vigilantes. "No podemos poner toda la carga sobre los candidatos independientes que van a ser elegidos; tiene que haber un camino paralelo trabajando por las reformas", recuerda Geha mientras remarca la importancia de investigar lo ocurrido en el puerto.

Este domingo muchos irán a votar con el estómago vacío, movidos por la promesa de un buen festín al salir del colegio electoral. Otros defienden la responsabilidad de votar en masa para dar mayor legitimidad a estos comicios. Gran parte de la población, pero, se quedará en casa haciendo números para sobrevivir otro mes más mientras buscan alternativas para partir hacia el extranjero. "A pesar de todo lo que pasó, no creo que la gente esté lista para el cambio", reconoce Istambouli. Este domingo será otro día gris en su nueva vida en el Reino Unido.

Una oposición muy fragmentada

Esta nueva cultura política ha irrumpido en pedazos, con decenas de nuevas agrupaciones políticas que no están unidas. Todas coinciden en un mismo objetivo: acabar con el sectarismo del sistema político libanés. Después, estos grupos de oposición están divididos en líneas ideológicas en prácticamente todos los temas. Esta fragmentación añade otro obstáculo más en sus caminos, que se suma a la manipulación de los distritos para que sigan líneas sectarias y la presencia en algunos de ellos de un umbral electoral de hasta el 20%. 

Mientras la oposición lucha por acceder a los escasos escaños, los gobernantes, los señores de la guerra, tienen un asiento asegurado por el carácter sectario de la repartición de poderes y la presencia de una ley electoral anticuada. Además, para presentarse como candidato hay que abonar una suma de 65 millones de libras, que multiplican por 10 el salario mínimo. Por eso, aunque la representación de mujeres ha aumentado respecto a las últimas elecciones, el 15% de candidatas sigue siendo minoría

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