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Elecciones presidenciales en Francia

Los socialistas franceses de Hidalgo, al borde del precipicio

Los sondeos solo dan una intención de voto del 2% a la alcaldesa de París en las presidenciales | El insumiso Mélenchon es el único superviviente en medio de una izquierda dividida que suma menos del 30% con seis candidatos

Anne Hidalgo.

El Partido Socialista (PS) francés afronta la recta final de la campaña presidencial en la UCI. Los sondeos dan una intención de voto de solo el 2% a Anne Hidalgo, la candidata de esta centenaria formación en los comicios del domingo (primera vuelta). Sin duda, los estudios de opinión suelen fallar, pero ante unas perspectivas tan bajas el dilema parece ser entre una humillante derrota y un batacazo electoral. Quizás el principal consuelo para los socialistas sería superar el 5% de los sufragios, lo que les permitiría recuperar el gasto electoral ya que están sumidos en una maltrecha situación financiera.

"Juntos, podemos desmentir estos sondeos parciales y sesgados y a sus comentaristas", aseguró Hidalgo el pasado domingo en un acto electoral en París, donde reunió a 1.600 personas, pero solo contaba con asistentes destacados con el exprimer ministro Bernard Cazeneuve y la alcaldesa de LilleMartine Aubry. Como si encarnara la solitaria capitana del 'Titanic', la alcaldesa de París concluyó su mitin con un sintomático tono de derrota: "Siempre nos hemos enfrentado a obstáculos, sufrido derrotas, soportado reveses y afrontado decepciones. Pero siempre hemos continuado con nuestro camino, constantes, tenaces y confiados. Y así lo seguiremos haciendo, ¡pase lo que pase!". 

Una campaña errática

Desde que en enero la aspirante progresista cayó en el farolillo rojo en los sondeos, no ha levantado cabeza. Nacida en San Fernando (Cádiz)Hidalgo, de 62 años, sabía que le esperaba un camino empinado cuando fue designada en septiembre, debido a su imagen demasiada parisina y de dirigente contraria a los coches. Pero sus errores de estrategia electoral acentuaron este declive. De hecho, sorprende que se haya agarrado a las desgastadas siglas del PS, todo lo contrario de lo que hizo en su exitosa campaña en las municipales de 2020 en que logró ser reelegida al frente de la plataforma París en Común

Su propuesta inesperada en diciembre de organizar unas primarias de la izquierda terminó resultando un disparo en el pie, ya que dio la sensación de buscar una puerta de salida a una campaña decadente. Tampoco le ha ayudado el hecho de concentrarse durante el último mes de campaña en criticar la supuesta condescendencia con Vladimir Putin del insumiso Jean-Luc Mélenchon, el único candidato de izquierdas con opciones para clasificarse para la segunda vuelta del 24 de abril y que se beneficia de un efecto de voto útil en perjuicio del resto de aspirantes progresistas. 

La "gran coalición" de Macron

La errática campaña de Hidalgo ha contribuido a esta situación crítica, pero no se le pueden atribuir los motivos de fondo. La dirigente con raíces españolas ha padecido en sus carnes la mala reputación del PS, sobre todo entre las categorías modestas y populares, debido al decepcionante mandato de François Hollande. En lugar de romper con este pasado, el expresidente intervino a finales de marzo en un mitin en Limoges. Debido al lastre del 'hollandismo', el electorado progresista francés parece indiferente ante el actual programa del PS, que incluye medidas interesantes como aumentar un 15% el salario mínimo, establecer un impuesto climático a los más ricos o la gratuidad del transporte público para los menores de 26 años. 

Hidalgo tampoco ha logrado recuperar a aquella franja del centroizquierda que en 2017 se pasó a las filas del macronismo. Aunque podrían haberse decepcionado ante las políticas a menudo escoradas a la derecha de Emmanuel Macron, no volvieron al redil del PS. De hecho, el presidente quiere actualizar su "gran coalición" entre el centroizquierda y el centroderecha.

Recientemente, obtuvo el apoyo de los exministros socialistas Marisol Touraine, Jean-Pierre Chevènement o François Rebsamen. También Manuel Valls estuvo presente en el mitin del pasado sábado del dirigente centrista en París. 

La singular figura de Macron, el ambicioso excolaborador de Hollande que se catapultó hacia el Elíseo en apenas dos años, explica en parte el bajo peso electoral de la 'gauche' en Francia, donde el eje izquierda-derecha perdió relevancia en las últimas décadas. Fragmentados en hasta seis candidaturas, el conjunto de aspirantes progresistas suman entre el 25% y el 30% de la intención de voto, mientras que en 2012 representaron cerca del 44% en la primera vuelta. 

Mélenchon, ¿la sorpresa en medio del declive?

Además de Hidalgo, los verdes también llegan a la recta final con unas perspectivas modestas. Lastrados por un candidato poco carismático -el eurodiputado Yannick Jadot- y la escasa presencia de la urgencia climática en los debates electorales, los sondeos pronostican para ellos un resultado de entre el 4% y el 6%. Una situación parecida se reproduce con el histórico Partido Comunista, que esta vez no apoya a Mélenchon y presenta a su propio candidato, el diputado Fabien Roussel, entre el 2% y el 4%. 

La otra cara de este declive de la izquierda es Mélenchon. El líder de la Francia Insumisa (socios de Podemos en Francia) ha resistido como el único aspirante progresista con opciones. Con unas perspectivas de entre el 14%-17%, el veterano dirigente ecosocialista, que ya se había presentado en 2012 y 2017, se ha consagrado como el tercer hombre de estos comicios, junto con Macron (28%-26%) y la ultraderechista Marine Le Pen (23%-18%). Más de 2.000 personalidades de la cultura, como la escritora Annie Ernaux, la humorista Blanche Gardin o el cineasta Robert Guédiguian publicaron el lunes un manifiesto en que pedían el voto por él. 

"Me acuerdo del momento en que decidí abandonar el PS y creo que tomé una buena decisión", dijo Mélenchon el pasado domingo en un multitudinario mitin en Toulouse, en que asistieron unas 25.000 personas. "Lo que temía por encima de todo era que la tradición francesa del humanismo radical (desapareciera). Tenía esta obsesión de que Francia, patria de la gran Revolución de 1789, que no fue hecha en defensa de un pueblo, sino de la humanidad universal, quedara borrada del mapa, de las memorias, de la misma forma que sucedió con la magnífica, brillante y creativa izquierda del pueblo italiano", afirmó el insumiso, presentándose como pilar de resistencia de la debilitada izquierda gala. La 'gauche' parecía muerta, ¿pero ha dicho su última palabra? El domingo lo sabremos. 

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