“Voté a Marine Le Pen en 2017, pero ella renunció a todo lo que proponía, así que ahora voy a hacerlo por Zemmour”. Martin, 27 años y estudiante de Derecho en Lille, resume con estas palabras su apuesta por el polemista de ultraderecha en las presidenciales francesas. Numerosos exvotantes de la Reagrupación Nacional (RN) y de Los Republicanos (derecha) se reunieron este sábado en otro mitin multitudinario de Zemmour. Unas 7.000 personas acudieron al acto en el Grand Palais de Lille del nuevo aspirante de la extrema derecha en Francia, que quiere quitarle a Le Pen su estatus de apóstol de la xenofobia y el ultranacionalismo en la política gala.

A tan solo 200 kilómetros de Lille —capital de la región norteña de Hauts de France, devastada socialmente por la desindustrialización y uno de los feudos electorales del lepenismo—, la líder de la RN ha celebrado su convención presidencial en Reims, que congregó a unos 4.000 militantes ultras. Así dio el pistoletazo de salida a su campaña para los comicios del 10 y 24 de abril. Los dos presidenciables de extrema derecha compitieron este sábado en decibelios, asistencia e interés mediático. Esta guerra de mítines, propiciada por Zemmour al organizar su acto a la misma hora en que estaba previsto el de Le Pen, refleja la lucha sin escrúpulos en que ha derivado el pulso entre los dos aspirantes del bloque ultranacionalista.

Deserciones en la formación lepenista

La disputa de este sábado vino precedida por unas últimas semanas marcadas por las deserciones en el partido lepenista en beneficio del movimiento Reconquista. El eurodiputado Jérôme Rivière, Gilbert Collard y otros dirigentes de segunda fila se pasaron al lado del polemista. Más significativo resultaría el fichaje de Marion Maréchal, la mediática sobrina de El Pen y con estrechos vínculos con Vox. El 28 de enero, insinuó su regreso a la arena política para apoyar a Zemmour, lo que supondría una traición familiar.

"Nuestro punto en común es el amor sagrado a la patria", dijo esta tarde Le Pen a sus simpatizantes en Reims, ante los cuales reivindicó la importancia de la "harmonía", la "delicadeza" la "cortesía", una crítica implícita contra los métodos de su gemelo ideológico, pero rival electoral. En una reciente entrevista para Le Figaro, la líder de la RN ya se había despachado a gusto contra el polemista: “Representa un comunitarismo. No es la misma mentalidad que la mía. Mi objetivo no es defender el pueblo de Astérix, sino devolver nuestro país a los franceses. En Zemmour, (…) hay católicos, tradicionalistas, paganos y algunos nazis. Esto no le da una posición presidencial”.

Le Pen ha aprovechado la irrupción del polemista, sin pelos en la lengua para esparcir su veneno xenófobo e islamófobo, para blanquear su imagen y mejorar su popularidad. Pero a base de banalizarse, la líder lepenista corre el riesgo de volverse invisible en esta campaña. Más que una competición virtuosa, el pulso Zemmour-Le Pen se está convirtiendo en una lucha fratricida. Según un sondeo del instituto Ifop, publicado este sábado, ambos quedarían empatados con el 14% y no se clasificarían para la segunda vuelta, a la que llegarían el presidente Emmanuel Macron (24%) y la conservadora Valérie Pecresse (16,5%).“Está fagocitando a los votantes de Le Pen”.

“Está fagocitando a los votantes de Le Pen”

“Los partidos de izquierdas se equivocan al presentarse con numerosos candidatos y ahora la derecha nacionalista podría cometer el mismo error”, lamentaba en declaraciones a El Periódico Eugénie, 23 años, una estudiante de Medicina presente en el mitin del polemista en Lille. “Zemmour está fagocitando los votantes de Le Pen, quien tiene un discurso insípido, demasiado parecido al del resto de políticos”, presumía Ulrich Platre, de 47 años, trabajador en el sector de la logística. Oriundo de la ciudad obrera de Douai, este exvotante de la RN destacaba la “novedad” que representa la candidatura del polemista.

El desembarco de la caravana Zemmour en Lille no tiene nada de anodino. Esta región concentra un caladero de votos obreros de Le Pen, que, junto al electorado femenino, está resistiendo gracias a este tipo de votantes a la competencia interna. “Aunque no les guste a los partidarios de la lucha de clases, nuestro capital es el trabajo y el trabajo nuestro capital (…). Seré el presidente de la reconciliación de clases”, afirmó el líder de Reconquista en un discurso sobre el trabajo y el poder adquisitivo (principal preocupación de los franceses). No obstante, la mayoría de medidas sociales que propuso consisten en quitarles ayudas y derechos a los migrantes. También defendió una desfiscalización de las horas extra y de una prima salarial de fin de año, unas políticas ya adoptadas en el pasado por Nicolas Sarkozy y Macron respectivamente, lo que refleja la falta de originalidad del programa del polemista en materia social. Un Zemmour obsesionado por lo identitario contra una Le Pen con un barniz más social, la lucha descarnada en el seno de la ultraderecha ya ha empezado en Francia.