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Asia

Corea del Norte: Cibercrimen S.A.

El régimen de Kim Jong-un ha convertido los ciberataques y posterior cobros de rescates en una de sus principales fuentes de ingresos

Kim Jong-un.

La noticia pasó desapercibida en una semana de mediáticos lanzamientos de misiles. Corea del Norte robó el pasado año 400 millones de dólares (352 millones de euros) en siete ataques a plataformas de criptomonedas, según los expertos de Chainalysis. Es la enésima paradoja del país. Con un PIB ridículo desarrolla misiles con teórica capacidad para golpear Estados Unidos y con contados ordenadores acuna a los piratas informáticos más audaces

Piongyang ha sublimado con los cibercrímenes la evolución darwinista de sus turbios asuntos: cuando uno es neutralizado, ya ha perfeccionado el siguiente. No le disgusta ninguno, desde la sustracción de secretos militares al vaciado de cuentas, pasando por la extorsión o el vandalismo juvenil. Pero ante todo es una vía de ingresos cuando las sanciones internacionales estrangulan su economía. Expertos de la ONU calcularon que en ciberdelitos había amontonado dos mil millones de dólares hasta 2019, más del 10% de su presupuesto militar. Y los ataques se han multiplicado desde entonces. 

Su actividad es rutinaria pero tres ataques entre 2014 y 2017 se llevaron las portadas. El sufrido por Sony tras una zafia comedia sobre el asesinato de Kim Jong-un expuso en las redes miles de correos internos, cinco películas de inminente estreno y el guion de la última de James Bond. El que padeció el Banco de Bangladesh en su cuenta de divisas de la Reserva Federal de Estados Unidos aún sorprende por su meticulosidad: los piratas norcoreanos esperaron más de año y medio tras colarse en sus servidores e identificaron los intermediarios más débiles de la cadena hasta recoger la millonaria sustracción en casinos de Filipinas.

Hipotética guerra

El virus 'Wannacry' explotó un agujero de Microsoft Windows para infectar 300.000 ordenadores de 150 países. Se ignora cuánto recaudó Corea del Norte con los rescates exigidos pero la factura global se estima en 4.000 millones de dólares. Entre los damnificados figuraban el constructor Boeing, el servicio de sanidad británico o la red ferroviaria alemana. También los servidores militares de Seúl reciben sus visitas. En 2016 robaron los planes de cómo evolucionaría una hipotética guerra y el de un complot para asesinar a Kim Jong-un. 

Dos elementos individualizan a Corea del Norte, señala Ramón Pacheco, profesor de Relaciones Internacionales del King College y experto en Corea del Norte. "Primero, que es el único caso de un Estado que se dedica a robar y no sus ciudadanos. Y segundo, que debido a eso, muestra una paciencia que sería inviable en grupos de delincuentes. Sus piratas pueden esperar meses o un año hasta asegurarse de que ejecutarán con éxito el golpe y podrán borrar las huellas, como ocurrió con el Banco de Bangladesh". Están, en su opinión, en un hipotético podio global. "Cuando engañaron a la Reserva Federal de Estados Unidos demostraron que podían atacar a cualquiera", añade. 

El cliché que describe al 'hacker' global como un joven de conocimientos sedimentados en miles de horas frente al ordenador de su habitación no funciona en Corea del Norte. Pocas familias disponen de un ordenador personal e internet exige un permiso especial. Las autoridades señalaban a jóvenes frente a los ordenadores de la biblioteca como el corolario del abrazo a las nuevas tecnologías durante una visita de este corresponsal a un reluciente centro tecnológico de Pionyang años atrás. Las escasas y rudimentarias páginas disponibles, todas de contenido docente, insinuaban un disfrute limitado. 

"Bravos guerreros"

Sólo el entusiasmo gubernamental explica que en ese secarral haya brotado una generación de brillantes piratas. El germen fue la contratación de 25 expertos rusos en 1986 por Kim Il-sung, fundador de la nación, para entrenar a los jóvenes. Su hijo, Kim Jong-il, perseveró en el programa tras entender con las dos guerras de Estados Unidos en el golfo el decisivo papel de internet. Y el frenesí ha llegado con Kim Jong-un. El actual líder ha descrito a los empleados de la Oficina General de Reconocimiento, la unidad de inteligencia cibermilitar, como "bravos guerreros para la construcción de una próspera y potente nación". Un sistema de filtrado empuja a los estudiantes más brillantes de matemáticas y ciencias a escuelas como el Mirim College. De ahí salen un centenar de piratas al año, según algunas fuentes, lo que elevaría la plantilla actual a 7.000 empleados. 

La ciberdelincuencia apuntala los históricos vínculos del régimen con cualquier actividad ilegal que lleve un puñado de dólares a sus comatosas arcas. Antes fueron las drogas, las armas, las piedras preciosas o la falsificación de monedas. También es la evolución más eficaz porque con bajos riesgos e inversiones consigue altos dividendos. El escenario actual, con su economía ahogada por las sanciones y el comercio devastado por el coronavirus, empuja al ciberdelito. "Se veía venir", juzga Pacheco. "Las sanciones son uno de los principales incentivos. Carecen de otras vías para sufragar no sólo su programa militar sino para comprar comida y otros bienes necesarios para su pueblo. Sin las sanciones habría menos ciberataques", opina. 

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