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Episodio negro en la historia de Estados Unidos

La democracia en EEUU, en jaque un año después del asalto al Capitolio

Abrazado a la "gran mentira" de Trump y en deriva autoritaria, el Partido Republicano lleva a los estados "una insurrección a cámara lenta"

Una de las imágenes más míticas del asalto al Capitolio.

Este jueves se cumple un año del asalto al Capitolio en Washington, cuando una turba de seguidores de Donald Trump enajenada por la "gran mentira" de un fraude electoral inexistente entró con violencia en el Congreso para intentar evitar la certificación de los resultados legítimos que convertían a Joe Biden en presidente. Estados Unidos se asomó aquel día como nunca desde la guerra civil al colapso de su democracia. Y aunque el sistema sobrevivió, 12 meses después está más en jaque si cabe por una amenaza que no ha desaparecido sino que ha mutado, peligrosamente.

Es cierto que Biden está instalado en la Casa Blanca. Están imputados más de 700 participantes en el asalto y 71 condenados. Aunque los republicanos bloquearon el establecimiento de una comisión independiente al estilo de la que estudió el 11-S, un comité de la Cámara baja investiga, con una parte fundamental de sus pesquisas dedicadas a determinar el papel que jugaron Trump (que superó un segundo 'impeachment' por el cargo de "incitar a la insurrección") y sus aliados.

Pese a todo lo anterior, las alertas están disparadas y nada las enciende más que la radicalización que está viviendo el Partido Republicano. La formación se ha embarcado en un inaudito revisionismo de lo que sucedió el 6 de enero de 2021, negando la importancia del ataque, minimizando la necesidad de una investigación y atacando la credibilidad del comité. Pero, sobre todo, ha emprendido a nivel estatal una campaña que permitiría en 2024 culminar el golpe que quiso y no pudo dar Trump.

"Insurrección a cámara lenta"

En los estados gobernados por republicanos y en los que controlan legislaturas se están promoviendo cientos de leyes destinadas a restringir el derecho de voto y entre enero y diciembre 19 estados aprobaron 34 de esas normativas. Los republicanos también han revisado estatutos electorales en diversos estados para tener más autoridad sobre el desarrollo y los resultados de comicios, reduciendo la autoridad de secretarios de estado, de cargos del condado y gobernadores. Y en lugares como Pensilvania y Wisconsin se han impulsado auditorías de los resultados de 2020 siguiendo el fallido modelo que empleó Arizona.

Especialmente en estados bisagra o que fueron clave en 2020 y podrían serlo en 2024 como los citados o Michigan, Georgia y Texas, se dan pasos además para tratar de dominar las juntas electorales, se purga (o se intenta) a los republicanos que ostentaban cargos con voz en las elecciones y que se negaron a ayudar a Trump en su trama de fraude sobre el supuesto fraude y se está colocando o impulsando la llegada a posiciones que juegan papeles en los comicios a defensores del expresidente y de la "gran mentira". "Están preparando el terreno para una insurrección a cámara lenta", ha denunciado Mark Brewer, abogado y expresidente de los demócratas en Michigan, donde en ocho de los 11 condados más poblados han sido sustituidos quienes certificaron la victoria de Biden.

Brewer no está solo. 'The New York Times', en un editorial titulado "Cada día es 6 de enero ahora", ha escrito que "la revuelta del Capitolio sigue en congresos estatales en todo el país en una forma sin sangre y legalizada en la que ningún policía puede hacer arrestos y que ningún fiscal puede perseguir en los tribunales". Y es lo que Jason Stanley, profesor de filosofía en Yale y autor del libro 'Facha: cómo funciona el fascismo', resumía en un artículo en 'The Guardian' diciendo que "EEUU está ahora en la fase legal del fascismo", una etapa en la que todas esas leyes electorales se combinan con cientos de propuestas legislativas que criminalizan manifestaciones y protestas.

"La emergencia democrática ya está aquí y enfrentamos un grave riesgo de que la democracia estadounidense como la conocemos acabará en 2024 pero no está teniendo lugar acción urgente" advertía en 'The Atlantic' Richard Hasen, profesor de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de California en Irvine. Y en un correo electrónico el profesor recuerda que "aunque Trump fue incapaz de tener éxito en 2020 ha mostrado un camino para la subversión de elecciones en 2024". "Necesitamos cambiar nuestras leyes y reforzar nuestras instituciones para hacer el sistema electoral estadounidense más seguro y libre de manipulaciones", añade.

Radicalización republicana

Son más los expertos que suman sus advertencias y piden que no se minimice la gravedad y la profundidad de lo que está sucediendo. Steven Levitsky, politólogo de Harvard y coautor de 'Cómo mueren las democracias', ha declarado en AP que "no está claro que el Partido Republicano esté ya dispuesto a aceptar una derrota" y ha asegurado que "el partido en sí mismo se ha convertido en una fuerza antidemocrática".

Concuerda con él Thomas Zimmer, profesor de historia en Georgetown. "Espero que los hechos del 6 de enero acaben llevando a más gente, empezando por los líderes del Partido Demócrata, a abordar honestamente la radicalización antidemocrática de la derecha estadounidense en general y del Partido Republicano en particular, la verdadera naturaleza del conflicto político", señala en un correo electrónico, en el que asegura que "la gente que no está preocupada por el estado de la democracia estadounidense o no le da importancia a la democracia o no ha estado prestando atención".

"El problema es mucho más profundo que Donald Trump", dice también Zimmer, que en un hilo reciente de Twitter recordaba no solo la campaña republicana por controlar los órganos electorales sino la aceleración del proyecto reaccionario republicano en aspectos como los asaltos a nivel estatal al derecho al aborto o la conversión de las juntas escolares en campos de batalla o el encumbramiento como héroes de personajes como Kyle Rittenhouse.

"En su núcleo", prosigue en su correo, "el conflicto se mueve alrededor de la cuestión de si EEUU debe cumplir finalmente la promesa de democracia pluralista y multirracial que siempre han implicado las palabras 'todos los hombres (las personas) son creados iguales' o si debe seguir por siempre como una tierra de y para blancos cristianos definidos por el nacionalismo cristiano blanco. Ese es el conflicto, esas son las opciones, eso está en juego".

Riesgo de violencia

El peligro que representa la "gran mentira", aún azuzada por Trump y sus acólitos, sigue también no solo en esa campaña legislativa y por ocupar los cargos electorales sino en la calle. Como ha escrito Barton Gellman en un artículo en 'The Atlantic' titulado "El siguiente golpe de Trump ya ha empezado", el expresidente y el partido "han convencido a un número desalentador de americanos de que las maquinarias esenciales de la democracia son corruptas, las alegaciones inventadas fraude son reales, solo con trampas pueden perder en las urnas, que la tiranía ha usurpado el gobierno y que la violencia es respuesta legítima".

Encuestas como una reciente de la Universidad de Massachusetts muestran que la abrumadora mayoría de votantes republicanos (el 71% en ese sondeo) dudan que Biden fuera democráticamente elegido. Según otro sondeo del Public Religion Research Institute, casi un tercio de los republicanos cree que "los patriotas estadounidenses pueden tener que acudir a la violencia para salvar el país".

En este contexto no sorprende que Barbara Walter, profesora de ciencias políticas en Universidad de California San Diego e integrante del Grupo de Trabajo de Inestabilidad Política que asesora a la CIA, haya advertido de que EEUU está "más cerca de una guerra civil de lo que a ninguno nos gustaría creer". Autora del libro 'Cómo empiezan las guerras civiles', Walter ha escrito que "si fueras un analista en un país extranjero observando los hechos en EEUU de la misma manera en que lo haces con Ucrania o Costa de Marfil o Venezuela repasarías la lista valorando cada una de las condiciones que hacen probable una guerra civil y lo que descubrirías es que EEUU, una democracia fundada hace más de dos siglos, ha entrado en territorio muy peligroso".

Según Walter el país ha pasado las fases de la "preinsurgencia" y de "conflicto incipiente" y está en "conflicto abierto" desde el 6 de enero, convertida en una "anocracia", que se sitúa en algún lugar entre una democracia y un estado autocrático. Y a ese deterioro también señalaba en noviembre el Instituto Internacional de Democracia y Asistencia Electoral, un laboratorio de ideas basado en Estocolmo, que añadió a EEUU a lista de democracias en "retroceso". "EEUU, bastión de la democracia global, ha caído víctima de tendencias autoritarias", concluyeron sus expertos.

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