Son seis hombres y seis mujeres de Nueva York, de entre 20 y 70 años y razas y circunstancias profesionales y vitales variadas. Desde este lunes, en sus manos está el futuro de Ghislaine Maxwell, la mujer de 59 años que fue pareja y luego asociada de Jeffrey Epstein y que enfrenta seis cargos por participar y conspirar en la trama de abusos sexuales a chicas menores por la que el financiero, que oficialmente se quitó la vida en 2019 cuando esperaba juicio, nunca llegó a sentarse en el banquillo.

Maxwell, detenida en 2020, sí ha llegado a ese banquillo. Su juicio arrancó en un tribunal federal de Manhattan el 29 de noviembre y ha ido más rápido de lo que se preveía. A lo largo de dos semanas la fiscalía presentó su caso y llamó a 23 testigos, incluyendo cuatro supuestas víctimas de Maxwell y Epstein, y en los últimos dos días de la semana pasada la defensa planteó el suyo, con nueve testigos. Este lunes las dos visiones se han enfrentado de nuevo en las más de cuatro horas de presentación de los argumentos finales, los últimos mensajes con los que el jurado se lanza a deliberaciones que, en caso de acabar en condena, podrían llevar a Maxwell a una pena máxima de 70 años de cárcel.

"Depredadora sofisticada"

Alison Moe ha sido la encargada de resumir el caso de la fiscalía y lo ha hecho definiendo a Maxwell como una “depredadora sofisticada que sabía exactamente lo que estaba haciendo, manipuló a las víctimas y las preparó para el abuso sexual. Provocó un daño profundo y duradero a chicas jóvenes”, ha dicho. “Es hora de que rinda cuentas”.

Moe ha asegurado que Maxwell fue “crucial para toda la trama”, “aliada y socia en el crimen” de Epstein, su “mano derecha”. “Epstein no podía haber hecho todo esto solo”, ha dicho Moe. “Cuando estás con alguien 11 años sabes lo que les gusta y a Epstein le gustaba tocar a menores y Maxwell lo sabía”.

Según ese relato de la fiscalía, además, era Maxwell quien ponía en la diana a las menores, especialmente algunas en situaciones vulnerables como la pérdida reciente de un padre o la vida con una madre alcohólica, y las acercaba al mundo de masajes a Epstein que acababan en tocamientos e “intentaba normalizar el abuso sexual”. “Las atrae a una trampa”, ha dicho la abogada del estado, que ha denunciado que Maxwell “gestionaba todos los detalles, hasta los aceites y lociones para los masajes”, y la ha representado como particularmente “peligrosa” por buscar a víctimas especialmente vulnerables por sus circunstancias familiares.

En el argumento de la fiscalía también han entrado posibles intereses financieros de Maxwell, concretamente más de 30 millones de dólares que le transfirió Epstein a lo largo de los años. “El sentido común te dice que no le das a alguien 30 millones de dólares salvo que te estén dando exactamente lo que quieres. Y lo que Epstein quería era tocar a chicas menores”, ha dicho la fiscal.

La línea de la defensa

Laura Menninger, abogada de Maxwell, ha asegurado por su parte que su cliente es “una mujer inocente acusada erróneamente por crímenes que no cometió”, ahondando en la línea que la defensa ha mantenido desde que se inició el caso de que Maxwell está siendo juzgada por los crímenes de Epstein. La defensa también ha tratado de nuevo de mermar la credibilidad de las cuatro supuestas víctimas, denunciando que han tergiversado sus memorias de lo sucedido implicando a su cliente, a instancias del gobierno, tras haber señalado inicialmente solo a Epstein e insinuando que podrían tener motivos financieros para testificar, aunque ya han cobrado dinero del fondo de compensación de víctimas de Epstein.