Un maratón telefónico anual centrado en la salud y la economía, y donde a priori iban a tener poca cabida los conflictos en el exterior. Vladímir Putin ha acudido este miércoles a su cita anual televisiva con los ciudadanos rusos con el evidente ánimo de centrarse en los problemas internos, y con la vista puesta en las cercanas elecciones legislativas de septiembre, un difícil test para el partido gubernamental Rusia Unida, cuya popularidad no cesa de menguar. Sin embargo, el líder del Kremlin no ha querido cerrar su intervención de más de tres horas y media de duración sin dar jugosos titulares destinados al exterior de sus fronteras, criticando con dureza a EEUU y el Reino Unido por el reciente incidente protagonizado por un buque de guerra británico cerca de la anexionada península de Crimea, y dando a entender que su Armada hubiera podido destruir el navío "sin desencadenar una tercera guerra mundial".

"¿Cuál era el objetivo de esta provocación?", se ha preguntado el mandatario. "Subrayar que esa gente (EEUU y el Reino Unido) no respetan la decisión de los crimeanos de integrarse en la Federación Rusia", ha continuado. "Podríamos haber hundido el barco, y es difícil pensar que el mundo estaría al borde de la Tercera Guerra Mundial", ha advertido. Putin ha culpado de lo sucedido no solo al Gobierno británico, nacionalidad del destructor HMS Defender contra el cual la Marina rusa asegura haber abierto fuego. También ha acusado a Washington de haber participado en la maniobra militar mediante un "avión-espía" que despegó a esas horas de una base militar en la isla de Creta y que observó en todo momento lo sucedido durante el incidente naval.

Programa televisivo anual

El presidente ruso ha aprovechado la ocasión que le brindaba el programa televisivo anual para animar a los ciudadanos rusos a que se vacunen de una vez por todas, revelando que en febrero le fue administrada a él personalmente una dosis de dos vectores de la vacuna Spútnik V, y destacando que el único efecto secundario que sufrió fue una febrícula de algo más de 37 grados durante la primera noche. A pesar de que la vacunación es obligatoria para un buen número de trabajadores públicos, a pesar de que se han impuesto importantes limitaciones al ocio de ese mayoritario sector de la población que aún rehúsa y mira con recelo a los inyectables ideados por la ciencia local, el dirigente ha insistido que en Rusia, el tratamiento es voluntario y no hay coacción. "No apoyo la vacunación obligatoria", ha recalcado.

Putin ha tenido tiempo para abordar una cuestión que trae de cabeza a politólogosobservadores periodistas: su posible sucesión, pese a que las recientes enmiendas introducidas en la Carta Magna le permiten prolongar su presidencia hasta el 2036. El dirigente ha destacado que, "llegado el momento", expresará su opinión acerca de qué "persona merece" liderar "un país tan maravilloso como Rusia". En otras palabras, que ungirá a su sucesor, al igual que hizo su predecesor en el cargo, quien le señalo a él como delfín a finales de la turbulenta década de los 90. Un extremo que, curiosamente, ha sido negado durante el maratón televisivo de este miércoles. "Cuando Borís Nikolayévich (Yelstin) dimitió, yo me convertí en el presidente interino, pero la decisión acerca de quién debe gobernar este país recae al final en los ciudadanos rusos", ha indicado, recordando a la vez su triunfo en las presidenciales de la primavera de 2000.