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Entrevista

Shiany Pérez-Cheng: "China manipuló para hacerse valer ante el mundo con la crisis"

"Pekín ha llegado donde está hoy con mucha condescendencia de la comunidad mundial", indica la experta en estudios asiáticos

Shiany Pérez-Cheng.

Shiany Pérez-Cheng estudia la propaganda, desinformación y operaciones de influencia en China y fue docente universitaria en Salamanca durante más de una década. En una entrevista telefónica antes de su ponencia por vídeoconferencia, habla sobre el papel internacional que juega el país asiático hoy día.

-¿De qué va a hablar en su ponencia de hoy en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria?

-La ponencia lleva como título 100 años del Partido Comunista en China, y a partir de ahí, empezaremos a desarrollar un repaso de esa trayectoria, de cómo surgió, su puesta en escena tal y como lo conocemos en Occidente, su apertura a principios de los años 90. Otro compañero hablará de la época de los años 90 hasta la llegada de Xi Jinping, y yo desde entonces y hasta la actualidad. Además, la excusa básicamente es que el partido comunista cumple su centenario, pero ello también nos servirá para hablar y reflexionar sobre cómo está el país a día de hoy y cómo influye a Occidente en particular. 

-Estudia operaciones de influencia, propaganda y desinformación en el régimen chino, ¿cuál es la situación actual en estas cuestiones?

-Pensamos en China y sus roces con sus vecinos: Japón, Vietnam, Taiwán, o con Australia y Nueva Zelanda como algo lejano, pero realmente sí que nos impacta, y no colateralmente, sino de lleno. Si tiramos un poco de hemeroteca y nos vamos a 2013-2014, hubo un problema muy grande entre España y China con el tema de la justicia universal, que es una herramienta que España tiene por la que nos dotamos de la capacidad legal de poder perseguir crímenes contra la humanidad, incluso extraterritorialmente. En su día, se pudo detener a Penichet, porque en España hubo una denuncia y se cursó una orden internacional de detención. Este mecanismo se intentó poner en práctica con ciudadanos del Tíbet asentados en España que intentaron denunciar lo que ellos habían vivido: una persecución por parte del régimen chino. Hubo una presión muy, muy fuerte del régimen de China contra el Gobierno de entonces en nuestro país, y al final lo que pasó es que España tuvo que ceder, y perdió una herramienta de protección de derechos humanos democrática.

-Se cumplen 100 años desde que naciera el Partido Comunista Chino, ¿cómo ha cambiado el país, y el propio partido, desde entonces?

-Toman el poder en China en 1949, pero terminan erigiéndose en una élite en sí mismo y lo que protegen es el partido. Hoy en día la lucha es del Partido Comunista por legitimarse en el poder, y es contra todos, tanto dentro como fuera del país. Básicamente, aunque intentan justificarse, siguen teniendo la imagen de Mao presidiendo plazas, se aferran a estas imágenes, a estos presupuestos de sus orígenes, pero como supervivientes que son lo interesante es que van adaptando toda esa imaginería e ideología al paso del tiempo, a la evolución histórica. Muchas veces nos hacen olvidar, de cara al exterior, lo que hay detrás y solo proyectan su desarrollo tecnológico y su bonanza económica. Han llegado hasta aquí con mucha condescendencia de los países del exterior. 

-¿Es China una superpotencia mundial a la altura de Estados Unidos?

-Estamos hablando de competencias entre hegemonías. Una cosa es lo que China está intentando proyectar hacia el exterior y otra cosa es lo que realmente es. En mitad de la pandemia que estamos viviendo, hace unos meses, China lanzó una noticia en la que aseguraba haber erradicado la pobreza, pero al mismo tiempo se reservan su estatus de país en vías de desarrollo porque implica unas ayudas y consideraciones de las organizaciones internacionales.

-¿Se está abriendo China al mundo por necesidad, por obligación o por negocio? 

-Por propio interés. El término correcto podría ser que ha querido poner una trampa en forma de apertura, sobre todo para que países occidentales abran su comercio y sus inversiones hacia el país asiático. Y un ejemplo claro ha sido el fallido acuerdo de inversiones de la UE con China, que se llevaba negociando muchos años y, deprisa y corriendo, concluyeron el acuerdo el 31 de diciembre de 2020. En mitad de la coyuntura internacional, y ante la debilidad de la UE en su postura como actor de comercio, se corrió para cerrar este acuerdo. Pero el Parlamento Europeo se ha dado cuenta de lo que pasa y han puesto el freno.

-Con la pandemia de Covid-19, muchos piensan que China jugó sus cartas para ganar influencia y poder, ¿tiene algo que decir sobre estas teorías? 

-Es un poco complicado, a día de hoy, posicionarse claramente sobre si era una estrategia de China. Lo que puedo afirmar es que, con las pruebas que hay, este virus se originó en China, por mucho que el país trate de negarlo. Sobre si ha sido fabricado en laboratorios, no me pronuncio porque hay teorías conspiranoicas pero no hay nada probado. A China le ha venido bien, ha sabido cómo manipular y encauzar toda esta crisis para hacerse valer y mostrar su incipiente poder y superioridad ante el mundo. Partimos de que el Partido Comunista en China, a lo largo de todos estos años, ha venido desarrollando una tremenda maquinaria de propaganda, que ya quisieran para ellos la antigua KGB o la antigua CIA. Y el año pasado, a principios de enero de 2020, Occidente se solidarizaba con China y emitía toda la ayuda que necesitara por el coronavirus, y China la pidió, pero sin hacerlo público. Esas fueron sus condiciones, y nos tenemos que preguntar cómo de grave tenía que ser las cosas en China en ese entonces que no querían hacerlo público. Luego nos lo devolvió donando esos equipos médicos y mascarillas. Pero no era que nos lo donaran, sino que nos devolvieron ese favor que nosotros le hicimos, y potenció su discurso aún más gracias a esa maquinaria de propaganda.

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