Nunca desapareció del todo y en los últimos días ha vuelto a resurgir, aunque está por ver su impacto real. Tras la experiencia de las elecciones estadounidenses del 2016, en los que Rusia llevó a cabo una intensa campaña de interferencia con el ánimo de "apoyar al candidato republicano Trump y deningrar a Hillary Clinton", según se lee en el pliego de acusaciones presentado en el 2018 por el Departamento de Justicia de EEUU, de nuevo Moscú ha sido implicado en operaciones de injerencia ante los comicios del 3 de noviembre. En esta ocasión, su nombre aparece junto al de Irán, país supuestamente interesado también en influir en el resultado electoral y que estaría imitando las tácticas empleadas por los piratas informáticos del Kremlin hace cuatro años.

A ambos estados se les acusa de hacerse con datos del registro de votantes, en el caso iraní para enviar falsos 'e-mails' amenazadores a electores exigiéndoles que votasen por Trump, según han asegurado John Ratcliff, director estadounidense de la inteligencia nacional, y Christopher Wray, al frente del FBI. El objetivo: provocar la indignación de los votantes progresistas y favorecer a Joe Biden, más proclive al entendimiento con Teherán, quien ya ha anunciado que si llega a la Casa Blanca revertirá la retirada de EEUU del pacto sobre el programa nuclear iraní. En el caso ruso, de momento no existe constancia de que la información haya sido utilizada.

Bret Schafer, experto en desinformación extranjera de la Alianza para Apuntalar la Democracia, ha admitido a la revista 'Time' que las tentativas de injerencia rusa son "más débiles que en el 2016" y están teniendo "menos éxito". En primer lugar, porque Facebook y las demás redes están cerrando sistemáticamente las cuentas falsas que Rusia empleó hace cuatro años "para diseminar desinformación entre los votantes". Y en segundo, porque el debate electoral en el ciberespacio "es tan tóxico, polarizado y repleto de salvajes teorías conspiratorias que es innecesario para Rusia hacer mucho más que amplificar lo que ya existe", sostiene Schafer.

La principal amenaza

El Kremlin, por su parte, está emitiendo señales apaciguadoras, y parece prepararse ya para la eventualidad de que Biden, perteneciente a un partido, el demócrata, que podría buscar una revancha por lo sucedido con Clinton en el 2016, gobierne el país los próximos cuatro años. El mes pasado, en una inusual declaración escrita, el presidente Vladímir Putin ofreció a EEUU una suerte de tregua en el ciberespacio, aunque sin admitir responsabilidad alguna en pasadas operaciones de desestabilización.

Aún así, según 'The New York Times', los servicios de inteligencia siguen considerando a Rusia como "la principal amenaza". De hecho, muchos expertos consideran que la reciente inculpación de seis agentes rusos, acusados de llevar a cabo algunas de las operaciones mundiales más importantes de hackeo de los últimos años, incluyendo un apagón en la red eléctrica de Ucrania, un sabotaje a los ordenadores durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos en Corea del Sur en el 2018 y una campaña de injerencia en las presidenciales francesas del 2017, constituye una advertencia en toda regla a Moscú.

Giuliani, en la picota

Más allá de la posible actuación de los hackers, la injerencia rusa en estas elecciones se ha materializado en la persona de Rudy Giuliani, abogado personal de Donald Trump, según se deduce de las últimas actuaciones del Gobierno estadounidense. El exalcalde de Nueva York viajó en el 2019 a Kiev para recabar información comprometedora sobre Hunter Biden, el hijo de Joe Biden, quien durante cinco años fue miembro del consejo de administración de Burisma Holdings, una de las principales empresas proveedoras de gas de Ucrania.

Uno de los interlocutores del republicano en el país eslavo, Andriy Derkach, un parlamentario ucraniano vinculado al prorruso Partido de las Regiones, ha sido sancionado por el Departamento del Tesoro tras ser catalogado como "un agente ruso" que durante "al menos 10 años" ha mantenido "relaciones cercanas con los servicios de inteligencia rusos". "Derkach ha sido cómplice de interferencia extranjera en un intento de influir en la próxima elección presidencial", justifica el comunicado oficial. Según 'The Washington Post', los servicios de inteligencia de EEUU incluso informaron en su día a Trump de que Giuliani estaba siendo utilizado por el espionaje ruso para trasladarle desinformación, ante lo que el presidente se encogió de hombros y contestó: "Ese es Rudy".