Donald Trump pasó el día de ayer ingresado en el hospital Walter Reed de Bethesda, la tercera jornada desde que diera positivo por coronavirus, pero la vida política de EE UU no se ha detenido. A menos de un mes para las elecciones presidenciales, Joe Biden ha ampliado su ventaja en los sondeos a raíz del rechazo que generó la actuación del presidente en el caótico debate del martes y su posterior contagio por covid-19, que ha vuelto a poner en evidencia la extrema temeridad con la que ha afrontado una pandemia que ha matado a más de 200.000 estadounidenses. Las dos encuestas hechas durante la semana dan al demócrata una ventaja de dos dígitos, sin que se atisbe por el momento una ola de simpatía hacia el presidente por sus tribulaciones.

Todas las crisis presentan una oportunidad, pero nada indica que la Casa Blanca esté sabiendo conjugar la desgracia de Trump para revertir sus menguantes opciones de reelección. Por un lado, su positivo en Covid ha vuelto a situar el centro de gravedad de la campaña en la pandemia, tras meses de esfuerzos republicanos para desviar la atención sobre sus estragos. "Ya había pánico antes de que esto empezara, pero ahora nos hemos convertido en algo así como el partido estúpido", dijo Edward Rollins, copresidente de Great America, uno de los grupos que trabajan para reelegir a Trump. "Nuestros candidatos tienen ahora que defenderse todos los días de lo que el presidente hizo respecto al virus".

A esto habría que añadir la crisis de credibilidad de la Casa Blanca ante los mensajes contradictorios enviados sobre el estado de salud de Trump. Ayer sus médicos afirmaron que el presidente "sigue mejorando. Hoy se encuentra bien, ha estado activo. Nuestro plan es que coma y beba, que esté fuera de la cama tanto como sea posible y se mueva. Si sigue sintiéndose igual de bien, el plan es darle el alta a partir de este lunes", dijo ayer un galeno.

Pero esos mismos médicos también confirmaron que Trump tuvo fiebre alta el viernes por la mañana y su saturación de oxígeno en la sangre cayó a niveles preocupantes tanto el viernes como el sábado. Un cuadro bastante alejado de los "síntomas leves" que el doctor Sean Conley describió previamente. De hecho, se le ha administrado dexametasona, un corticosteroide empleado para reducir los procesos inflamatorios. La OMS solo lo recomienda en pacientes de Covid en "estado grave o crítico" porque, de otro modo, puede reducir la respuesta inmunitaria ante el virus.

En el círculo más cercano de Trump se ha instalado el pánico ante el goteo de contagios que afecta ya a una decena de sus aliados. "La gente está perdiendo la cabeza", le ha dicho a 'Politic'o una fuente de la Casa Blanca. Algunos de ellos ayudaron al presidente a preparar el debate con Biden; otros le acompañaron en sus actos de campaña; y la mayoría asistió a la ceremonia de nominación de la jueza Amy Coney Barrett para el Supremo, celebrada hace ocho días en la Casa Blanca.

Visto desde la perspectiva de la pandemia, esa fiesta fue lo más parecido a un aquelarre. Ciento cincuenta invitados, casi todos sin mascarilla, sentados hombro con hombro. Besos, abrazos y apretones de manos, amén de la recepción que se ofreció antes y después dentro de la Casa Blanca. Al llegar, a todos se les hizo un test rápido, les dijeron que habían dado negativo y se les pidió que se quitaran las mascarillas, según han contado los propios invitados. Todo un reflejo del aura de invencibilidad que imperaba en la sede del poder de EE UU.

Ahora ese aura ha quedado hecha pedazos. Una encuesta de Reuters/Ipsos, realizada después de que el presidente diera positivo, señala que el 65% de los estadounidenses, incluido uno de cada dos votantes republicanos, "cree que si Trump se hubiera tomado el coronavirus con más seriedad, probablemente no se hubiera contagiado". Ese sondeo da a Biden 10 puntos de ventaja.

Mayor aún es su diferencia en la encuesta de NBC / 'The Wall Street Journal', completada después del debate del martes. Nada menos que 14 puntos. Para los encuestados, el demócrata ganó de forma abrumadora el cara a cara. Pero no es la única señal preocupante que arroja para Trump. Biden le saca 27 puntos de ventaja entre los pensionistas, los más golpeados por la pandemia, un grupo en el que el republicano ganó por siete puntos en 2016.