La entrada a lo grande de la covid en la Casa Blanca refuta a quienes pensábamos que el contacto entre Donald y Melania Trump se limitaba al WhatsApp. Contagiarse es lo único que han hecho juntos en cuatro años. El coronavirus también desmiente al presidente de Estados Unidos, que en su debate del martes con Joe Biden demostró que lleva la mascarilla por dentro. En un momento dado extrajo la prenda protectora del bolsillo interior de su americana, perfectamente doblada y con el solo objeto de reprocharle a su rival que "la usara en todo momento".

Trump juega a la política sin máscara y sin mascarilla, aunque los abanderados del tapabocas han de explicar las terroríficas cifras de contagio registradas en España pese al uso masivo de dicho adminículo. La receta de la testosterona del presidente estadounidense tampoco funciona, aunque fuera fachada según le había confesado a Bob Woodward. Además de predicar que protegerse es de cobardes, Trump se refirió en una docena de ocasiones durante el debate electoral a la "plaga china", alargando la procedencia para lograr el efecto dramático en "shaainiiiiís". A modo de compensación, Biden piensa curar la pandemia montando "una comisión".

El coronavirus redujo al hooligan Boris Johnson a alfeñique, así que conviene prepararse para un Trump pacífico, inclusivo y solidario. En tiempos de George Bush padre, se bromeaba que un miembro del servicio secreto tenía la orden de disparar al torpe vicepresidente Dan Quayle, si le sucedía algo al presidente. No se ha tomado esta prevención con Mike Pence, responsable de la lucha contra la pandemia con el resultado antes citado, de modo que el planeta corona en todos los sentidos al emperador más cristiano de su historia. En cuanto a una cascada de contagios que acabe con la Casa Blanca en manos de la Demócrata Nancy Pelosi, lo cual liberaría al mundo de un Biden más nocivo que Trump, esta carambola ya fue presagiada en la mejor teleserie de todos los tiempos, El ala Oeste de la Casa Blanca.