El magnate alienta al supremacismo: "Dad un paso atrás y estad preparados"

i. noain | Nueva York

En 2019, cuando un juez de Nueva York encarceló a dos miembros del grupo violento de extrema derecha "Proud Boys" por asaltar a manifestantes antifascistas, presentó la sentencia diciendo: "Sé suficiente Historia para saber qué paso en Europa en los años 30 cuando se permitieron peleas políticas callejeras". El martes por la noche, ese fantasma de violencia civil que acompañó al auge del fascismo volvió a agitarse en unos EE UU ya azotados por explosiva tensión y división. Pero esta vez se movió desde el escenario de un debate presidencial por obra y gracia del presidente del país, Donald Trump.

Trump eludió condenar de forma frontal e inequívoca el supremacismo blanco y la violencia de extrema derecha cuando se le dio, una vez más, oportunidad de hacerlo. Y cuando tras rodeos e intentar atribuir a la extrema izquierda el problema de la violencia que ha salpicado las protestas mayoritariamente pacíficas contra la injusticia racial y la brutalidad policial Trump se vio forzado a enviar un mensaje concreto, el que eligió hizo que un escalofrío recorriera el país: "Proud Boys, dad un paso atrás y estad preparados".

Por más que desde la campaña del presidente y desde su Casa Blanca se intentó reinterpretar o matizar sus palabras, no hay manera de hacerlo. No solo fue Joe Biden quien denunció que "intenta encolerizar todo. No quiere calmar las cosas" y "simplemente echa gasolina al fuego". Y los propios Proud boys, un "grupo extremista" según la clasificación del FBI que estuvo implicado en la organización de la marcha del Ku Klux Klan y los neonazis en Charlotesville y ha sido presencia combustible en protestas recientes como las de Portland, celebraron el mensaje como una muestra de apoyo e integraron ese "estad preparados" a sus logos o a camisetas ya a la venta.

El mensaje de Trump gana intensidad alarmante porque no llegó solo, ni en el vacío. Como lleva haciendo tiempo, el presidente volvió también en el debate a minar la confianza en la legitimidad de las elecciones. Aseguró que "puede que tardemos meses en saber" el resultado y se negó a pedir calma a sus seguidores mientras dure el recuento de votos. Estas elecciones serán las primeras desde 1982 en que los observadores podrán ir armados.

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