Después de Siria y Libia, ahora le toca el turno al Cáucaso. Rusia y Turquía de nuevo han elegido bandos opuestos en el renacido conflicto regional por el control del enclave del Alto Karabaj, situado en Azerbaiyán pero de mayoría armenia. El enclave es en principio independiente desde finales del pasado siglo, pero en la práctica está bajo control armenio. Moscú tiene una base militar en Armenia y Ankara es el principal aliado de Azerbaiyán.

"Es inadmisible que el Alto Karabaj y las regiones adyacentes, que son territorio azerbaiyano, estén todavía ocupadas, pese a todas las resoluciones aprobadas", dijo el pasado jueves Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, ante la Asamblea General de la ONU. Tres días después estallaron los combates al ser alcanzada la capital del enclave, Stepanakert, por proyectiles azeríes.

Mientras, el presidente ruso, Vladímir Putin, solo entró en escena al hablar por teléfono con el líder armenio, Nikol Pashinián. Ayer, mientras los combates se recrudecían por tercer día consecutivo y, según numerosas fuentes se estaban ya extendiendo al territorio armenio, Moscú hizo un llamamiento a Turquía para que evite declaraciones que propicien la escalada del conflicto y su conversión en una guerra regional.