La renuncia del ya ex primer ministro Mustafá Adib enturbia la deriva política de Líbano. Tras casi un mes de negociaciones, el encargado de formar Gobierno abandonó ayer sus intenciones de crear un Gabinete no partidista por la ausencia del consenso inicial que llevó a su nombramiento el pasado 31 de agosto. Su dimisión pone en peligro la recepción de las ayudas internacionales promovidas por Francia para combatir la deplorable situación económica en la que se encuentra el país.

"A medida que los esfuerzos para formar Gobierno llegaban a sus últimas etapas se me hizo evidente que el consenso sobre el que acepté está misión nacional en esta difícil circunstancia de la historia de Líbano ya no existe", dijo Adib en un mensaje televisado tras presentar su renuncia. La imposibilidad de formar Gobierno complica la puesta en marcha del proceso de reformas que requiere el país para recuperarse económicamente y limpiar su corrupto e ineficiente sistema político.

La intervención del presidente francés, Emmanuel Macron, a finales de agosto llevó a la nominación de Adib para formar un Gobierno no sectario. Según la hoja de ruta francesa, Líbano debía implementar ciertas reformas contra la corrupción para poder recibir las ayudas internacionales que cubrieran las deudas y las pérdidas económicas sufridas tras la explosión del puerto de Beirut.

La comunidad internacional, en una conferencia de donantes organizada por Macron, acordó una ayuda de 253 millones al Líbano tras aplicar las reformas pertinentes. "Hago hincapié en que esta iniciativa debe continuar", insistió en referencia al compromiso con el plan de Macron, al que se unieron otros líderes suníes, chiíes y cristianos. Adib, un musulmán suní que hasta agosto era embajador en Alemania, le deseó suerte a su sucesor en la "difícil tarea" de formar Gobierno.

La pobreza

Actualmente más de la mitad de la población se encuentra bajo el umbral de la pobreza. Con la economía al borde del colapso, la explosión del pasado 4 de agosto en el puerto de Beirut que provocó casi 200 muertos devaluó aún más la libra libanesa en su peor crisis económica desde la guerra civil.