Cuando el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, abrió ayer en Nueva York la inédita sesión de debate anual de la Asamblea General, forzada este 2020 a ser prácticamente virtual por el coronavirus, recordó que el mundo "no puede permitirse un futuro en que las dos mayores economías creen una gran grieta que divida el globo". Hablaba el portugués directamente de una distancia económica y tecnológica entre Estados Unidos y China, pero la clara referencia era más amplia, a la tensión creciente entre Washington y Pekín.

Y ese duelo se desplegó plenamente poco después de que el portugués advirtiera de que se está yendo "en una dirección muy peligrosa", cuando en sendos discursos grabados Donald Trump y Xi Jinping verbalizaron y ejemplificaron el abismo que cada vez les separa más.

En clave de campaña

En una intervención de escasos siete minutos que podría ser su último discurso ante la ONU según lo que pase en las elecciones del 3 de noviembre, Trump dedicó el núcleo de su mensaje, que no se puede dejar de leer en clave de campaña, a atacar a China. Lo hizo por el coronavirus pero también por su papel contaminante o sus políticas comerciales.

Poco antes de que EE UU superara la marca de 200.000 muertos por la pandemia, ante la que la gestión de Trump ha sido cuestionada, el mandatario arrancó su discurso hablando del "virus chino" y denunció que Pekín "desató esta plaga en el mundo". Aprovechaba también para acusar a la OMS, uno de los organismos de la ONU de los que retira a EE UU, de "estar virtualmente controlada por China" y decía que "la ONU debe hacer que China rinda cuentas" por "infectar al mundo".

Intimidatorio

Tras defender una vez más su retirada del Acuerdo del Clima de París y hacer un rápido repaso de lo que considera sus logros en política exterior, de Oriente Próximo a Afganistán o Corea del Norte, pasando de puntillas por su último enfrentamiento con aliados y la propia ONU por las sanciones a Irán, Trump reiteró su mensaje de que EE UU cumple su "destino como pacificador". "Pero es una paz a través de la fuerza", recalcó subrayando su potencia militar y de armas. "Ruego a Dios que nunca tengamos que usarlas", añadió.

Xi aprovecha el vacío

El embajador chino ante la ONU, en su presentación del discurso de Xi, denunció el "unilateralismo, el proteccionismo y el bullying", alertando contra los que propagan "virus políticos", y desestimó "acusaciones sin base".

Era la forma de dejar que Xi, en un mensaje grabado, lanzara una alocución mucho más centrada en el compromiso con los retos y la diplomacia global, aunque también incluyó críticas implícitas al unilateralismo de Trump (olvidando, eso sí, las políticas y acciones más cuestionables de la propia China en materia de derechos humanos).

"Enterrar la cabeza en la arena como un avestruz o tratar de combatir la globalización con la lanza de Don Quijote irá contra la tendencia de la historia", advirtió el presidente chino, quien rechazó todo "intento de politización" o "estigmatización" en torno a la pandemia. Xi destacó que las posibles vacunas que China está desarrollando serán consideradas un "bien público global" y se distribuirán de forma prioritaria a países en desarrollo.