El presidente de EE UU, Donald Trump, sigue haciendo de la vacuna contra el covid-19 una de sus armas de campaña, colocando una y otra vez en situación difícil a las autoridades sanitarias del país.

Trump anunció ayer de madrugada (hora española) que su Administración podrá empezar a distribuir una vacuna en octubre, fecha con la que está obsesionado, ya que las elecciones presidenciales se celebrarán el 3 de noviembre.

"Creemos que podemos empezar en octubre", afirmó el magnate en rueda de prensa. "Tan pronto como se anuncie podremos empezar. Eso será a mediados de octubre. Podría ser un poco más tarde", prosiguió, argumentando que EE UU está "muy cerca de la vacuna, mucho más cerca de lo que creo que la mayoría de la gente quiere decir". Trump no se quedó ahí y añadió: "Seremos capaces de distribuir 100 millones de dosis de vacunas para fines de 2020, y luego un número muy grande".

Estas declaraciones contradicen las del director de los Centros de Control de Enfermedades (CDC), Robert Redfield, quien horas antes, en una audiencia en el Senado, explicó que la vacuna estará disponible entre noviembre y diciembre pero será distribuida de manera limitada a los grupos con más riesgo de morir por el virus. Redfield agregó que los estadounidenses podrán acceder a la vacuna a finales del segundo trimestre de 2021 o incluso algo más tarde.

Preguntado al respecto, Trump consideró que Redfield se equivocó, afirmó que se sintió "sorprendido" por sus declaraciones y explicó que le telefoneó para explicarle que había cometido un "error".

Entre tanto, un nuevo caso de acoso sexual extiende su sombra sobre el candidato republicano. La exmodelo Amy Dorris lo ha acusado, en una entrevista publicada ayer por "The Guardian" de agredirla sexualmente durante el Open de tenis USA de 1997, cuando la manoseó, le metió "la lengua hasta la garganta" y comenzó a tocarle "el culo, los pechos, la espalda, todo". Los abogados de Trump han negado los hechos.