Dos meses de manifestaciones diarias en Bulgaria "contra la corrupción" y contra el control del Estado por una "mafia oligárquica" ponen de relieve la grave crisis política que vive el país más pobre de la UE, con menos de siete millones de habitantes. Los manifestantes reclaman la dimisión del primer ministro, Boyko Borisov, en el poder de forma casi continuada desde 2009, y del fiscal general, Ivan Geshev, acusado de amparar la corrupción y perseguir a quien critica al Gobierno.

El presidente búlgaro, el independiente Rumen Radev, reclamó el pasado 2 de septiembre en el Parlamento la dimisión del conservador Borisov y su Gobierno, respaldando a los manifestantes. Borisov, para mantenerse en el poder hasta las elecciones de marzo y evitar un Gobierno interino nombrado por el presidente, promueve reajustes ministeriales y una reforma constitucional, pese a no contar con la mayoría cualificada de dos tercios para aprobar una nueva Constitución.

Más de 13 años después de su ingreso en la UE, Bulgaria sigue gangrenada por la corrupción hasta las más altas esferas y por un nivel muy elevado de crimen organizado, pese a la tutela ejercida por la Comisión Europea desde la adhesión al club. Esto mantiene al país excluido del espacio europeo Schengen sin fronteras interiores.

Economía sumergida

Bulgaria aparece como el país más corrupto de la Unión Europea en el Índice de Corrupción 2019, que publica Transparency International. Bulgaria ocupa el puesto 74 del ranking mundial, por detrás incluso de Bielorrusia, con una puntuación de 44 sobre 100. La corrupción le cuesta anualmente hasta el 22% del PIB a Bulgaria, según un estudio del Parlamento Europeo.

Las mayores fuentes de ingresos del crimen organizado búlgaro son: la explotación sexual, el tráfico ilegal de carburantes, el fraude a los fondos europeos y al IVA y el narcotráfico, según el informe del Center for the Study of Democracy. Pese a las altas tasas de crecimiento económico y la pérdida del 9% de la población desde el ingreso en la UE, el PIB real per cápita de Bulgaria sigue siendo de lejos el más bajo de los estados miembros, situándose en 6.800 euros anuales en el 2019, en comparación con los 27.980 de media de la UE y los 25.170 de España, según Eurostat.

Bulgaria también es el país de la Unión Europea con mayor volumen de economía sumergida, que equivale al 37,8% del PIB, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

A pesar de ser una democracia formal, "los oligarcas dominan los principales partidos y el Gobierno", determinan su agenda política y "controlan el voto" a nivel local, destaca el informe de Freedom House.

Esto se ha exacerbado después de que el Gobierno suprimió en 2019 el límite a las donaciones privadas y de empresarios a los partidos, lo que "socava el pluralismo político y estimula las prácticas corruptas", señala el informe.

La corrupción también infecta el poder judicial, que además es instrumentalizado para perseguir a sus rivales políticos del Gobierno, incluyendo el registro de las oficinas del presidente Radev en julio tras revelar que el servicio de seguridad gubernamental protege a oligarcas.

Bulgaria también es una "oveja negra" a nivel de prensa, con intimidación, violencia física y persecución judicial de periodistas y medios críticos, denuncian Freedom House, Reporteros sin Fronteras y la Asociación Europea de Periodistas. El Gobierno de Borisov controla férreamente los medios públicos y se asegura la fidelidad de los privados mediante una distribución partidista de fondos europeos y publicidad y su control por oligarcas fieles. Los empresarios Kiril y Georgi Domuschiev compraron en 2019 el mayor grupo privado, Nova Broadcasting Group, y el diputado y oligarca Delyan Peevski contrala diarios, el Kanal 3 de TV y webs de noticias.

Respaldos

Borisov se beneficia del respaldo del Partido Popular Europeo (PPE) y de los democristianos alemanes de Angela Merkel, pese a gobernar coaligado con la extrema derecha.

A diferencia de Hungría y Polonia, Borisov ha evitado la confrontación con la Comisión Europea y los principales países de la UE. Su partido, GERB, es muy leal al PPE y se presenta como el único garante de la estabilidad y la contención de la influencia rusa, instrumentalizando su estratégica posición en el mar Negro fronteriza con Turquía.

Pero Bulgaria empieza a preocupar a la Eurocámara, cuyo subcomité de supervisión de la democracia se reunió a puerta cerrada el pasado 28 de agosto para abordar la grave situación que atraviesa el país.