Sometida a una creciente presión policial y hasta militar, la capacidad de convocatoria de la oposición en Bielorrusia se mantiene incólume. Decenas de miles de personas desfilaron ayer de nuevo por el centro de Minsk , la capital, para protestar contra el presidente, Aleksándr Lukashenko, al que acusan de falsificar el resultado de las elecciones celebradas hace tres semanas.

La policía actuó con mayor contundencia que hace una semana y a media tarde ya había arrestado a más de un centenar de manifestantes. "Todo fue muy pacífico; en todo momento se evitaron las provocaciones", celebraron.