El bloguero Alexéi Navalni, el principal líder de la oposición en Rusia, ha sido hospitalizado durante la noche del miércoles al jueves con "síntomas de envenenamiento", según ha asegurado su portavoz, Kyra Yarmish. El activista volaba de Tomsk a Moscú cuando empezó a sentirse mal, obligando al avión a mitad de vuelo a hacer un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Omsk.

"Asumimos que Alekséi ha sido envenenado con una sustancia mezclada en el té", que habría tomado en un bar del aeropuerto de origen, ha decarado Yarmish en las redes sociales. "Es lo único que ha bebido esta mañana", ha subrayado. El dueño del establecimiento ha declarado a la agencia Interfax que estaba examinado las imágenes de las cámaras de circuito cerrado de la instalación para saber qué es lo que había sucedido.

Los doctores del Hospital de Urgencias de Tomsk han confirmado el ingreso del popular bloguero anticorrupción y su estado de gravedad, precisando que se hallaba en coma y conectado a un aparato de respiración asistida. A primera hora de la tarde, el doctor Anatoli Kalinichenko ha declarado que habían conseguido "estabilizar" al paciente y que habían logrado establecer el "cuadro clínico", con lo que el pronóstico del paciente mejoraba respecto al proporcionado en las horas anteriores, en las que se llegó a asegurar que Navalni estaba luchando por su vida.

Al cabo de las pocas horas, ha aterrizado en Omsk la esposa del activista, Yúlia Naválnaya, y el presidente del Fondo Contra la Corrupción, Iván Zhdánov, y el líder de la Alianza de Doctores, Anastasia Vassilieva, un sindicato médico opositor. Tras muchos tira y aflojas y discusiones con los doctores, a Yúlia se le ha permitido ver a su marido, aunque la doctora Vassilieva ha tenido que quedarse fuera de la habitación. Los pasillos de la unidad de cuidados intensivos estaban llenos de agentes policiales.

Ropas y pertenencias

Momentos de tensión también se han vivido a raíz de las ropas y las pertenencias del paciente, que podrían tener rastros de la sustancia empleada, según el entorno del opositor. La esposa de Navalni las había tomado consigo y se negaba en redondo a ceder a las exigencias de la policía local para que las entregara. Solamente las dará "si es arrestada", ha explicado en un tuit la portavoz Yarmish.

El entorno del opositor ha demandado que sea permitida la evacuación del paciente a un país europeo para ser examinado por expertos en toxocología, aunque por el momento los médicos se oponen a ello. "A través de nuestros canales intentamos que sea admitido en hospitales de Hannover o de Estrasburgo; pese a las dificultades causadas por el covid, en Hanover, donde hay un buen centro de toxicología, lo podrían aceptar", ha declarado al portal Meduza Yaroslav Ashijmin, uno de sus doctores.

Pável Lébedev, uno de los pasajeros del vuelo de la compañía aerea S7 en la que viajaba Navalni, ha difundido en las redes sociales un relato de lo sucedido. Según el testigo, al inicio del vuelo "Navalni acudió al lavabo y no regresó; empezó a sentirse muy mal, les costó mucho devolverle la consciencia y gritaba de dolor", ha explicado. Por su parte, diarios oficialistas como Izvestia han abonado la teoría de que había restos de alcohol en la sangre del opositor.

Hace un año, una "alergia"

El año pasado, tras las importantes concentraciones contra la manipulación electoral en las elecciones locales y regionales de septiembre, Navalni también fue hospitalizado, en esta ocasión en Moscú. Los médicos moscovitas aseguraron que se trataba de una alergia, mientras que la doctora personal habló abiertamente entonces de "envenenamiento" mediante una "sustancia química desconocida".

Durante los últimos años, Navalni ha conseguido sacar a la oposición liberal rusa de la marginalidad y darle una gran visibilidad, tanto a nivel local como internacional. Las convocatorias del político y activista congregan regularmente a miles de personas en Moscú, pese a que muchas de ellas implican un riesgo para los asistentes ya que no son autorizadas por las autoridades. Además, ha logrado lo que hasta hace poco era una quimera para los movimientos contrarios a Vladímir Putin: salir de sus tradicionales feudos de Moscú y San Petersburgo, donde se concentra la intelectualidad y las clases medias del país, y ampliar su base a las ciudades de provincia, donde se supone que el respaldo al presidente Vladímir Putin es mayoritario.