Tras semanas de expectación, de Recep Tayyip Erdogan hablando cada vez más sobre ella, al final, el sueño de todo islamista turco se ha cumplido: Santa Sofía, durante casi 1.000 años una catedral cristiana y luego, tras la conquista de Constantinopla, una mezquita, volverá a acoger rezos musulmanes. En 1935, Atatürk, fundador de la República de Turquía, la hizo museo para mostrar a Occidente que los días de animadversión habían terminado.

Tras una petición de una asociación islamista -uno de cuyos líderes es el hijo del presidente turco, Bilal Erdogan-, el Consejo de Estado turco, el más alto tribunal administrativo del país, decretó ayer que la conversión en 1935 fue ilegal y que Santa Sofía puede volver a ser lo que era hasta hace cien años. "Lo que dice la gente no es cierto: cuando Santa Sofía abra de nuevo, todos podrán ver cómo respetaremos el arte y las reliquias en el interior", dijo Erdogan, que avanzó que la nueva mezquita abrirá el 24 de julio.

"La apertura de Santa Sofía para el rezo es nuestro derecho soberano; que lo entiendan. Tenemos el derecho de convertirla en mezquita, y cualquiera que nos ataque por esto ataca nuestra independencia como país", continuó el presidente turco.

Ayer, tras el anuncio del cambio, varios miles de personas se reunieron ante las puertas del monumento milenario para celebrar la decisión. Algunos manifestantes iban ataviados con banderas turcas y, otros, con la del extinto imperio otomano. El mensaje es claro: para los seguidores de Erdogan, el país va en esa dirección. La reconversión de Santa Sofía es un paso.