Las autoridades chinas supieron el 14 de enero que el SARS-CoV-2 tenía potencial para crear una pandemia y declararon la máxima alerta, pero lo mantuvieron en secreto dentro del Gobierno chino, que tardó seis días en alertar al país y al resto del mundo. Esta es la principal conclusión del reportaje de investigación emitido en la madrugada de ayer, hora española, por la cadena estadounidense CNN, y en el que participaron diversos expertos en el régimen chino y periodistas de "The New York Times" y "The New Yorker". El director del programa, el periodista Fareed Zakaria, cree que China ocultó la realidad de lo que ocurría. "Los gobiernos locales en Wuhan y [la región de] Hubei claramente lo hicieron -señala Zakaria-. No está tan claro si el Gobierno central chino dirigió esta ocultación o fue cómplice de ella. China es una dictadura que controla la información y castiga a los que denuncian", recuerda.

Además, el reportaje especial, titulado "China's deadly secret" ("El secreto mortífero de China"), aportó datos poco conocidos o inéditos, como que en Wuhan se celebró en enero una cena para 40.000 personas que estaba destinada a batir el récord Guinness y que, con toda probabilidad disparó los contagios, al disponerse los comensales en larguísimas mesas rectangulares, frente a frente.

Yanzhong Huang, encargado de salud global de la organización estadounidense Council on Foreing Relations, con sede en Nueva York, reveló que a mediados de enero las autoridades chinas no reportaron nuevos casos durante semanas, aunque los hospitales estaban desbordados. Ya entonces había evidencia de transmisión entre humanos, aunque ese dato crucial no fue comunicado.

En esos días, los medios internacionales empiezan a publicar noticias sobre el brote de la entonces llamada "neumonía de Wuhan". De hecho, FARO DE VIGO publica su primera noticia sobre el asunto en su edición del 12 de enero.

Mientras tanto, un equipo del Centro de Control de Enfermedades de China viaja a Wuhan y su jefe cae enfermo de coronavirus.

Entonces se produce un hecho crucial: el 14 de enero se informa de que el virus ha saltado de China a otro país, Tailandia. Conscientes de la imposibilidad de mantener en secreto la gravedad de esta nueva enfermedad, autoridades sanitarias de Pekín y de Wuhan mantienen una videoconferencia ese mismo día. Según la agencia Associated Press, en esa reunión se determinó que el nuevo coronavirus tenía potencial de pandemia y se declaró la máxima alerta de forma secreta dentro del Gobierno chino.

Seis días después, el 20 de enero, el presidente Xi Jimping alerta a China y al mundo. ¿Por qué esperó 6 días? En esos días, decenas de miles de personas viajaron desde y a Wuhan. El experto Yanzhong Huang afirma que Pekín lo encubrió. Lo mismo opina el periodista de "The New Yorker" Evan Osnos: "No es plausible que Xi no supiera todo desde el principio". Sin embargo, el periodista de "The New York Times" Donald McNeil discrepa, y cree que no es cierto que el presidente chino se entere siempre "hasta del movimiento de una hoja" en su inmenso país.

Al día siguiente, el 21 de enero, se produce el primer caso en Estados Unidos, en Everett (estado de Washington). En contraste con su actitud actual de culpar a China hasta de haber creado el virus en su laboratorio de Wuhan, el presidente Trump tuitea el 24 de enero lo siguiente: "China ha trabajado muy duro para contener el coronavirus. Estados Unidos aprecia mucho sus esfuerzos y transparencia. Todo saldrá bien. En particular, en nombre del pueblo americano, ¡quiero dar las gracias al presidente Xi!".

El 23 enero, Pekín ordena confinar Wuhan, pero sus habitantes, entre ellos miles de infectados, tienen unas horas para abandonar la ciudad, propagando el virus.

La CNN recuerda también cómo el oftalmólogo Li Wenliang avisó a un grupo reducido; la alarma trascendió y fue detenido y obligado a retractarse. La ira del pueblo chino fue tal tras su muerte que el régimen chino se vio obligado a aflojar la censura en las redes para que la protesta no terminara en las calles, y el Partido Comunista Chino, en una maniobra propagandística llena de hipocresía, lo declaró "mártir".

El 30 de enero la OMS emitió la alerta global de emergencia, y Trump tenía ya sobre su mesa un reporte de su asesor Peter Navarro, basado en informes chinos, en el que se avisaba de que el nuevo coronavirus es mucho más contagioso que la gripe, la peste bubónica o la viruela. Pero Trump insistía en que el virus se iría en abril con el calor y que no tendría influencia en la economía estadounidense. "China se retrasó 5 o 6 días; Trump se retrasó 5 o 6 semanas", sentencia Fareed Zakaria.