Durante meses el año pasado, Elizabeth Warren pareció favorita para lograr la nominación presidencial demócrata. Este jueves, dos días después de paupérrimos resultados en el 'supermartes', incluyendo en el estado de Massachusetts por el que es senadora, la candidata progresista acaba su carrera.

Según ha informado primero 'The New York Times', Warren va a anunciar este jueves que suspende su campaña.

La decisión convierte a Warren ahora en uno de los respaldos más codiciados por el que se pelearán Bernie Sanders, con un ideario más alineado pero con tensiones entre ambos que han ido escalando en la campaña, y Joe Biden, el candidato moderado y favorito del 'establishment', que daría un golpe brutal si se apuntara el apoyo de Warren. El miércoles ella habló con ambos.

La despedida de la senadora deja en un duelo entre esos dos hombres blancos septuagenarios una carrera que empezó como la más diversa en cuestiones de género y raza en la historia demócrata. Porque aunque Tulsi Gabbard sigue compitiendo, su candidatura no tiene ninguna viabilidad.

Pérdida de aire

El 'supermartes' acabó de asfixiar una campaña que había perdido aire desde que empezaron las votaciones. Warren logró solo el tercer puesto en Iowa; cuarto en Nuevo Hampshire y Nevada, donde no pudo capitalizar el impulso que sacó tras un debate estelar en el que hundió prácticamente sola a Michael Bloomberg; y quinto en Carolina del Sur. Antes del 'supermartes' seguía pensando que tenía un camino hacia la nominación, aunque dependiera de ir sumando delegados conforme se llegaba a una convención forzada a la negociación. Para el miércoles estaba claro que ni siquiera le quedaba esa vía.

Armada de planes concretos y con buena organización, Warren, de 70 años, quedó atrapada entre las placas de Sanders por la izquierda y de Biden y otros candidatos moderados como Pete Buttigieg y Amy Klobuchar por la derecha. Fue víctima además, al menos según sus seguidores, de un silenciamiento mediático y un trato de doble rasero que relegó su visibilidad. Enfrentó, además, un intenso asalto crítico de los más radicales seguidores de Sanders, especialmente duro en las redes, del que el propio senador se ha distanciado en varias ocasiones, la última este miércoles, cuando denunció los "desagradables ataques personales" contra Warren.