El primer ministro israelí en funciones, Benjamin Netanyahu, se fue a dormir bien entrada la madrugada de ayer anunciando que su partido, el Likud, líder de la derecha, había conseguido "una victoria gigante" en las terceras elecciones legislativas en once meses. Anoche, con el 92% del voto escrutado, el Likud se mantenía a la cabeza, con 36 escaños. Su rival, la coalición de centroderecha Azul y Blanco, del ex jefe del Estado Mayor Beny Gantz, se quedaría con 32 asientos. Sin embargo, la victoria era incompleta.

Para formar Gobierno son necesarios 61 diputados y el bloque de fuerzas de ultraderecha, partidos nacional-religiosos y religiosos ultraortodoxos que apoya a Netanyahu solo sumaba 59. Los ultraortodoxos sefardíes de Shas y azkenazíes de Judaísmo Unido de la Torá conseguirían 10 y 7 escaños, respectivamente, y la formación Yamina obtendría seis.

Azul y Blanco tiene peores perspectivas. La tercera fuerza en el Parlamento (Knesset) será la Lista Conjunta Árabe, que según el escrutinio podría llegar a tener 16 asientos, su mejor resultado histórico. Pero Gantz no va a gobernar con el apoyo árabe, o al menos eso ha dicho. Tampoco todos los integrantes de la Lista Árabe quieren respaldarlo, sobre todo si no cambia sus políticas respecto a los palestinos.

El escrutinio otorga al ultraderechista laico Israel Nuestro Hogar 7 escaños. Su líder, Avigdor Lieberman, dejó claro que no serán para Netanyahu si lo apoyan los religiosos, ni para Gantz si lo respaldan los árabes. No obstante, podría acabar pactando con cualquiera.

Los que sí apoyan a Azul y Blanco son los tres pequeños partidos de centro-izquierda que concurrían como Laboristas-Gesher-Meretz y tienen 7 escaños. Falta sumar el voto de los afectados por la cuarentena del coronavirus (4.000 de 5.600 electores), el de los soldados, los presos y los residentes en el extranjero, recuento que podría modificarlo todo dentro de unos días.

Según Jonathan Urich, portavoz del Likud, su partido ya ha empezado a "trabajar" para convencer a algún opositor de que apoye al bloque de derechas de Netanyahu. Una diputada de Azul y Blanco ha denunciado presiones y chantajes para obligarla a respaldar al Likud.

Las opciones abiertas son varias, no puede descartarse ninguna, ni tan siquiera la formación de un gobierno de unidad nacional entre el Likud y Azul y Blanco. Aunque parece complicado, teniendo en cuenta que los de Gantz no quieren ser socios de un primer ministro procesado por fraude, cohecho y abuso de poder en tres casos de corrupción.

El juicio a Netanyahu, el primer jefe de Gobierno procesado en Israel en el ejercicio de su cargo, empieza el próximo día 17. Sin embargo, el embrollo judicial no parece haber alterado el voto de una buena parte de los ciudadanos, que aún ven a "Bibi", como el hombre fuerte que puede sacar a Israel de apuros y que ejecutará la política ultraderechista que aprueban. La elevada participación, por encima del 71%, y los buenos resultados de la Lista Árabe han contribuido también al desenlace favorable a Netanyahu.

Hace unos días, Netanyahu prometió que si lo reelegían, la anexión de sectores de Cisjordania a Israel, ilegal según la ley internacional, sería "cuestión de semanas". "La mayoría del electorado ha emitido un voto abrumador de desconfianza respecto al poder judicial", opina Amnon Lord, columnista del diario más leído en Israel, el gratuito de derechas "Israel Hayom".