Brasil se encamina hacia una crisis política de impredecibles derivaciones desde el momento en que el presidente, Jair Bolsonaro, respaldó un acto convocado por los sectores más duros de la ultraderecha para reclamar el cierre del Congreso y del Supremo Tribunal Federal (STF). La oposición e integrantes de la máxima autoridad judicial alertaron de los peligros que enfrentan las instituciones con la manifestación del 15 de marzo.

El bolsonarismo más extremo llamó a ganar la calle después de que el ministro de Seguridad Institucional, el general Augusto Heleno, acusara al Parlamento de "chantaje" al Ejecutivo en las negociaciones del presupuesto para el 2020.

El expresidente Lula instó a los legisladores y a la sociedad brasileña a hacer frente a las manifestaciones contra la democracia y la Constitución.