Apelan a los desheredados del país. Ven al establishment político como el enemigo. Visten sus mensajes con una retórica populista. Y no solo tienen a los seguidores más fieles, sino que han convertido sus idearios en movimientos políticos. El republicano Donald Trump y el demócrata Bernie Sanders protagonizaron el último día de campaña en Nuevo Hampshire, donde ayer se dirimía la segunda cita de las primarias demócratas.

Separados por 60 kilómetros de distancia y un insalvable océano ideológico, ambos celebraron los mítines más multitudinarios de la campaña. Trump reunió a 7.000 seguidores en Manchester; Sanders, el favorito en las encuestas, a 7.500 en Durham.

Nadie había invitado a Trump a la fiesta de sus rivales, pero él mismo decidió hacerlo para "perturbar un poco a los demócratas" y de paso robarles algo de protagonismo. Era su primer mitin tras ser absuelto en el "impeachment" y su gente respondió sin pestañear.

El vicepresidente Mike Pence y varios miembros de la familia Trump hicieron de teloneros. "Bajo su presidencia este nunca será un país socialista", dice Kimberly Guilfoyle, novia de Donald Junior. Ese es ya uno de los argumentos de la campaña de Trump, que todavía no ha empezado oficialmente, el espantajo para asustar a esa parte del país que no distingue entre los gulags de Stalin y la socialdemocracia europea, la misma que abanderan Sanders y la nueva hornada de congresistas que han hecho bascular al partido hacia la izquierda.

A solo una hora de allí, hay otro pabellón lleno de simpatizantes de Sanders dispuestos a darle una oportunidad a la sanidad universal, la universidad gratuita y la transformación energética para combatir el cambio climático. "Trump es el neofascismo", clama el afroamericano Cornel West, uno de los teloneros del senador de Vermont. "El futuro de nuestra democracia está en juego".

Pero cuando el estadio se viene abajo es con la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, la nueva estrella de la izquierda. Tiene voz aguda de soprano y es diminuta, tan joven como la mayoría del público. Les dice que Sanders lleva defendiendo las mismas ideas toda su vida, mucho antes de que fueran populares o convenientes políticamente. Habla de trabajadores, derechos de los indios, inmigrantes, transexuales, Palestina. "Tendrá que ser un movimiento el que derrote a Trump, un movimiento que rechace el odio y abrace el amor", dice la congresista latina. Y, luego, sale el candidato.