Boris Johnson dejó ayer claro a la UE que el Reino Unido no aceptará sus reglas de juego en la inminente negociación de la relación futura, cuyo núcleo es el acuerdo comercial. En su primer discurso tras la salida de la UE, el primer ministro británico señaló, en tono de desafío, que Londres busca un pacto comercial similar al de la UE con Canadá. Un acuerdo de libre comercio, sin mayores ataduras, que excluya acatar la normativa comunitaria o someterse a sus tribunales de justicia.

El discurso de Johnson coincidió con la adopción por parte de la Comisión Europea de las directrices de negociación, que deberán ser avaladas por los ministros de Asuntos Europeos el 25 de febrero. El negociador de la UE, el francés Michel Barnier, adelantó que Bruselas está dispuesta a ofrecer un "ambicioso acuerdo" con "cero aranceles y cero cuotas" pero con dos condiciones irrenunciables: que no haya competencia desleal y un acuerdo pesquero que permita acceder a los caladeros británicos.

"A mí lo que me interesa es la coherencia. Evidentemente, si piden un acceso amplio a un mercado de 450 millones de consumidores europeos, con cero aranceles y cero cuotas, no será sin nada a cambio. Somos partidarios del libre comercio pero no ingenuos", avisó Barnier. Respecto al tono de Johnson, el negociador reaccionó con su calma habitual: "Estoy tranquilo. No me voy a dejar impresionar por una u otra declaración".

"A menudo se nos ha dicho que debemos escoger entre un pleno acceso al mercado de la UE, aceptando sus normas y sus tribunales, según el modelo de Noruega, o un ambicioso tratado de libre comercio, que abra mercados y evite toda la panoplia de regulaciones comunitarias, según el ejemplo de Canadá", afirmó Johnson desde Londres.

"Prefiero decirlo desde el principio. Nosotros hemos elegido. Queremos un amplio acuerdo de libre comercio similar al de Canadá, pero, en el improbable caso de que no tengamos éxito, entonces nuestro comercio se basará en el Acuerdo de Retirada, que ya hemos firmado con la UE", dijo. El modelo de Canadá significa estar fuera del mercado único y la unión aduanera, pero con tarifas mínimas. El pacto entró en funcionamiento en 2017 y elimina el 98% de las tarifas bilaterales.

Johnson quiere "un acuerdo pragmático en seguridad: protección de nuestros ciudadanos, sin traspasar la autonomía" de los respectivos sistemas legales. También prometió jugar limpio. "No ejerceremos ninguna competencia desleal, ya sea comercial, económica o de medio ambiente", subrayó.

Para la UE, la negociación girará en torno a tres pilares: economía, seguridad y gobernanza. Además del compromiso de competencia "abierta y justa" y el acuerdo pesquero, el objetivo de Barnier es cubrir otros ámbitos. Desde el transporte hasta la movilidad de personas, la eventual participación del Reino Unido en programas europeos como Horizon o Erasmus, el intercambio de datos personales, la cooperación judicial y policial, y la seguridad.

"Ningún acuerdo entre la UE y Reino Unido negociado con estas directivas incluirá a Gibraltar", señala el borrador de la Comisión. "Eso no excluye que junto a las discusiones bilaterales entre España y Reino Unido sobre Gibraltar pueda haber una discusión entre el Reino Unido y nosotros", explicó Barnier. En ese caso, "España deberá estar asociada y dar su acuerdo a cada uno de los elementos de este acuerdo específico sobre Gibraltar", matizó Barnier.