Durante más de dos décadas fue una de las figuras más prominentes del Partido Republicano en política exterior, pero ahora es "un traidor", un "pesetero", un "agente de las cloacas del Estado". Son algunos de los apelativos que Trump y su entorno han dedicado en las últimas horas a John Bolton, el hombre que tiene la llave para desmontar los argumentos de la defensa en el juicio contra el presidente de Estados Unidos.

Su posible comparecencia como testigo en el Senado, reclamada por los demócratas, ocupó ayer el arranque de la nueva fase del juicio, dedicada a las preguntas de los senadores a las partes. La posible comparecencia de Bolton ha ganado enteros tras reconocer los republicanos que no tienen votos suficientes para bloquearla en la votación que la decidirá mañana.

Tanto el presidente como sus aliados conservadores se han embarcado en una campaña para tratar de destruir su reputación ante la posibilidad de que acabe declarando. El antiguo consejero de Seguridad Nacional de Trump ha escrito en sus memorias que el presidente le dijo que no desbloquearía la ayuda militar a Ucrania hasta que anunciase una investigación contra sus rivales políticos.

Esa es la pistola humeante de este "impeachment", el equivalente a las cintas que acabaron destruyendo a Nixon. Si Bolton acaba declarando podría retratar a los republicanos, abrir la puerta a nuevos testigos y hacer que el juicio se prolongue semanas.