La votación final para respaldar el acuerdo de salida del Reino Unido de la Unión Europea ayer en el Parlamento Europeo en Bruselas fue un ejercicio de diplomacia por parte de los dirigentes comunitarios. Con mano izquierda, sin herir susceptibilidades, confiados en que este "Brexit" tenga retorno porque los jóvenes, las mujeres y los urbanitas son proeuropeos y también los escoceses, los galeses y muchos irlandeses del Norte.

La luz verde al tratado que recoge los términos en los que se efectuará a medianoche de mañana, día 31, la salida británica del club comunitario fue otorgada por abrumadora mayoría. Votaron sí 621 diputados, mientras que 49 lo hicieron en contra. En su mayor parte son miembros de partidos de la oposición británica: laboristas, liberaldemócratas y verdes. Hubo trece abstenciones.

El pleno comenzó con un muy emotivo homenaje a los seis millones de desaparecidos en los campos de concentración nazis al cumplirse esta semana el 75 aniversario de la liberación del campo de Auschwitz. La senadora vitalicia italiana Liliana Segri, que padeció la persecución del régimen de Hitler, fue largamente aplaudida. Y fue un buen comienzo porque las calamidades de la II Guerra Mundial son el origen de la Unión Europea, el mejor regalo para la paz en un continente que ha sufrido tantos y tan violentos enfrentamientos.

Esa conmemoración sobrevoló el resto de la sesión, tan cargada de emociones por la despedida británica que, ahora sí, se consuma tras tres intentos fallidos. Los diputados de las grandes familias (conservadores, socialdemócratas y liberales) se mostraron cautos, agradecidos con sus colegas británicos y todos ellos insistieron en que esto no es un adiós sino un hasta luego. De los casi cincuenta diputados que tomaron la palabra solo los de extrema derecha y, por supuesto, los eurófobos de Nigel Farage -a quien le recordaron que lo mejor del "Brexit" es que él y su grupo dejan de ser eurodiputados- no solo no lamentaron la salida sino que insistieron en que al Reino Unido le irá mucho mejor a partir de ahora. La presidenta del grupo socialdemócrata, Iratxe García Pérez, tuvo un recuerdo para Jo Cox, la diputada laborista asesinada semanas antes del referéndum de 2016.

Pacto en once meses

Al final, Michel Barnier, que es el más británico de los políticos europeos por su capacidad negociadora, su solvencia y también su buen estilo, apeló una vez más a un acuerdo futuro "con garantías jurídicas". El negociador jefe, cuya impecable labor estos tres últimos años ha sido unánimemente reconocida, tiene ahora el reto más importante: alcanzar un pacto en once meses -por exigencia británica, que no de Bruselas- equilibrado y justo, el verdadero "Brexit".

Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, había advertido en su intervención sobre lo que más se teme en Bruselas, que Londres se convierta en un Singapur a lo grande a las puertas de Europa.

Al final muchos de los eurodiputados puestos en pie, algunos muy emocionados, entonaron una popular canción escocesa de despedida, "Auld Lang Syne", empleada tradicionalmente en Nochevieja para despedir el año, pero a la que también se recurre en funerales. Una canción que habla de la amistad y de "los viejos tiempos".

Hoy, jueves, y mañana los eurodiputados de Reino Unido todavía podrán participar en numerosos actos festivos organizados por la ciudad de Bruselas, engalanada con la bandera inglesa para despedir a los amigos británicos. La primera vez, tras los 64 años de aquel Mercado Común que ha desembocado en esta UE, que un miembro del club al que ha pertenecido durante 47 años, se va. ¿Un precedente peligroso o una reafirmación de Europa?