En seis semanas se disputarán los caucus de Iowa, el estado que abrirá los cinco meses de primarias para escoger al candidato presidencial demócrata en EE UU. Quince aspirantes siguen en liza, pero solo siete superaron los requisitos para participar en el sexto debate celebrado en Los Ángeles. La noche comenzó con el esperado apoyo unánime al "impeachment" de Donald Trump, pero acabó con más gresca de la anticipada. El alcalde de South Bend (Indiana), Pete Buttigieg centró los ataques, una señal de que ha dejado de ser una nota pintoresca en la parrilla de salida para convertirse en un sólido contendiente al alza.

La más interesante de las respuestas al "impeachment" la dio otro de los candidatos totalmente desconocidos hasta hace cuatro días. Mientras Joe Biden definía la postura adoptada por su partido como "una necesidad constitucional" y Bernie Sanders describía a la Administración Trump como "la más corrupta de la historia", el empresario de origen asiático Andrew Yang les dijo a los suyos que tienen que "dejar de obsesionarse" con el presidente para fijarse en los problemas de fondo que propiciaron su victoria en 2016.

Biden sigue siendo el favorito en las encuestas, aunque Pete Buttigieg y Bernie Sanders le aventajan en Iowa y New Hampshire, que abrirán las primarias en febrero. La cuarta es Elizabeth Warren, que se enzarzó en el intercambio más duro de la noche con Butiggieg. La exprofesora de Harvard le reprochó que hubiese celebrado un acto de recaudación de fondos en una bodega californiana con botellas a precios de hasta novecientos dólares.

"Los multimillonarios de las cavas no deberían elegir al próximo presidente de EE UU", dijo. Warren ha convertido a las grandes fortunas y a las multinacionales en sus bestias negras. La misma retórica abrazada por Bernie Sanders. Pero Buttigieg, que es un chico listo de 37 años, siete idiomas, carrera militar y diplomas de Oxford y Harvard, le pidió que no le diera lecciones porque es el único de los candidatos que no es millonario.