El primer ministro británico, Boris Johnson, inició ayer su mandato en los bastiones laboristas del norte de Inglaterra que le apoyaron en las elecciones del pasado jueves. Su presencia fue la prueba más palpable del significativo cambio en el panorama político del Reino Unido, que obliga a la oposición a repensar su estrategia y abre la sucesión del laborista Jeremy Corbyn.

Tras cosechar la mayor victoria conservadora en treinta años al lograr 365 escaños, una amplia mayoría absoluta, Johnson podrá ejecutar la salida de la Unión Europea el próximo 31 de enero sin necesitar el acuerdo del resto de partidos.

Su visita a Sedgefield, circunscripción por la que durante años fue diputado el ex primer ministro laborista Tony Blair, pone de manifiesto cómo el "Brexit" ha cambiado el escenario político y algunas circunscripciones del norte de Inglaterra y la región de Gales, tradicionales feudos laboristas, apuesten ahora por los conservadores.

Esa desintegración del llamado "muro rojo", las zonas mineras e industriales que históricamente votaban a la izquierda y que se decantaron por los "tories" para ver materializado el deseo de abandonar el club comunitario, obliga a los laboristas a repensar una nueva hoja de ruta, con sus 203 escaños, su peor resultado desde 1935.

El primer partido de la oposición está sumido en una grave crisis tras la pérdida de 59 escaños y de que su líder, Jeremy Corbyn, haya anunciado que se marchará tan pronto se organice un congreso para elegir al nuevo jefe de filas, previsiblemente a comienzos de año.

Críticas internas

El portavoz de Economía y mano derecha de Corbyn, John McDonnell, anunció que también dejará su puesto cuando lo haga el líder. En el seno del laborismo surgen críticas por la estrategia de campaña que pretendía recabar a la vez votos entre defensores y detractores del "Brexit".

El debate ahora se centra en determinar si la persona que suceda a Corbyn debe surgir de su misma corriente, que defiende una participación mayoritaria del Estado en compañías de transporte o suministros básicos, o tratarse de alguien partidario de políticas más centristas que permitan recuperar al electorado más moderado.

Los defensores de Corbyn sostienen que su derrota electoral responde a una supuesta campaña de desprestigio llevada a cabo por ciertos sectores, entre ellos los medios de comunicación, mientras sus detractores sitúan su ambigüedad respecto al "Brexit" como la clave de la debacle. Ante las numerosas críticas, los tres hijos de Corbyn publicaron ayer un comunicado en que señalaron que su padre pagó el precio por ser "honesto, humilde y bondadoso" en el "venenoso mundo" de la política, en el que ha vivido años de "ataques despreciables".

Los Liberales Demócratas tampoco están en posición de ofrecer gran resistencia a Johnson después de que su líder, Jo Swinson, tuviese que dimitir al no conseguir revalidar su escaño en Escocia, que fue a parar a manos de los nacionalistas escoceses del SNP. El discurso de Swinson en favor de parar el "Brexit" no convenció, por lo que, aunque solo perdieron un escaño respecto a los 12 que tenían, su éxito en las elecciones europeas no se pudo replicar a nivel nacional.