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Unas elecciones clave pra la retirada del Reino Unido de la UE

Johnson sale vivo de la zanja

La mayor victoria conservadora desde 1987 deja vía libre al 'Brexit', hunde a Jeremy Corbyn y otorga amplios poderes al primer ministro, cuya agenda interior es todavía una gran incógnita

Johnson se apresta a dirigirse a los británicos tras recibir el encargo de Isabel II de formar Gobierno. // Stephen Lock

Los británicos, hartos de la incertidumbre del 'Brexit', decidieron el jueves rematarlo ya de una vez. La abrumadora victoria electoral de los conservadores del primer ministro, Boris Johnson, da vía libre a la salida de Reino Unido de la UE el 31 de enero, que debería ser refrendada en días por el Parlamento. La cruz de la moneda fue un fiasco laborista desconocido desde 1935, que obligó a su líder, Jeremy Corbyn, a anunciar que no volverá a ser cabeza de lista. Poco después, fijó su dimisión para "comienzos" del año entrante.

Confirmando el sondeo a pie de urna de la BBC, los 'tories' se hicieron con 365 de los 650 escaños, resultado inédito desde que Margaret Thatcher obtuviera 376 en 1987. Volando a 39 escaños sobre la mayoría absoluta, Johnson fue terminante: "Este resultado es incontestable y aleja la amenaza de un segundo referéndum". Los mercados celebraron la certidumbre disparando la libra a su máximo en tres años.

Johnson, que en octubre se tuvo que tragar su afirmación de que preferiría estar muerto en una cuneta o en una zanja antes que pedir la tercera prórroga, estaba ayer exultante tras una inteligente campaña basada en el 'Brexit' y en una agenda social grandilocuente e imprecisa: "Voy a conseguir que haya un 'Brexit' el 31 de enero y recobraremos el control de nuestras fronteras, dinero y sistema de inmigración", proclamó. Y añadió: "Al mismo tiempo incrementaremos el presupuesto del Sistema Nacional de Salud". La degradación de la sanidad fue, en efecto, el otro polo de la campaña.

Calificado a menudo de excéntrico, inmoral y mendaz, Johnson es ahora el hombre de la nueva imagen, tras arrasar en las que han sido calificadas como "las elecciones más importantes de toda una generación". La victoria le permite modelar a su gusto a los conservadores y marcar la política británica en la década que se inicia. Su histrionismo se ha vuelto carisma, porque ese es el rédito que otorgan los votos. Que lo aproveche es otra cosa.

Junto al "Brexit", Corbyn, que revalidó su escaño con un cómodo 64%, es visto como la otra causa del éxito de Johnson. Su descalabro se compara al del también izquierdista Michael Foot, derrotado en 1983 por Thatcher con un contundente 397-209. Los laboristas, que desde 2010 no son dueños de su antiguo feudo escocés, sumaron el jueves la pérdida de los distritos del norte de Inglaterra. Johnson intensificó allí la campaña al grito de "Get Brexit done", una llamada a consumar el proceso de salida aprobado en referéndum en junio de 2016 por el 51,6% de los votantes.

Corbyn culpa al 'Brexit' de una catástrofe en la que los laboristas han perdido hasta el escaño que fuera de Tony Blair. Sin embargo, son muchos los que, dentro y fuera del partido, achacan el fracaso a su ambigüedad sobre el abandono de la UE. Corbyn se negó a que los laboristas, a diferencia de los liberal-demócratas, se convirtieran en defensores de la permanencia en la Unión y hasta prometió neutralidad en un eventual segundo referéndum.

Poco a gusto en el debate sobre una UE que nunca ha apreciado -la considera un club capitalista-, prefirió plantear una agenda izquierdista dura, basada en grandes nacionalizaciones y mal vista por las clases medias, aunque con predicamento en su base obrera y entre los jóvenes. Se le acusa, además, de no frenar los brotes de antisemitismo en su formación y se le niega la competencia, carácter y empuje de un líder. Su futura dimisión se sumará a la ya consumada en la noche electoral por la líder liberaldemócrata, Jo Swinson, quien ha fracasado en el intento de ser la referencia del europeísmo y, lejos de crecer, pierde un escaño y queda en once.

Los otros ganadores del jueves son los nacionalistas escoceses, que se hicieron con 48 de los 59 escaños en disputa en el reino del norte. Su líder, Nicola Sturgeon, apenas tardó unos minutos en anunciar que pedirá un nuevo referéndum de independencia en 2020. Johnson se lo denegó de inmediato.

Escocia será foco de tensión esta legislatura, como lo será una Irlanda del Norte donde la salida de la UE molesta al nacionalismo y el Acuerdo de Salida, que mantiene al Ulster en el mercado único, repele al unionismo, defensor del 'Brexit' duro. El resultado ha sido la caída del unionista DUP de 10 a 8 escaños, superado por la suma nacionalista del Sinn Fein (8) y el Partido Socialdemócrata y Laborista (2).

La gran incógnita ahora es la agenda interna que diseñará Johnson. Ha prometido hospitales, personal sanitario, infraestructuras y una economía boyante. Pero apenas ha dado cifras que apoyen las promesas. Por si acaso, y para empujarle un poco, los sindicatos ya le pidieron ayer más gasto social.

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